Una de las opciones que tienen algunos gobiernos para solucionar los problemas de la deuda es el proceso de monetización de la deuda. Normalmente se entiende monetizar la deuda, como un proceso en el que se generan billetes para pagar la deuda. Sin embargo esta concepción olvida ciertos detalles.
Imaginemos que un gobierno gasta 200 e ingresa 100; está claro que necesita conseguir 100 adicionales para cuadrar el presupuesto. Lo normal es que este gobierno acuda al mercado y pida prestado a las personas que tienen ahorros, (bien directamente, bien a través de fondos de diversos tipos) el importe que necesita.
Si bien este es el procedimiento normal, no es el único y en este esquema pueden entrar los bancos centrales. Los bancos centrales pueden actuar sobre este sistema en dos tipos de mercados; por un lado en el mercado primario, y por otro lado en el mercado secundario.
Cuando hablamos del mercado primario, estaríamos ante un proceso en el que el banco central emite dinero, con el que compra al gobierno la deuda necesaria. Es decir, todos los estados emiten títulos de deuda pública en las subastas, que es adquirida por las entidades. En este caso el Banco Central Europeo sería como un banco más. De esta forma se consigue que los países no tendrán problemas para colocar su deuda pública, ya que o bien invierten en los citados títulos inversores, o bien invierten los bancos centrales. Las razones por las que los bancos centrales pueden intervenir de esta forma son dos principalmente; una primera razón es pura política monetaria, ya que al comprar deuda de los países, lo que hacen es reducir los tipos de interés de la deuda pública, (incrementando la demanda de los títulos en las subastas), lo cual a su vez provocará que los tipos de interés en la economía se reduzcan.
La segunda razón es que el banco central de turno, asuma el papel de prestamista de última instancia; en este caso estaríamos hablando de una situación en la que nadie compre la deuda pública de un país, por lo que sería el banco central el que la compre invirtiendo para ello dinero creado de nuevo. La frase prestamista de última instancia, no responde a otra cosa que el motivo de las compras de bonos viene derivado de la necesidad de los gobiernos de financiarse en un contexto que no existan inversores.
Al contrario que la mayoría de los bancos centrales, el BCE tiene vetado el adquirir deuda directamente en las subastas, y lo que está haciendo es intervenir en el mercado secundario de deuda. La diferencia fundamental es que no puede acudir a subastas y simplemente compra títulos de deuda a los bancos. De esta forma se consigue solucionar el problema de que los bancos tienen unos títulos que pierden valor, pero los estados no tienen una red de seguridad ante posibles fallos en las subastas.
Las razones oficiales para el veto a que el banco central europeo actúe como prestamista de último recurso, o que acuda a las subastas de forma directa, la encontramos en el proceso que se llama monetización de la deuda. El proceso es simple y parte de una simple relación de efectos que se producen cuando el Banco Central emita billetes para con ello acudir a las subastas de deudas. Es fácil saber que en el ejemplo pasado, si el banco central europeo emite 100, para comprar la deuda del gobierno, tendremos más cantidad de dinero y más cantidad de deuda. Esta deuda parece que “no se debe”, ya que parece entenderse que al banco central no se le va a pagar, sin que exista gran problema debido a que estamos hablando de dinero creado. En realidad, el estado sigue debiendo este dinero y el banco central lo que ha hecho es un apunte contable creando un activo, (la deuda del país que será un activo del banco central) y un pasivo, (el dinero emitido); a medida que el estado va amortizando la deuda, el dinero se va reduciendo y el banco central va devolviendo el balance a su momento inicial. Por lo menos este es el esquema en la teoría.
En todo caso, si tenemos en cuenta lo que parece y lo que es en teoría, podemos entender lo que ocurre en realidad. El estado sigue debiendo dinero, y se crea dinero para pagar la deuda, de forma que nos encontramos el efecto real que acabaría acabando con la deuda. Al imprimir dinero, existiría más dinero en circulación, de tal forma que la inflación se dispararía, lo cual implicaría una pérdida de valor del dinero y por tanto de las deudas. Pero este proceso que todo el mundo da por obvio, parece que no siempre se da.
Siempre que hablamos de la monetización de la deuda, el ejemplo típico ha sido el de la Alemania de la primera guerra mundial, donde no existían fondos para pagar las deudas de las reparaciones del conflicto. En consecuencia, se optó por imprimir la moneda suficiente para pagar las deudas, lo cual provocó el fenómeno de la hiperinflación alemana. La pérdida de valor de la moneda suponía además la devaluación continua de la moneda, con lo que al ser las reparaciones deudas externas denominadas en moneda extranjera, al final la deuda no paraba de crecer.
Sin embargo, más recientemente tenemos el caso de Estados Unidos y la Reserva Federal que han acometido espectaculares compras de bonos en el mercado primario. La reserva federal, lo que ha conseguido es bajar la rentabilidad de los bonos del tesoro USA a niveles muy bajos, pero curiosamente la inflación no se ha desbocado, y a su vez la deuda pública estadounidense está llegando a niveles peligrosos, (lejos por tanto de ser reducida por el proceso de monetización). Curiosamente lejos de tener una devaluación del dólar, nos encontramos con la necesidad continúa de intervenciones para rebajar el valor del dólar. Al igual que en Japón, (otro país en el que se ha monetizado la deuda a discreción), el problema es que la moneda tiende a subir en lugar a bajar.
La clave es sencilla; el fenómeno de la monetización depende de la inflación que genere el incremento de cantidad de dinero en la economía que es en realidad la clave que va a definir los resultados. Por tanto para conocer los efectos directos e indirectos sobre la economía, tenemos que recordar un par de post que he puesto en su día; Por un lado, tenemos que tener en cuenta que las inyecciones de dinero y las compras de deudas públicas han sido concentradas en las entidades financieras, lo que provoca que no han llegado al sistema económico, de forma que en realidad la cantidad de dinero en la economía no se incrementa, sino que se está reduciendo provocando efectos deflacionarios.
En realidad la diferencia entre que las emisiones de dinero hayan incrementado la cantidad de dinero o no, (y por tanto los efectos sobre la inflación), al final está en la existencia de un sector financiero desarrollado, que es lo que a la postre hace imposible hoy en día un proceso de hiperinflación.