PARTE I . Introducción al problema.
En estos días oiremos hablar, sin duda, del futuro de las pensiones. Escucharemos que se está valorando prolongar la edad de jubilación (no solo paradójico en una España gobernada por la izquierda sino también al ver los motines desatados en la vecina Francia gobernada por la derecha) como resultado de la presumible escasez de recursos públicos con que afrontar el compromiso futuro de tanto jubilado como aportará el famoso baby boom. No se confía demasiado en que tal garantía surja del esfuerzo y sacrificio de tan poco ciudadano activo como se espera.
También asistiremos al festín de tiburones que como un ritual más acompaña el último trimestre del año: la caza del partícipe de Planes de Pensiones. Un amplio abanico de cebos de todos los tamaños y colores poblarán en estos días las vallas, la cartelería y los sobres en los que nos llegan los extractos bancarios o las páginas salmón de la prensa. Nada detendrá el banquete y analizar la resaca de esta juerga será uno de los objetivos de esta serie de artículos.
Quienes están más o menos próximos al poder (no me refiero al gobierno, sino al poder económico) apuntan insistentemente hacia la bondad de un sistema mixto mientras sus manos trazan el movimiento rítmico que se asocia mentalmente con amasar. Un sistema en el que la prestación pública vaya de la mano, amorosamente o cándidamente, del ahorro privado.
En este punto comienza la reflexión a la que pretende invitar este artículo y los que le seguirán en formato de serie temática.
Porque algo debería cambiar en el modelo privado para que el sistema sea de auténtica utilidad pública. Me voy a explicar, definiendo en artículos sucesivos los riesgos que entraña el actual modelo de ahorro finalista privado para un consumidor común. Si se me permite la aclaración aviso que voy a ser políticamente incorrecto con mi sector en sentido amplio y que lo que seguirá es, obviamente, una visión personal, discutible, general y que no entrará a valorar las clarisimas excepciones que sirven de contraste en el contexto de un negocio que considero de necesaria revisión.
Complementar las prestaciones públicas dedicando un esfuerzo año tras año durante toda una vida laboral y que del resultado dependa la calidad de vida de nuestros mayores del futuro es algo que debería merecer un especial cuidado y tutela en forma de garantías y limitaciones. ¿Estarán justificados mis temores?
Espero que esta introducción despierte el interés por las próximas entregas y que se genere debate al respecto.
Como no podía ser de otro modo, aguardo impaciente las sugerencias y críticas, tanto en materia de contenidos como de enfoque.