Si eres un novato, ten cuidado, porque es muy fácil para los novatos meter la pata en las subastas judiciales.
El protagonista de este relato se llamaba Toñin y apareció una mañana en que había muchas subastas en los juzgados de Plaza de Castilla en Madrid. Años noventa. Estaba muy nervioso y el primer día no abrió la boca. Yo apenas me fijé en él, excepto porque estaba muy bien acompañado. Ella también era muy joven y se veía a la vista que pronto se casarían.
Comenzaron a asistir casi todas las semanas a alguna subasta y acabaron conociendo a casi todos los subasteros más o menos fijos de aquellos juzgados. Un día, a tanto llegaba su confianza, me llegó a comentar, como quien no quiere la cosa, que le dejáramos comprarse de una vez su pisito y así nos dejaría en paz. Era una forma de pedirme que en la subasta que él escogiese no pujáramos en contra y así, según su opinión, todos saldríamos ganando, él obtendría su piso a buen precio y nosotros perderíamos de vista a un competidor. El pobre no sabía por una parte que eso es ilegal (conspirar para manipular el precio de las cosas) y por otra que, puestos a delinquir es más fácil convencer para hacerlo si ofreces algo a cambio.
Aunque a mí no me habría importado hacerle ese favor, y no porque fuera un temible competidor porque la verdad es que no molestaba y apenas abría la boca en ninguna subasta. Los particulares casi nunca son competidores serios porque todos se creen que aquí atamos a los perros con longanizas y que comprando en subasta se van a ahorrar un 40% del precio. Cuando comprueban que no es cierto y que los subasteros intentamos ahorrarnos apenas un 20%, se van y no vuelven.
Pero éste sí volvió y al final se topó con su pisito ..... para su desgracia.
Una mañana salió el agente judicial al pasillo y llamó para la subasta y cuando preguntó si había postores el único que respondió fue Toñin. Entró sólo en Sala de Audiencias, y cuando salió no cabía en sí de gozo y gesticulando de plena felicidad no pudo contener su curiosidad y nos preguntó el por qué de nuestra apatía respecto a aquél piso .... ¿Qué piso, te refieres a ese procedimiento en el que sólo salía a subasta la nuda propiedad de una vivienda? ¿Cómo que nuda propiedad, eso qué significa? Pues significa que te has estrellado.
No me voy a detener en su cara de incredulidad, ni en cómo entró raudo a hablar con el secretario primero y con el juez después, ni en su desesperación cuando llamó llorando a su novia (la maciza) para contarle lo que había pasado. La verdad es que lo lamenté de verdad.
Al final no me enteré de cómo acabó la cosa. Puede ser que pagara el resto y se quedara con el piso a la espera de la defunción del usufructuario o puede que perdiera la fianza, pues en aquellos años las fianzas no eran tan exorbitantes como hoy en día, digamos que no pasaría de los 50.000 euracos del ala. El caso es que no volvimos a verle jamás.
Y hoy me he acordado de él porque en la subasta en la que he participado había otra parejita de pipiolos haciéndose arrumacos. ¡Qué bonito!