Como veis, son cuatro empresas muy distintas, que se relacionan con el ciclo económico de manera distinta y que, sin embargo, están siendo castigadas por igual debido a la importancia del dólar en su cuenta de resultados. Supongo que vosotros conoceréis muchas más empresas (de tamaños y sectores muy diversos) que más o menos les está pasando lo mismo.
Comento esto porque la situación del billete verde está pasando “de castaño a oscuro”. Hace unos meses pusimos un ejemplo bastante tonto pero muy claro de los desequilibrios en la Purchasing Power Parity entre euro y dólar (esto, en cristiano, no es más que el estudio de cuánto cuesta el mismo bien en euros y en dólares) con un disco de Isabel Pantoja. ¿Cuánto cuesta comprar un disco de la Pantoja en Amazon Alemania y cuánto cuesta en Amazon USA?
Pues bien, el 29 de Noviembre de 2007, el disco Sinfonía de la Copla de Isabel Pantoja (¡y olé!) costaba $15,99 en USA frente a $41,42 en Alemania. Sin embargo, al cambio actual, en Alemania cuesta $44,17. Así que no sólo el mismo disco de la Pantoja es un 176% más caro en Alemania que en USA, sino que debido al tipo de cambio, este disco se ha “apreciado” un 6,64% en 4 meses. Esto es un desequilibrio enorme, que dejando a un lado el impacto en nuestras folclóricas y trasladado a la economía real, tiene un impacto inmediato en las empresas anteriormente comentadas.
A corto y medio plazo, pintan bastos para este tipo de empresas (y para las carteras 100% dólar como la mía ya ni hablamos...) Los movimientos de largo plazo de la divisa, a diferencia de los de corto, tardan mucho en iniciarse ya que la inercia del mercado es enorme. Da igual que el dólar esté infravalorado. La propia teoría de la Purchasing Power Parity admite que, aunque a largo plazo termina imponiéndose la Ley de Un Precio (es razonable que así sea), puede tardar mucho tiempo en que esto ocurra (y cuando dicen “mucho tiempo” se refieren a “mucho mucho mucho tiempo”).
Y aquí es cuando toca darse los tres golpes en el pecho y decir aquello del “yo pecador”. Y es que no hay más remedio que admitir que la gestión de mi timing en el tipo de cambio ha sido nefasta. Si bien es cierto que por la naturaleza de empresas en las que invierto hemos podido compensar un poco el movimiento adverso del tipo de cambio con el movimiento favorable de la cotización de las inversiones, hay que admitir que no ha sido una estrategia prudente si atendemos al corto plazo.
Aquí es donde cada uno debe reflexionar sobre sus necesidades de capital, su plazo de inversión y su fuerza psicológica ante las pérdidas. Por mis características (edad, necesidad de liquidez, psicología ante las pérdidas, etc...) no estoy “preocupado” (aunque claro que escuece ver un timing tan malo) por el tipo de cambio y mientras el dólar está infravalorado seguiré buscando valor en dólares. Tengo 25 años y si he de esperar hasta los 45, ya no tengo más remedio que esperar. Pero esto que me pasa a mí, no es algo muy frecuente.
Muchos me habéis comentado que os gustaría invertir en dólares pero que el riesgo divisa os da miedo, que no podéis esperar 20 años hasta el tipo de cambio se equilibre, etc... Pues bien, una forma de apostar por el dólar sin tanto riesgo como la mía es buscar valor en las empresas que comentábamos al principio. Esto es, buscar empresas que se beneficien en la cuenta de resultados por una subida del dólar, que coticen en euros y (esto es fundamental) que cumplan los requisitos de valoración y bajo riesgo operativo y financiero que hemos comentado tantas veces.
Es imprescindible reflexionar sobre qué es lo que está afectando al crecimiento y a la cuenta de resultados de estas empresas: ¿el dólar o una debilidad de su posición competitiva? Si es el dólar no hay problema. Si es la pérdida de sus ventajas competitivas la cosa cambia. Por otro lado, ¿puede su balance soportar unos cuantos años más de debilidad del dólar? Y también ¿puede su balance soportar un escenario de debilidad macroeconómica y, simultáneamente, un escenario de debilidad del dólar? ¿Está la compañía tomando medidas para reducir sus costes y soportar el estrechamiento de márgenes derivado de la fortaleza del euro? En fin, debemos plantearnos estas y otras preguntas que nos ayuden a conocer un poco mejor cómo se relaciona el flujo de dinero de nuestra empresa con la divisa y sus posibles impactos en factores de riesgo.
Lo importante es que siempre hay varias formas de invertir sobre un mismo activo y cada una con sus características de riesgo-beneficio. Siempre y cuando respetemos unos principios básicos de valoración y riesgo, tendremos que elegir la que mejor se adapte a nuestras necesidades personales.
A estas alturas, y visto lo visto, aunque no tengo problema (y Dios no quiera que empiece a tenerlos) con seguir buscando valor en dólares durante largos periodos de tiempo, me sentiría más cómodo con un 75%-80% de la cartera en empresas cotizadas en dólares y un 25%-20% en empresas europeas favorecidas por una futura revalorización del dólar. Seguiría apostando 100% por el dólar, aunque de manera menos brusca. También es cierto que hace dos-tres años no había tanta empresa europea con estas características y que cotizara a buenos precios. Ahora sí.
Así que os animo a aprovechar estos precios con vistas al largo plazo, ya que hay empresas de este estilo que, sin contar con la infravaloración del dólar, están baratas y que añadiendo el potencial del dólar pueden ser muy interesantes siempre que se tenga la paciencia necesaria.