La opinión nauseabunda a la que me refiero hoy es la de Alberto Roldan, publicada en “El Economista”. Lo primero que me gustaría aclarar es que esta persona se anuncia como Director de Inversiones de Lloyds, entidad financiera británica que ha protagonizado varios rescates tanto en 2008 como en 2009, Además en noviembre de 2012, se conocía un informe del parlamento británico conforme los contribuyentes difícilmente recuperarán estas inyecciones, (una tontería de 77.000 millones de euros de nada, a sumar a garantías por importe de 653.000 millones de euros a repartir entre RBS y Lloyds).
Es importante recordar todo esto porque Alberto Roldán se pone a divagar sobre las preferentes, hablando de riesgos y rentabilidades, para pedir a los estafados, (y sí; esta es la palabra exacta), con preferentes y otros instrumentos que asuman su rol de inversores y personas que invertían en activos de riesgo a la espera de una rentabilidad, que asuman que todo fue una inversión que salió mal. ¿Qué autoridad tiene para decir esto cuando resulta que tiene un sueldo pagado gracias a los rescates?, ¿Qué autoridad tiene para decir esto una persona que olvida que una parte del rescate consistió precisamente en permitir expoliar a las personas?. Es muy fácil hablar de asunción de riesgo, cuando de un simple vistazo a las fechas podemos ver la casualidad de que mientras se rescataba a las entidades (que ahora tanto hablan de que se asuman responsabilidades), se ponían en circulación por todas las entidades, (no sólo las cajas), esta serie de valores que han llevado a engaño a miles de ciudadanos. Es difícil no relacionar el hecho de las minusvalías de los ciudadanos con la necesidad de plusvalías para unas entidades que estaban en la ruina.
Pero incluso pasando por alto estos detalles, que no constan en el artículo que ha puesto en el economista, tenemos unas cuantas perlas que nos dejan las sempiternas dos opciones; o bien este personaje tiene una inteligencia y conocimientos muy limitados o bien estamos hablando de una persona con una moral relajada si se trata de justificar determinadas acciones; (Traduzco: ¡O es tonto o es un hijo de…!).
Por ejemplo:
“Su argumento (el de los clientes) es que les "vendieron un producto que no ha resultado ser lo que compraron". De otro lado está la entidad, cuya política comercial en ese momento le llevó a distribuir masivamente un producto de evidente riesgo pero que tenía aceptación. De otra manera no se entiende que en el momento álgido se registrase un millón de inversores en preferentes.”
Vamos a ver si nos entendemos; Es cierto que hay inversores que sabían lo que compraban, y por tanto compraban participaciones preferentes; es cierto de la misma forma que existían inversores cualificados, representando a fondos o inversores institucionales que compraban estos productos. Pero resulta que después hubo una masiva colocación a personas que no sabían lo que compraban, o no sabían bien lo que compraban. ¿Cómo los distinguimos?. Pues muy sencillo; en el precio que se paga por esto. Yo puedo vender latón, (de hecho mucha gente lo compra), pero si lo vendo como si fuese oro y a precio de oro, estoy engañando. ¿Cuántos inversores cualificados compraron preferentes al 100% de nominal en los años de la caída de los mercados financieros?.
Entre 2009 y 2010, las entidades financieras colocaban masivamente preferentes mientras emitían ofertas de recompra al 50% para inversores institucionales. ¿Esto no da pistas de la táctica?.
Lo que se olvida este personaje es que precisamente la “política comercial” de las entidades se destinó a los minoristas tuvo una razón principal que no es otra que la de “los mercados estaban cerrados”. Esto significa que nadie que tuviese los conocimientos suficientes para evaluar todo esto, los compraba, sobre todo en un entorno en el que el gobierno español por ejemplo rescataba a bancos y cajas, sin identificar los rescatados para no estigmatizar. En definitiva, la política comercial consistía en localizar a aquellos clientes que confiaban en la entidad financiera y engañarlos. ¿Tan difícil es entenderlo?.
Como los inversores no estaban en condiciones de comprar unos activos a unos precios que tampoco comprarían, la solución fue sencilla: convertir a los ahorradores en inversores, (por seguir con la terminología de esta persona. De esta forma, continua el personaje con su exposición con el siguiente término:
“Los inversores no se preocuparon de entender bien lo que compraban. Es así de simple. Eso sin embargo, no exime a su entidad de explicar en detalle lo que estaban vendiendo, es decir, los riesgos. Eran tiempos en los que el dinero fluía, las aburbujadas cajas vendían de todo porque tenían quien lo comprase.”
¿Tiempos en los que el dinero fluía?, ¿jubilados o pensionistas comprando de todo?. Esto no tiene ningún sentido. En todo caso llega a su posicionamiento en el que todos son culpables porque “Los bancos ejercieron una presunta mala praxis comercial que sin embargo, como reconoce la propia CNMV, es indemostrable en su parte verbal pues siempre contradecirá la firmada.”
Vamos, que la parte que exime de la culpa de los bancos es que, según parece, las malas prácticas no se podrán demostrar. Esto viene a ser un argumento tan disparatado como que en un asesinato, la culpa será de la victima si el asesino comete el asesinato perfecto. Pero más allá de esto, comete dos errores básicos, (¿o no lo son?), a la hora de definir esto como indemostrable.
En primer lugar, la CNMV lo que dice es que no lo puede demostrar con sus instrumentos, pero no dice absolutamente nada de los jueces. Es decir, con razón o sin razón, (y en este caso es probable que estemos ante un escaqueo en toda regla), lo que dice es que es un órgano administrativo que no puede entrar a valorar aquellos casos en los que la versión de uno y otro son distintas. Pero una cosa es que esto sea indemostrable por la CNMV con sus medios y competencias y otra muy distinta es que sea indemostrable.
Evidentemente hay muchos delitos y litigios en los que existen varias versiones, y para esto normalmente nos encontramos con las declaraciones y las testificales. ¿Se puede probar mediante testigos estas actuaciones?. Pues cuando tenemos un testigo que manifiesta determinados aspectos, que además se apoyan en hechos que se pueden probar, (por ejemplo, inexistencia de contratos, MIFIDS disparatadas, contratos firmados con X porque no se sabe firmar, una evolución histórica de los contratos…), se puede sacar una conclusión. Lo contrario sería defender que ningún caso se solucionaría jamás.
Pero si tenemos la suerte de tenemos tres testigos que dicen lo mismo, las facilidades de prueba son sencillísimas. Imaginemos que una persona exige a otra una cantidad determinada a otra a cambio de no romperle las piernas; evidentemente es difícil de probar; pero ¿y si tenemos tres testigos ajenos, desconocidos entre sí, que afirman lo mismo?.
Pues lo bueno y lo malo de esta situación es que tenemos cientos de miles de personas que han escuchado los mismos argumentos, y que han sido engañadas de la misma forma, gracias a que las estafas masivas se hacen mediante circulares. ¿De verdad es tan difícil probar esto?.
Otra cosa es que no se quiera, pero ojo que esto es muy distinto a que es indemostrable; de hecho muy pocas veces será tan sencillo probar algo. Precisamente por esto es el cabreo generalizado. Cada vez las cosas están más claras, incluso los patéticos intentos de convencer a la gente de que “asumamos”.