Me imagino que el querido lector al escuchar nombres y siglas como FMI, Reserva Federal, Bancos Centrales, Banco Mundial, cnmv, agencias de rating, OMC, etc. Supondrá que el dinero y las transacciones económicas se encuentran reguladas y supervisadas en todo momento. Pues ya siento desilusionarles, pero no (y es un no muy grande). El dinero corre libre y desenfrenado cuál caballo dopado y echando espuma en una carrera amañada por la mafia o como un Charlie Sheen hasta arriba de alcohol, coca y dinero en Jalisco (grande Charlie).
El dinero corre libre y desenfrenado
Y para explicarlo mejor recurriré a un ejemplo empresarial:
Imaginemos una empresa mediana, la cual vende un producto de gran calidad y prestigio, perfectamente saneada y con beneficios todos los años. Un día el dueño decide jubilarse y vender la empresa, apareciendo por el lugar un grupo de avanzados licenciados en prestigiosas empresas privadas con un proyecto de inversión ambicioso y con la palabra internacional en muchas partes del dossier.
Una vez adquirida la empresa los brillantes nuevos dueños deciden que el futuro debe pasar por expandirse e internacionalizarse a toda costa. Para ello el primer paso consiste en reducir el precio del producto y un agresivo plan de marketing internacional basándose en el nombre y prestigio de la marca. Para ello deciden cambiar los proveedores locales por otros proveedores extranjeros que realizan un gran descuento rebajando en mucha mayor proporción la calidad ya de paso (y con la correspondiente comisión a los nuevos dueños, que estudiar en universidades privadas de élite es muy caro como para no aprender nada…). Lógicamente para que dicha proyecto siga adelante hay que eliminar los controles de calidad y por tanto prescindir del responsable de calidad de la planta. El plan de marketing junto con una buena imagen de marca y unos precios mucho más bajos consigue aumentar las ventas de forma exponencial, pero sólo una persona se interpone en las ventas, y no es otro que el responsable de riesgos del departamento financiero. El muy loco está solicitando garantías de cobro y analizando a los clientes e incluso a los proveedores. Lo cual, en cualquier universidad prestigiosa seguidora de la escuela de Chicago es totalmente inaceptable. Así que la nueva dirección decide prescindir de él y seguir con su expansión de ventas. Dicha medida consigue en un principio aumentar las ventas para felicidad de la dirección y reafirmación de que su política y estrategia son la mejor del mundo.
El siguiente problema surge con las limitaciones que provoca la falta de cooperación de los trabajadores al no aceptar turnos más amplios y contención salarial. Se decide despedir al responsable de personal que es sospechoso de compartir opinión con los trabajadores. Pero ni aun así se consigue hacer entrar en razón a los trabajadores, por lo que se decide trasladar la fábrica al país del proveedor económico, llevándose la tecnología ahí. Dicha medida parece que también funciona y gracias a una mayor producción (aunque claro, con una calidad todavía menor, para eso no está el responsable de calidad ya…) y unos costes más bajos se incrementan los beneficios y las ventas. La autoestima de los accionistas se ve incrementada de nuevo. El premio nobel de economía se puede empezar a otear en el horizonte…
Sin embargo el proceso de ventas exponencial se ve truncado y conforme pasa el tiempo (unido a una pérdida de imagen derivada de una calidad insuficiente) deja de alcanzar las dos cifras y pasa a un insuficiente 3-5%. Lo cual sorprende a los accionistas, “no puede ser” piensan; hay que hacer algo nuevo y novedoso. Por lo cual deciden que si no hay compradores nuevos se crean, para lo cual deciden empezar a financiar a clientes que no encuentran financiación en otro sitio o directamente no disponen de fondos suficientes. Mientras tanto el banco de la empresa encantado de dar más financiación (el director de la sucursal ha conseguido todos los pluses y comisiones existentes gracias a nuestra empresa…). La medida vuelve a funcionar y nuestros brillantes cerebros deciden ir encargando un bonito frac para la ceremonia en Estocolmo.
