Cuando me encuentro con un chalado que me dice que su abogado está vendido a la otra parte se que inmediatamente después me contará que también el juez y el secretario judicial están a favor de la parte contraria y que su procedimiento judicial ha sido un cúmulo de despropósitos que atentan contra el más elemental sentido de la Justicia.
Y es que hay locos de todos los colores, estúpidos tan convencidos irracionalmente de que tienen razón que sospechan de cualquiera que se atreva a sugerirles que puede que el juez lo vea de distinta manera.
En general, estos majaras, incansables y tenaces hasta el disparate, no suelen tener ni tres dedos de frente y también suele coincidir con que de pequeños no les educaron en que el infortunio también puede ser posible y en que no siempre se consigue todo lo que se desea, de manera que cuando resulta que finalmente pierden sus demandas, lo achacan a cualquier cosa excepto a que exista la mínima posibilidad de que no tuvieran razón.
Y es que la mala leche y el odio contumaz no bastan para ganar los pleitos sino que, además, hace falta que las leyes apoyen nuestros argumentos.
Sin eso, ni toda la persistencia del mundo va a conseguir llevarnos a buen puerto.
Y como yo tengo bastante poca paciencia, cuando un chalado de estos me contacta para que le asesore y comienza diciendo que su propio abogado está vendido a la parte contraria le mando directamente a la mierda. Que le haga perder el tiempo a su padre.
¿Que por qué salgo ahora con esto?
Porque esta semana he tenido noticias muy positivas acerca de una demanda que una víctima de Hacienda nos puso a la AEAT y a mi a cuenta de una Adjudicación Directa que hubo hace cuatro años en la que yo me adjudiqué su local comercial por la quinta parte de lo que unos meses antes le habían ofrecido a este señor, oferta que él había rechazado porque estaba convencido de que tenía razón y de que Hacienda no se iba a atrever a subastarle su local.
Pues no solo Hacienda se atrevió sino que, como mi oferta no cubría ni la mitad de la deuda, luego le siguieron embargando y subastando otras propiedades.
Y es que las deudas con Hacienda son muy propicias para ese cabreo sordo del que he escrito al principio, para esa justa ira que hace que las víctimas dejen de atender a razones y se empecinen en lo injusto del origen del problema en vez de encarar la adversidad con un poco de sentido común.
Hace tres años que yo tengo ese local alquilado y durante este tiempo no me ha quitado el sueño nada de lo que este chalado haya dicho o hecho, pero me apena ver cómo está dejando perder su patrimonio por su rabieta de contribuyente cabreado.
Y naturalmente ahora dice que ha perdido porque su abogado se ha puesto de parte de Hacienda.
¿Cabe mayor disparate?
Lo doy por perdido, este tipo no aprenderá nunca.
¿A vosotros también os ha traicionado vuestro abogado?