El ahorro
Creando buenos hábitos
El ahorro puede definirse como la acción de guardar dinero en previsión de necesidades futuras. Existen otras definiciones pero esa en concreto es la que más nos interesa.
Es importante que cuanto antes, uno defina cuáles van a ser sus necesidades futuras y por lo tanto, prevea qué cantidad tiene que ahorrar y preservar para dichas contingencias. Algunas de estas contingencias pueden ser la compra de un coche, una vivienda, una reforma o una renta para la jubilación. Muchos de estos gastos pueden ser previsibles y otros no. Para nuestro hijo, esos gastos pueden ser la compra de una bicicleta, de un ordenador o la actualización de su antigua videoconsola.
Cada persona debería de plantearse muy seriamente cuáles son sus ingresos, cuáles los gastos que no puede eludir, cuánto desea destinar al ocio y cuánto al ahorro. Esto lo puede hacer anotando los ingresos y gastos anuales y realizando un presupuesto. Una vez realizado el presupuesto, somos conscientes de que iremos manteniendo un remanente de dinero que tenemos que guardar y proteger.
La inflación
Cuando no tenemos ahorros, la inflación puede ser un mal menor, pues los salarios, más o menos (más bien menos que más), se van revalorizando en función de ésta. En cambio, cuando tenemos ahorros, si no conseguimos que crezcan, su valor se va diluyendo día a día haciendo que la tarea del ahorro resulte frustrante.
¿Qué es la inflación?
La inflación no es más que la subida generalizada de los precios. A mayor inflación, menos bienes podremos comprar con nuestro dinero conforme pasa el tiempo.
La inflación, si la aplicamos a un producto, igual es muy diferente a la del conjunto de la cesta de la compra. Por ejemplo. Dentro de 5 años es posible que podamos comprar un ordenador o un coche al mismo precio que hoy, e incluso más barato y con mejores prestaciones; pero no una barra de pan o un brick de leche. Los gobiernos publican un índice (IPC) que indica cómo suben los precios en su conjunto respecto a una moneda (como por ejemplo el Euro).
Esto hay, al menos, dos formas de verlo.
¿Qué podríamos haber comprado con 100 euros del año 2000 a día de hoy?
Lo que representa esta tabla es lo que valdrían 100€ del año 2000 en los años sucesivos.
Por ejemplo, el día 1 de Enero del año 2012, podríamos comprar con 100€ lo mismo que el 1 de Enero de 2000 con 70,28€, lo cual demuestra el deterioro de nuestro poder adquisitivo.
No es por alarmar, pero si buscamos información sobre la inflación en España durante los años 70 y 80, podremos encontrar datos por encima del 10% anual, por lo que durante ese periodo, esos 100€ equivaldrían en 4 ó 5 años a menos de 50€. Alguien que hubiese obtenido una rentabilidad del 5% podría sentirse muy orgulloso, en cambio, la pérdida de poder adquisitivo habría sido bestial, aunque siempre menor que quién no obtuvo nada.
¿Cuanto necesitamos hoy para comprar algo que en el año 2000 costaba 100€?
Otra tabla que podemos encontrar es la inversa. Si en 2000 tenemos 100€, ¿Cuánto tendríamos que haberlos revalorizado para poder comprar lo mismo hoy? ¿Cuanto tendríamos que revalorizar nuestros ahorros?
Vemos que en este caso, para comprar un bien que en 2000 valía 100€, necesitaríamos gastar 140,71€, y ese debería de ser nuestro objetivo mínimo de rentabilidad a obtener para mantener nuestro poder adquisitivo.
Primer paso. Tener liquidez.
La liquidez es aquello que tenemos y que podemos convertir rápidamente en dinero en efectivo sin una pérdida significativa de valor. Un ejemplo de activo líquido es una cuenta bancaria.
Supongamos que hemos hecho el ejercicio de diseñar un presupuesto anual y que somos capaces de guardar una cantidad fija de dinero todos los meses. Pongamos 500€. ¿Qué hacemos después?
Mi recomendación es que se abra una cuenta remunerada gratuíta y totalmente líquida donde ir ingresando periódicamente esa cantidad. Tenemos que considerar esa transferencia tan importante como pagar un recibo de la luz o la hipoteca. Es una obligación que tenemos que imponernos.
Si nuestro banco no nos permite realizar transferencias gratuítas hay 2 alternativas:
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Ordenar un traspaso periódico desde el banco en el que me remuneran.
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Cambiar de banco.
Es poco probable que una cuenta remunerada bata consistentemente a la inflación, pero desde luego es el primer paso para ir rentabilizando los ahorros mientras nos aclaramos y desde luego para mantener la liquidez que podamos necesitar.
Con menor liquidez están los depósitos bancarios, aunque, en muchas ocasiones se pueden cancelar anticipadamente previo pago de una pequeña comisión. Si hay un dinero que no vamos a necesitar en breve podemos optar por destinarlo (al menos en parte) a la contratación de depósitos a plazo fijo que nos den algo más de rentabilidad.
En cambio, además de la liquidez, hay otro factor que influye de manera más significativa en la rentabilidad: El riesgo.
Los activos en los que hay riesgo de pérdida de valor suelen ser más rentables a largo plazo.