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Magia, misterios y enigmas del Pirineo en la Edad Media – IV: El origen de los Pirineos

Magia, misterios y enigmas del Pirineo en la Edad Media – IV: El origen de los Pirineos
 
       En el imaginario de la Edad Media subsisten y se acrecientan muchos mitos, leyendas, enigmas y seres mitológicos que tienen sus raíces fundamentalmente en la Grecia y Roma clásicas. Tal es el caso de la leyenda sobre el origen de los Pirineos, topónimo de raíz griega donde la raíz Pyr está conectada con sentido de fuego. Historiadores romanos como Posidonio originariamente y sobre todo Diodoro Sicilius, de la época de Augusto, son los transmisores de esta preciosa leyenda, paradigma de drama griego donde los haya.  
 
            Se trata de la trágica historia de la ninfa de los bosques y princesa Pyrene, hija virgen del rey Tubal derrotado por el rey Gerión que quería que Pyrene fuera su esposa.  Pyrene, enamorada del poderoso y valeroso Hércules,  huye sola y atemorizada hacia la Galia y se refugia en los Pirineos perseguida por el despechado Gerión,  que al no encontrarla trama una terrible venganza quemando toda la zona. Cuando Hércules llega con ciertas esperanzas al lugar del inmenso desastre a Pyrene le quedan escasos pálpitos de vida y Hércules sólo puede vivir con Pyrene momentos trufados y atravesados de lacerante amargura y desolación antes de cubrirla con cenizas y piedras,  procediendo durante los cuarenta días siguientes a vagar como alma en pena llevando a la tumba de Pyrene piedras y  más piedras, removiendo una inmensidad de terreno y el gran manto de cenizas  que cubre toda la zona producto del fuego devorador. 
 
            La novela histórica Misterios y Magia de Aruej, situada en el Valle del  Aragón en la segunda mitad del siglo XI, época de los primeros reyes de Aragón Ramiro I y Sancho Ramírez,  incorpora en su capítulo IV, páginas 181 a 210,  esta leyenda y otras muchas historias y fabulaciones articulados en la novela en una serie de cuentos que el señor de Aruej cuenta a uno de sus hijos en un duro invierno montañés al calor y crepitar de una chimenea que quema troncos de haya y roble de los Pirineos.
          “La nieve cubría por doquier el señorío de Aruej con una capa que en algunos lugares llegaba a los dos palmos, sobre todo a partir de la zona de Canfranc. El sempiterno viento del noroeste barría con fuerza … “ 
 
 
 
   Luis Ferruz Agudo / Escritor y economista / 
 
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