El Sr. Pérez acabó de aparcar el coche en el parking. Gracias al GPS había llegado sin problemas a su destino sin conocer de prácticamente nada la ciudad. Y es que había salido muy poco de Murcia. Su trabajo en la pequeña empresa que había levantado de la nada le había impedido conocer mundo, ni siquiera prácticamente España. De eso se encargaría su hijo, al que iba a mandar a la Universidad Privada. De formarse, de conocer mundo y de expandir el pequeño negocio. Y en eso estaba ahora, preparando la logística para el aterrizaje de Pérez Jr. en la gran ciudad, para que nada le distrajese de su principal cometido: estudiar.
El Sr. y la Sra. Pérez salieron del parking, situado justo en el centro de la ciudad. Se encaminaron hacia la Notaria. Mientras iban hablando de la buena operación que habían hecho. En vez de mandar al chaval a un piso de alquiler o a un colegio mayor habían optado por comprar un apartamento. Su precio: 240.000 euros del ala. Les sobraba liquidez gracias a la buena marcha del negocio, no necesitaban endeudarse, y siempre les vendría bien unos ladrillos. Eso si, como eran por naturaleza negociantes, habían buscado y buscado. Hasta que dieron con aquel anuncio en el periódico: "De particular a particular". Y se enamoraron del pisito, y de su precio, un 15% por debajo del mercado(es que tenemos prisa, salimos de viaje durante unos meses y además al no haber inmobiliaria...). Además ambas partes estaban de acuerdo en escriturar muy por debajo de la cantidad real, y cerraron en 150000 euros. Los Pérez les entregaron 24000 euros sobre la marcha en el contrato privado de compraventa a los Rodríguez. A la firma llevaba un cheque bancario al portador por 150 mil euros (es que escrituramos un piso al día siguiente en la costa y así podemos utilizar este cheque como medio de pago) y 66 mil en efectivo, en el bolsillo interior del abrigo del Sr. Pérez. No había necesidad de nada más, pues tal y como se veía en la nota simple que les hablan entregado, los Rodríguez eran propietarios de la vivienda libre de cargas.
Cuando llegaron a la Notaria los Rodríguez ya estaban allí. La verdad es que eran una pareja encantadora, con clase y elegancia. Y se ve que estaban acostumbrados a firmar operaciones y a moverse en esa notaria, que por otro lado era inmensa. La Notaria a simple vista ocupaba más de 300 metros cuadrados, y contaba con varios despachos y salas de reuniones. El Sr. Rodríguez después de saludarles efusivamente les dijo, en voz baja:
Pasen por aquí. Hemos reservado una sala de firmas gracias a uno de los oficiales. Así podemos ultimar los detalles. Entre otras cosas podemos contar ese dinero en metálico que traen Vds. Espero que no les moleste, pero no vaya ser que los del Banco se hayan confundido al dárselo.
Como les iba a molestar a los Pérez. Ellos hubiesen hecho lo mismo. Una cosa es la educación y otra no tomar las medidas oportunas en un negocio. Así que los cuatro entraron dentro de la sala y se pusieron a contar el efectivo. De ello se encargo la Sra. Rodríguez, mientras su marido salía de la sala con los DNIS para dárselos al oficial que preparaba la escritura. Al cabo de un rato volvió y ya habían acabado. El dinero en efectivo descansaba en una silla al lado de la Sra. Rodríguez. Para pasar el rato estuvieron charlando sobre lo humano y lo divino, hasta que oyeron abrir la puerta
Buenos días Sras., Sres. Encantado de conocerlos. Soy el Notario que va asistirles en su firma, Jesús de la Fe Datario(en adelante JFD).
El Notario de unos 50 años se sentó en la cabecera y comenzó a leer la escritura de compraventa. Relato como los Sres. Rodríguez vendían a los Pérez el inmueble en cuestión, libre de cargas, tal y como constaba en la nota simple enviada por el Registro, y menciono el precio de 150000 euros. Les advirtió a los Rodríguez de su obligación de pagar la plusvalía y hacía mención de que los gastos de adquisición, notaria, registro e impuesto de transmisiones patrimoniales eran de cuenta de los compradores. Dicho lo cual hizo un inciso.
Como Vd. sabrá las Notarias en esta ciudad acostumbran a tramitar las escrituras. Si Vd. lo desea podemos tramitar las escrituras ante Hacienda y el Registro, o bien encargarse Vd. o la gestoría que Vd. designe.
