Ya estoy acostumbrado a que los clientes se echen atrás el día anterior a la subasta y me parece muy natural porque están asustados, este mundillo les acongoja y en definitiva "el dinero es cobarde", como siempre se ha dicho.
Por eso siempre he preferido a aquellos, familiares o amigos de anteriores clientes, cuya compra exitosa les produce la suficiente envidia como para llamar a mi puerta y tratar de repetir el éxito. Estos últimos casi no tienen miedo porque están cegados por la avaricia y el deseo de emular a sus parientes y, dado que a estos el negocio le salió de maravilla, no ven por qué con ellos va a ser diferente. Además la confianza mutua es mucho mayor. Por su parte porque el anterior éxito me avala y por la mía porque no creo que se arriesguen a dejar mal al que me les ha presentado, nexo de unión entre ambos.
Sin embargo, a pesar de encontrar muy natural que a algunos les tiemblen las canillas en los momentos previos a la subasta, el caso es que es un gran contratiempo que se echen atrás en el último minuto. Por eso he desarrollado una serie de medidas para trabajar solo con los más decididos, una especie de filtro que deja atrás a los tibios y que los de más carácter no tienen ningún inconveniente en llevar a cabo.
De estos, el mejor filtro es el del poder notarial. Se trata de dejarles muy claro en la primera reunión que no les consideraré clientes, y por tanto no comenzaré a buscar subastas para ellos, hasta que no me hayan hecho un "poder notarial de subastas" que me habilite para representarles en las mismas y durante la tramitación posterior. No hace falta decir que con este poder sería absolutamente imposible estafarles, puesto que las fianzas se tienen que ingresar siempre a su nombre y que el poder no habilita para vender lo comprado ni nada parecido. Solo habilita para comprar en su nombre, para nada más. En caso contrario no se lo pediría, como es natural.
Luego el poder puede que lo usemos o puede que no. Eso es lo de menos porque lo importante es que se decidan a firmarlo. Parece una tontería y muy poca cosa, pero solo hacen este poder quienes están realmente decididos a comprar en subasta judicial y los tibios, aquellos que aseguran solo de boquilla que sí lo están, esos se lo piensan antes de ir al notario y acaban por desechar la idea.
De manera que... BINGOOO, objetivo conseguido, no pierdo un cliente sino una molestia, alguien que me haría trabajar para nada, alguien que en el último momento me diría que su mujer no le deja o que no le prestan el dinero o que quizá, en un ataque de sinceridad, confesaría que le da pavor meterse en los juzgados.
Y la verdad es que la mayoría de las veces en las que perdono el filtro del poder notarial y trabajo con alguien sin exigirlo, la mayoría de las veces, repito, se echan atrás el día anterior. Que si un amigo me ha dicho que si tienen hijos es imposible echar a los ocupantes, que si he leído en el periódico que puede haber muchos problemas, que si mi primo dice no se qué chorrada, que si que pena que no se pueda ver por dentro que si no... No falla, siempre hay una excusa perfecta.
¿Y por qué es tan bueno este filtro? Pues creo que por varias razones.
La primera es la falta de confianza ¿Hacerle un poder a Tristán, este desconocido, uff qué palo? Pues si les produce desconfianza hacerme un poder, qué no les producirá venir conmigo a comprar en una subasta judicial, experiencia que algunos consideran muy fuerte. Estos clientes no me interesan. Mejor saberlo ahora, a cuenta del poder, que el día de la subasta, con todo preparado.
La segunda razón es que no es lo mismo desear las cosas que llevarlas a cabo y hay mucha gente que le gusta mucho rajar de que va a hacer esto y lo otro pero que en realidad son incapaces de mover el culo de la silla. Y para ir al notario hay que mover el culo, aunque sea mínimamente y quien no es capaz ni siquiera de tomarse esa molestia, seguro que al final le dará miedo y/o pereza y acabarán como siempre, dejándolo para otro día. Estos tampoco me interesan, mejor que le den la lata a otro.
Eso sí, tampoco falla que después de esa subasta a la que no se han atrevido a asistir, me frían a preguntas sobre qué tal, a cuánto a subido, quién lo ha comprado, lo querrá vender, etc. Lo que peor llevan es que les diga que el precio de adjudicación ha sido un chollo, ya no duermen en una semana.
¿Y vosotros, cómo distinguís a los clientes que os van a dar esquinazo? ¿Alguna otra sugerencia?