Este fin de semana hemos tenido por fin la noticia de un rescate o algo parecido de España. Y digo rescate porque por mucho que se empeñe el presidente del gobierno lo que ha pasado este fin de semana es muy similar a lo que ha ocurrido en el resto de países que han sido rescatados.
Es cierto que en el caso de España existe una diferencia que es que nos cuentan los fondos van a ir destinados a recapitalizar el sector financiero. Y me gustaría llamar la atención sobre que la palabra clave de la diferencia es que “NOS CUENTAN”, porque en realidad en todos y cada uno de los casos se han dado unos préstamos a cambio de unas condiciones, a los países para que estos a su vez capitalizasen su sistema financiero y para que pagasen a sus deudores. En el caso de España se está asumiendo que no va a tener los mercados cerrados, lo cual es mucho asumir.
Este matiz es importante pero lo más llamativo es que desde el gobierno se trata de justificar de alguna forma que esto ha sido un éxito y algo bueno, hasta el punto de que Mariano Rajoy, cuando se ha decidido a aparecer, nos cuenta esto de que “es difícil conseguir una línea de crédito”.
Es cierto que ahora mismo es difícil conseguir crédito debido a que los problemas en el sector son más que evidentes. Pero en todo caso tiene mucho merito, como podrá saber cualquiera que intente conseguir hoy un crédito. De hecho, la palabra rescate viene determinada precisamente porque era imposible pedir un crédito o incrementar el endeudamiento en los sitios donde normalmente se piden.
Pero imaginando que existiesen prestatarios, la realidad es que en la situación actual el crédito que ha pedido España no sería difícil, sino imposible. Imaginemos a una persona endeudada, (Ya sabemos que nos cuentan que esto no va a afectar al déficit, pero si a la deuda), que va a pedir un préstamo sin saber cantidad, porque lo va a usar para una inversión determinada que no es capaz de cuantificar. Recordemos que este dinero está para recapitalizar un sistema financiero para lo que necesitamos unas cifras que no están ni de lejos cerradas, y sin que exista un plan para pagarlo. Esto es realmente lo que ha pasado esta semana. Se ha puesto una cantidad de 100.000 millones que en teoría salen de unos informes del FMI que se han hecho a toda prisa y que no tienen ningún sentido. En este informe se hablaba de unas necesidades de 37.000 millones en un escenario adverso, que podrían llegar a los 80.000 y por tanto nos piden 100.000. No se me ocurre un caso más claro de no tengo ni puñetera idea. Para entendernos, es como si yo digo que el viernes que viene va a haber una temperatura entre los 15 y los 45 grados.
En todo caso, es difícil entender que con un rango tan abierto para los números del FMI lleguemos a la conclusión de que está mal, pero es tan triste que la semana pasada traté de exponer que desde luego los 37.000 millones no son el resultado de un escenario adverso, sino que esta cantidad no llegaría actualmente.
Pero sigamos imaginando. Alguien pide un préstamo sin saber ni tipos de interés, ni condiciones, ni tan siquiera el importe, para un fin en el que no está nada clara la cantidad, y teniendo en cuenta que va a estar más endeudado en una situación en la que la deuda es un problema. ¿parece difícil?. Pues tiene razón Rajoy; realmente es difícil, incluso sin tener en cuenta otro pequeño detalle que se suele mirar cuando se habla de conceder préstamos. ¿Se podrá pagar?.
En esta situación, pese a todo el ruido que nos estamos encontrando, la realidad es que como poco nos encaminamos hacia un empeoramiento de la recesión, de tal forma que las rentas de las personas y empresas españolas se van a seguir deteriorando, (aún en el improbable caso de que no existan unas reformas que empeoren más la situación). Dado que los ingresos del estado son una parte de estas rentas, la realidad es que las dudas sobre la capacidad de pago del estado son ciertas y además las perspectivas no son demasiado buenas.
En resumen, estamos hablando de una operación de préstamo, en la que el país pide una cantidad indeterminada, sin tener ni idea de las condiciones, empeorando el problema de endeudamiento y sin un plan mínimamente creíble para devolverlo. Si esto no suena a desesperación y por tanto a rescate, que baje dios y lo vea.
¿se conseguiría este préstamo en un esquema normal de funcionamiento?. Pues lo cierto es que si una persona va de esta forma a un banco, que a su vez tenga cierto criterio, la realidad es que sería denegado con toda probabilidad. Sin embargo todo el mundo ha presionado (y no tiene demasiado sentido que se niegue porque lo cierto es que no ha sido nada sutil), para que se acepte esta operación de crédito.
El más puro sentido común nos dice que los prestamistas habrán ganado, (o por lo menos que buscan ganar). Quizás sea difícil verlo en un entorno en el que todo el mundo trata de mentir, (o manipular la información pública, mostrando el foco sobre puntos positivos acordes con cada punto de vista y ocultando aquellos negativos), pero en este caso es sencillo entenderlo.
En este rescate, tal y como ha ocurrido en todos los demás, la realidad es que nos han colado el sistema de los eurobonos. Instrumentos que todo el mundo pide ahora, pero que esconden una trampa curiosa. Esta trampa, que ya he comentado varias veces en este blog, explica bastantes cosas; por un lado explica el interés de los prestatarios por el rescate o préstamo, y por otro lado explica también la importancia de que todo se desarrollase antes de las elecciones de Grecia.
Una entidad, que probablemente se domicilie en Luxemburgo, emitirá bonos obteniendo fondos para prestar a España, para que a su vez se lo preste a bancos. La clave está en una posible salida del euro. Esta deuda pública lo que supone es que en caso de salida del euro, el tipo de cambio perjudica a España, por lo que los acreedores lo que han hecho es conseguir que si salimos del euro, se garanticen el cobro en la moneda de los acreedores por unas deudas actuales que podremos seguir pagando por ahora.
Por tanto, no es una operación de crédito, es un rescate y con trampa.