Si se molestan en repasar mis cuatro artículos anteriores sobre Abengoa, verán que se va clavando con precisión casi milimétrica la evolución futura de la compañía.
Esto no ocurre porque yo sea un semidios o un experto analista financiero-contable, sino porque un buen día, harto de perder dinero en chicharros infumables como Gowex, decidí ponerme de una vez a estudiar contabilidad y finanzas en serio, no sin esfuerzo. Este post reconociendo mi estupidez supina tratando de especular con un valor como Gowex, una empresa que en el fondo no entendía (ni yo ni nadie) es uno de los más valorados de Rankia y también aquel al que le tengo más cariño, pues me ha enseñado muchísimo al haber sido capaz de doblegarme a mí mismo a un nivel tal que mi orgullo fue arrasado por completo. Ese post sobre Gowex es mi particular recordatorio del Memento Mori, que espero nunca desaparezca de mi conciencia.
El "trauma" de Gowex (hablamos de 3.000€, ninguna tragedia pero, y lo que "pica"...), una vez rápidamente superado me animó a aprender a leer las cuentas de una empresa industrial la cual admiraba: Abengoa. Tras echarle unas horas saltándome las siestas de la canícula y gracias a lo que aprendí leyendo en Rankia, entendí que hasta ahora me estaba dedicando a hacer senderismo por un campo de minas, así se podía resumir mi etapa previa de especulador e inversor bursátil. Una actividad altamente peligrosa y que había mutilado partes de mi cuenta corriente.
Me juré a mi mismo que eso nunca más ocurriría. Podría siempre surgir un pufo oculto como el de Pescanova (aunque estoy seguro que habrá varias personas que detectaron cosas raras en las cuentas de Pescanova leyendo sus estados contables), pero nunca más me iban a pillar por no leer las cuentas y los cuentos de una empresa. Así fue como me acabé desmarcando de Abengoa.
Y ahora viene la reflexión y el reparto de estopa:
Si un mindundi, un bloguero del tres al cuarto como yo que ni siquiera es economista, vio hace año y medio que Abengoa apestaba a perros muertos, en parte gracias a dos análisis independientes colgados hace ya tiempo (los de Don Dividendo en 2011, ¡2011! y Pablo Vázquez en 2012) es que las cuentas oficiales no encajaban. De hecho, el informe anual 2013 que yo analicé cuando ya llevaba cinco meses en el servidor de la CNMV tiene más trampas que una película de chinos. Cualquiera con unos mínimos conocimientos financieros puede encontrar esas aberraciones con algo de esfuerzo y de ética. Y quizás he dado con la palabra mágica.
Ética
¿En que piensa la industria de inversión de este país? ¿ Por qué muchos analistos se han quedado en la nota de prensa corporativa y el bonito pauerpoin de colorines y no se han puesto a bucear en las entrañas de un informe financiero-contable colgado en la Web de la CNMV, que es lo que hay que hacer? ¿Por qué se supone que se les paga? ¿A qué viene mantenerse neutral o sobreponderar la acción de una compañía que tiene tantos problemas? ¿Cómo van a justificar haber adquirido para sus clientes acciones o bonos de la empresa que va a dejar a Rumasa en una mera anécdota, cuando en internet encuentras análisis independientes de calidad, y no me refiero a los míos, que avisan desde hace años del peligro?
Los informes contables de Abengoa están plagados de pistas que encienden las alarmas por doquier. Sin ni siquiera recurrir a teorías de la conspiración ni necesidad de tener información privilegiada sobre un supuesto agujero contable que estoy bastante seguro de que existe (a pesar de que hasta ahora nadie me lo ha confirmado, sólo lo sospecho leyendo la información oficial elaborada por la empresa) se puede ver que Abengoa se encontraba en plena huida hacia adelante ya con el informe anual de 2013.
Como mínimo, un buen analista con cierta ética debería preguntarse que hacen ahí esas pistas y exigir explicaciones a la empresa. Eso hicieron muchos en Noviembre ante el primer aviso patente de que algo no marchaba bien y por eso la cotización se desplomó momentáneamente. Pero muchos dieron por buenas las explicaciones, muy enrevesadas, de Manuel Ortega, el anterior CEO, sobre la deuda sin recurso en proceso y no sé qué otras palabrejas muy chupiguays del argot financiero. Eso sí, los fondos buenos salieron por patas del valor, estoy seguro de ello.
El gestor que haya comprado Abengoa después de esos fatídicos días de hace justo un año tiene que hacérselo mirar, o empieza a pensar en retirarse o debe volver a estudiar contabilidad básica. O bien, y aquí hablo de palabras mayores, está faltito de ética en los negocios y para con sus clientes. Lo que no es de recibo es que en mi primer análisis de aficionado de una empresa cotizada me percate de tantas y tantas incoherencias mientras que tipos muy bien pagados aparentemente lo ven todo como normal.
¡Algo falla en este sector!
Algo falla. Y como yo no soy Dios, sino tan sólo un tipo ordinario que se esfuerza y lucha por aprender cada día, es evidente que ellos no están haciendo bien su trabajo, por una razón u otra.
Ni ellos, ni el auditor Deloitte ni la CNMV, a los cuales les dedicaré unas cariñosas palabras otro día, justo cuando empiecen a buscar excusas, a escudarse en los malos datos que surgirán al abrir el baúl secreto de Abengoa, para justificar su infame trabajo. Deloitte, auditor de Abengoa desde el ejercicio 2012, que sólo empezó a avisar del marrón en septiembre de 2015. Deloitte, que avaló las cuentas de Bankia en 2010 y su subsiguiente salida a bolsa sin advertir de los riesgos a los potenciales inversores.
No exagero lo más mínimo si digo hoy que lo que fue Enron para Arthur Andersen podría ser Abengoa para Deloitte.
Otros artículos del autor sobre Abengoa y sus estados contables:
- Me desmarco de Abengoa 15 julio 2014
- Acerca de los "green bonds" y los bonos verdes de Abengoa septiembre 2014
- Nice try, Abengoa 17 noviembre 2014
- Mi interpretación personal de lo que pasará con Abengoa - Análisis de las cuentas 3T2015 25 noviembre 2015