Lógicamente semejante incremento exponencial viene acompañada de una necesidad de financiación brutal, la cual no puede ser absorbida de forma íntegra por el Banco, por lo que por el camino se ha decidido salir a bolsa y se han hecho un par de ampliaciones de capital a las que nuevos accionistas minoritarios han acudido en masa ante las cifras de crecimiento haciendo que el valor de las acciones aumente muy por encima del valor de la empresa (y su capacidad de generar beneficios como luego veremos).
Todo parece ser maravilloso para los futuros premios nobel, aunque empiezan a surgir las primeras grietas. Por un lado, el proveedor ha decidido que teniendo la tecnología y los materiales va a producir él también, haciendo que nuestra empresa tenga que bajar mucho los precios (y abandonar así los beneficios) para igualar a la competencia. Y algunos clientes a los que se les había financiado empiezan a devolver los recibos de sus préstamos. A lo que tenemos que sumar el coste de devolución y garantía de productos defectuosos.
Al desaparecer los beneficios y empezar a fallar cobros es preciso incrementar la financiación ajena, aunque el banco no puede cubrir el 100% de dicha necesidad, y no es aconsejable otra ampliación de capital vía emisión de acciones ya que devaluaría el valor de cada acción y la imagen de la compañía. Por lo cual y de acuerdo con el banco se decide a emitir participaciones en deudas corporativa que la propia entidad financiera califica de triple A (una a de atraco claro) con lo cual acuden más pequeños inversores. Ni que decir tiene que el Banco, imitando a nuestros genios prescindió del departamento de riesgos hace una semana…
Efectos no deseados del crecimiento exponencial
Sin embargo el crecimiento exponencial ha traído algunos efectos no deseados
- La necesidad de financiación de nuestra empresa ha hecho que el crédito deje de fluir a otras empresas y sectores, haciendo que proyectos y empresas desaparezcan por falta de financiación
- La deslocalización ha contribuido a un incremento notable en el paro lo cual conlleva un menor gasto interno (y por ejemplo en productos de nuestra compañía)
- Dicho menor gasto interno ha creado un mayor desempleo contribuyendo también a una disminución de las ventas de nuestra compañía
De repente todo parece empezar a ir mal, fallan los cobros de clientes y por tanto no se puede seguir atendiendo las deudas del banco quién debe cerrar el grifo de financiación (a nuestra empresa y a otras por el camino), las acciones ante unos malos resultados (y aún maquillados) empiezan a perder valor lo que añadido a una calidad insuficiente en los productos empieza a afectar seriamente a la imagen de la compañía. El proceso sigue degradándose hasta el momento en el cual la empresa debe declararse en quiebra con las siguientes consecuencias
- Los accionistas minoritarios ven perder todo su dinero
- Los propietarios de deuda corporativa ídem
- Los trabajadores han perdido su empleo
- Los clientes tienen en muchos casos productos defectuosos y sin garantía
- El banco tiene un agujero enorme que no puede cubrir.
Ante semejante situación los accionistas, firmes defensores del libre mercado ante todo, recurren a papá estado para que asuma las pérdidas y cubra las pérdidas del banco (que no de los empleados, clientes y accionistas minoristas claro). Eso sí, nuestras hachas del comercio (habiendo devuelto ya el frac al sastre, claro) se han declarado insolventes, insolvencia que no alcanza a los paraísos fiscales por supuesto (se aprende en primero de carrera que hay que diversificar y tener los ahorros en cuantos más paraísos fiscales mejor).
Y hasta aquí nuestro ejemplo, por desgracia así se mueve el dinero en la actualidad, como en nuestra empresa de ejemplo, sin ningún tipo de control u organismo que supervise su movimiento. Nuestra única esperanza residiría en una acción coordinada de todos los países industrializados y en vías de desarrollo para crear organismos que tuvieran potestad para regular y supervisar las transacciones internacionales. La otra parte es dejar que el dinero corra libre y salvaje obviando el papel de estados y organismos y por ende devaluando y despreciando el papel de la democracia y el voto de los ciudadanos
No hace falta decir que una mayor coordinación y unos organismos con autonomía suficiente es imposible hoy en día, así que Caballo loco corre libre y salvaje, directo al siguiente precipicio con el sol poniéndose entre las formaciones rocosas de monument valley….