Entre los síntomas de la citada enfermedad nos encontramos lo siguiente: “Entre las características más comunes del TPA se encuentran la ausencia de empatía y remordimiento, también una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos insólitos), la deshumanización de la víctima o la falta de preocupación a las consecuencias. El egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes”.
El caso es que si analizamos los síntomas, podemos encontrar ciertos colectivos que están dominados por personas que responden perfectamente a la definición planteada. Por supuesto, no pretendo ser médico ni diagnosticar ciertos trastornos a determinadas personas, pero lo cierto es que estoy seguro que no nos costará encontrar personas que se parezcan bastante a este perfil en nuestra vida pública. De hecho a lo mejor es difícil encontrar alguno que no lo sea.
En este sentido me gustaría pensar en cuando nos preocupamos del aspecto de la morosidad y nos encontramos centrados en la discusión de si el sistema financiero es fuerte o débil. En este sentido parece increíble que estemos discutiendo si una entidad puede o no aguantar una morosidad del 10%. Es una discusión ridícula, porque lo que no parece entender nadie es que no hay sociedad que aguante el nivel de sufrimiento que supone un 10% de morosidad. En mayo de 2009, según Asnef existían 2.7 millones de personas incluidas en listas de morosos. De verdad, ¿podemos asumir que un sistema puede aguantar con 3 millones en listas de morosos, y más de 4 millones de parados?. ¿Podemos tan siquiera imaginar la cantidad de dramas personales, familias y vidas destrozadas?. Sinceramente, creo que no sea necesaria una gran empatía, o más bien creo que es muy difícil deshumanizar hasta tal punto estas cifras, como para no tratar de imaginar lo que esta situación está suponiendo. Lo peor de todo es la sensación de irrealidad que surge ya que es completamente absurdo pensar que un sistema económico puede funcionar mínimamente con la realidad que se puede ver de forma muy sencilla a la luz de estos datos.
Se habla del stock de viviendas de los bancos, hablando desde todos los puntos de vista que nos podemos encontrar, pero resulta que nadie está hablando desde el punto de vista de los dramas de las personas que lo han perdido todo después de haber contribuido graciosamente al enriquecimiento de tanta gente. Se lanza al aire esto de que el año que viene habrá 200.000 ejecuciones hipotecarias y resulta que nadie piensa en 200.000 familias arruinadas. ¡200.000!. Lamentablemente analizamos si los bancos sobrevivirán o no. Curioso, porque los bancos sólo podrán sobrevivir si sobrevivimos nosotros. ¡Así de simple!. Cada drama les aleja más de la supervivencia, por mucho que se empeñen en no verlo.
Por otra parte, mientras hablamos del gobierno, nos damos cuenta de la demagogia que nos suelta el Partido Socialista o el Partido Popular, o todos los demás, a los que se les llena la boca hablando de las familias, las dificultades, las niñas de uno, y el parado en la mente del otro…. Y la triste realidad es que no hay ni una sola medida para las familias, que no sea pagar la factura de esta historia, engañando de forma que hasta aburre con aquello de mantener los derechos sociales. En septiembre he puesto una “carta abierta al gobierno”, pidiendo que por lo menos no se burle de nosotros. ¿Les parece empatía, comprensión o un mínimo de respeto a la sociedad, estar hablando de que mantenemos el poder adquisitivo?. Hoy están hablando y discutiendo sobre la posibilidad de llegar a pactos y lo vergonzoso del asunto es que realmente no entiendo cómo demonios les cuesta tanto. El caso es que en las medidas están completamente de acuerdo. Por eso simplemente están todos los días a vueltas con las mismas discusiones vacías porque no pueden decir que las propuestas que tienen son exactamente las mismas. ¿Para qué quieren un pacto?. O mejor dicho, ¿para qué lo quiere todo el mundo?. Pues para tomar en conjunto las medidas impopulares sin que podamos hacer absolutamente nada. Por cierto, si son impopulares es porque son un triste absurdo.
¿No es falta de empatía, después de rescatar a todas las empresas y bancos que se nos ha ocurrido que el problema del déficit público sean los 420 euros mensuales a parados o bien las subidas de sueldos de funcionarios y pensiones?. ¿Podemos imaginar la tensión que una familia puede estar soportando con unos ingresos durante seis meses de 420 euros?. ¿Se puede entender que se diga que esa ayuda hace que las personas no tengan incentivos para buscar trabajo?. Lo siento, pero es que trato de imaginar una familia (o una persona), tratando de subsistir con 420 euros al mes, durante seis meses y no soy capaz de entender cómo nos encontramos con el argumento de que desincentiva la búsqueda de trabajo. El hecho de que se usen estos casos para justificar la economía sumergida me parece de locos. No es que se necesite algo de empatía, es que hay que tener muy poca visión para entender que la sociedad no puede funcionar con tal nivel de desesperación.