El Sr Pérez sabía que era así. Como no conocía a nadie en la ciudad decidió encargárselo a la Notaria, pues en ni entendía del tema ni estaba cerca: Lo único era el tema del dinero para la provisión de fondos. Afortunadamente el Notario le admitió un cheque de cuenta corriente al portador por importe de 12000 euros. Allí mismo le hizo entrega de un recibí y le tomo nota de su teléfono para avisarles en cuanto estuviesen. Le entregó al Sr. Pérez una tarjeta de visita de la Notaria
Los Pérez se despidieron de los Rodríguez tras el intercambio de cheques, dinero y llaves. Tenían prisa por ir a ver el apartamento y volver a su Murcia natal....
3 MESES DESPUES....
El Sr. Pérez esperaba impaciente en el hall de la Notaría de JFD. Esperaba para hablar con el Notario. En su cabeza se amontaban las reclamaciones, las quejas. Tenía el discurso pensado:
Es inconcebible Sr Notario. Tres meses llevo esperando que me llamen. Tres. Y extrañado por la ausencia de noticias sobre la escritura llamo a su notaria. Y el Oficial me dice que no saben nada de ella. Que no les consta que yo haya firmado aquí, ni que por tanto haya dejado la provisión . Vamos, faltaría más. Y por eso he venido, para que me lo diga a la cara. Y para que localice la escritura y la tramiten en el mínimo plazo posible. Y espero que su extravió no me haya causado ningún perjuicio. Que disgusto. Y el niño a punto de empezar la Universidad. Ya verá cuándo vuelvan del viaje los Rodríguez y se lo cuente.
Interrumpieron sus cavilaciones haciéndole pasar al Despacho principal de la Notaria. Allí se quedo estupefacto y posteriormente indignado:
¡Qué broma es esta! ¿Dónde está el Notario? No he esperado para hablar con ningún empleado suyo...
Ante lo cual, su interlocutor, con cara de sorpresa, no pudo menos que responder.
Yo soy el Notario, JFD
Un silencio espeso se apodero del despacho....
5 MESES DESPUES...
La policía había ido hilando cabos. Los señores que se presentaron como los Rodríguez, en adelante los estafadores, no lo eran realmente. Los auténticos Rodríguez, fueron captados por ellos como clientes de una presunta inmobiliaria. Los estafadores consiguieron así las llaves y suplantaron la personalidad de los auténticos vendedores. Estos estaban fuera de España y los estafadores no corrían el riesgo de que volviesen en el corto plazo. Además, el piso les resulto interesante para sus fines pues no era necesaria la intervención de ningún Banco que levantase un hipotecario y que pudiese descubrir su jugada. Con eso, y un buen precio solucionaron el tema de la oferta.
En cuanto al tema de las posibles victimas se centraron en perfiles como el del Sr. Pérez. De fuera de la ciudad, sin vínculos con la misma, y que no necesitasen financiación bancaria. A cambio de eso, el precio era imbatible.
En el contrato privado de compraventa, hecho por los estafadores, figuraba como anexo una nota simple auténtica, que como no podía ser menos acreditaba la titularidad de los Rodríguez, ganándose la confianza de los Pérez. Estos estuvieron más interesados en asegurarse de la no existencia de ninguna carga en la nota simple que de pedir a los vendedores una copia de su DNI. A pesar de ello, la Policía sospechaba que, dado el nivel del golpe, seguramente tenían previsto este punto y contaban con documentación falsa.
Pero el momento cumbre fue la firma en Notaria. Los estafadores, junto con su cómplice, se aseguraron de llegar antes. Habían reservado hora en el notario para la ratificación y elevación a público de un documento privado, no para ninguna compraventa. Los falsos Rodríguez hablaron con el oficial y le solicitaron estar previamente a solas en una sala, pues tenían que discutir varios puntos del contrato, dándole a entender que necesitaban contar dinero de un modo discreto. Así, cuando llegaron los Pérez pasaron los 4 a la sala, mientras el oficial seguía a lo suyo y el cómplice hacía tiempo en la sala de espera. Al de un rato, y despues de que el falso Rodríguez le entregase los DNIS de los Pérez, el falso JFD entró, haciéndose pasar por el Notario, y bordando su papel. Lo que dejó atónita a la Policía fue la sangre fría de recrearse con el tema de la provisión de fondos. Les pareció un riesgo innecesario que, eso sí, bordaba la faena.
A partir de aquí, la Policía perdió la pista de los tres artistas. Los cheques se cobraron en cuentas abiertas bajo identidades falsas, percibiéndose su importe en metálico a los tres días. A partir de ahí nada más se supo...
Ah, sí. Pérez Junior acabó en el Colegio Mayor.