Es difícil hoy en día leer las noticias y no ver alguna referencia a los robots, al big data o a la inteligencia artificial. Como sociedad entiendo que quizás nos preocupa y fascina a partes iguales como esta nueva revolución tecnológica pueda afectarnos. Hoy quiero aprovechar esta entrada en el blog para explicar los motivos que me han llevado a modificar el actual proceso de inversión de Madriu All Cap Equity SICAV, y migrar de un proceso de inversión que combinaba la inversión cuantitativa y discrecional, hacia un proceso puramente sistemático.
Lo primero que debo decir es que no ha sido fácil. No hablo del lado técnico. Ciertamente el diseño del modelo final ha sido posible después de muchas horas de esfuerzo y de aprendizaje, pero aceptar la superioridad del modelo cuantitativo requiere de humildad, y superar la resistencia inicial ha sido quizás lo más complicado. Creo que como humanos nos resulta complicado aceptar la idea de que simplemente los datos lo puedan hacer mejor que nuestra mente. Puede que esto tan sólo sea el último coletazo de nuestras emociones, que luchan por no ser relevadas a un segundo plano.
Unir el value investing y la sistematización de decisiones no es nada nuevo. De hecho, creo que puede tener su origen en Benjamin Graham, el que es considerado por todos el padre de la filosofía de inversión valor. Cuando él hablaba por ejemplo de lo que se conoce como "net net", empresas donde los activos corrientes superaban los pasivos, claramente estaba estableciendo unas reglas para sistematizar la toma de decisiones. También añadió reglas de venta, afirmando que se debían vender las posiciones cuando la acción se apreciara un 50% o a los dos años. ¿Qué impulsó a Benjamin Graham a establecer un sistema de decisión como este?
La objetividad. Graham comprendió muy pronto las vulnerabilidades, errores cognitivos y sesgos a los que estamos expuestos por nuestra condición humana. En aquel momento no había nacido aún la disciplina de las finanzas del comportamiento, pero era evidente que las emociones podían ir en nuestra contra.
"Las personas que no pueden controlar sus emociones son inadecuadas para beneficiarse de un proceso de inversión" (Benjamin Graham).
Uno de los principales motivos que nos ha llevado a migrar hacia un proceso cuantitativo ha sido este. Cuanta mayor subjetividad pueda ser eliminada del proceso de inversión, mejor.
La otra gran ventaja de un proceso sistematizado es la gestión de datos. El universo de inversión que analizamos es próximo a las 10.000 empresas (una vez filtrado siguiendo criterios de liquidez), por lo que es evidente que un analista o incluso un grupo no muy grande de analistas, que no use las nuevas tecnologías, no podrá tener jamás la agilidad ni el alcance suficiente para procesar tanta información. Ello supone una renuncia a oportunidades de creación de valor que sí están disponibles si se adopta un modelo cuantitativo o como mínimo un modelo mixto. Hoy la tecnología nos permite incorporar la mayoría de las variables que influyen en el comportamiento de las acciones a largo plazo.
Pero no todo es blanco o es negro. Cada modelo, cuantitativo o discrecional, tiene sus ventajas e inconvenientes, y es posible que al fin y al cabo no sean tan distintos. Al final todos estudiamos el pasado e implementamos principios de inversión fundamental que hemos aprendido a lo largo de los años. Hacerlo de forma sistemática e intervenir únicamente en el diseño e implementación creemos que, al menos en nuestro caso, nos dará un perfil más robusto y consistente a largo plazo.