¿no suena a vacile que se trate de reformar la seguridad social, reduciendo las pensiones, por cierto problema en la sostenibilidad y luego todo el mundo pide reducciones de las cuotas empresariales, que tengo entendido son sus ingresos?. ¿y que todos nos traten de apuntarnos a los planes de pensiones privados?.
A veces nos encontramos con las estadísticas de que la gente aceptaría cualquier trabajo, para justificar la reforma laboral y el contrato único. ¿Pero no se da cuenta alguien de la desesperación de las personas dispuestas a aceptar cualquier trabajo al precio y coste que sea?.
En esta crisis, hemos tenido a todos los expertos, organismos, y demás cantamañanas con un micrófono en la boca, hablando de la culpa de las familias en esta historia. Todo sea con no escurrir el bulto, olvidándose que las familias son las que han pagado la fiesta, las que pagan la limpieza, y las que pagan la resaca. Y a cambio ni tan siquiera un poco de respeto, sino que como perdedoras en esta historia, sufren el escarnio debido a que simplemente no disponen de voz.
Sé que puede levantar susceptibilidades hablar de estas cosas y plantear si tal o cual persona tiene rasgos de sociópata; pero analizando la definición que he puesto al comenzar el post, ¿podemos asegurar que estas personas no son directamente sociópatas?.
¿Hablamos de los bancos centrales?. Realmente han contribuido y mucho a este lío, y no paran de hablar de sacrificios (de los ciudadanos), de sufrimiento de los ciudadanos, y de que mientras proponen a los bancos que aprovechen las facilidades que se les han dado, (a nuestro cargo), para que se salven e incluso mejoren su capacidad coactiva, (según palabras de Merkel), resulta que a las familias, nos proponen sufrimiento, y sacrificios, para mantener lustrosos sistemas financieros. ¿Cómo definimos a Paramo y sus declaraciones de que nos apañemos?. Evidentemente sigo sin ser el adecuado para diagnosticar nada a nadie, pero ¿podemos negar que se parece mucho a lo de la Wikipedia?
Podemos echar un vistazo a los poderosos de Goldman Sachs, que primero empaquetan las subprime, luego las venden, apuestan a la baja, luego la montan con las commodities, nos tienen a todos locos con el precio de la comida, el petróleo, para después endeudar a los países para darles el dinero al sistema financiero, para después de colaborar en las emisiones y en toda serie de trucos para endeudar a todo el mundo, al final se decide a apostar contra los países, mientras amenaza con que no les dejen caer. ¿Cómo definimos esta actuación?.
El caso es que no hace demasiado tuve la oportunidad de ver “El hundimiento”, que relata los últimos días de Adolf Hitler. Supongo que casi todo el mundo tiene por lo menos unas nociones básicas de la situación de Alemania y en particular del personaje en cuestión en la época. Después de invadir prácticamente toda Europa, la situación en Berlín es desesperada, con el ejército ruso que se acerca sin remisión. Lo cierto es que la guerra está perdida y tanto Hitler como gran parte de la cúpula están en sus últimos días.
La película muestra la vida cotidiana en ese bunker con escenas que vistas desde fuera rozan el surrealismo. En un mundo que se desmorona, los habitantes del bunker, y el propio Hitler, se debaten entre las tácticas a la desesperada, la esperanza en soluciones que nadie cree, y desde luego la resignación y los intentos de mantener un mínimo del status, con fiestas incluidas bajo los bombardeos.
Desde luego una y otra vez, se le propone la rendición, o abandonar Berlín de tal forma que es recurrente el castigo que la sociedad civil de la ciudad va a sufrir en una resistencia inútil, pero todas y cada una de las veces que se le mencionaba al dictador la conveniencia de frenar las hostilidades para evitar la pérdida de vidas, la respuesta era el desprecio de los civiles, que simplemente eran algo que no era importante al lado del fin supremo.
¿Qué quieren que le diga?. Lo cierto es que la sensación de que en el fondo la situación es la misma me abruma con cierta frecuencia. Es una sensación de que hemos puesto a toda una colección de sociópatas a dirigir una sociedad, que se está desmoronando en medio de los cañonazos de todos los bandos, mientras las clases dirigentes tratan de mantener a flote una idea caduca, llegando a niveles de absurdo propios de Eva Braun, montando fiestas o de los niños de Goebbels jugando mientras el tiempo se acaba.
En estos momentos trato de pensar que todos estas personas, instituciones y demás gente que parece que nos lleva sin remedio al desastre, son al final eso; instrumentos de la sociedad y que al final los que hoy somos carne de cañón sacaremos adelante esto, pero teniendo en cuenta que realmente tenemos que sacudirnos bastantes cosas de encima para conseguirlo. En todo caso, no me parece oportuno que la sociedad esté dirigida por personas que (diagnosticadas o no), manifiestan una ausencia de empatía total y absoluta con las personas de la sociedad, salvo en los discursos.