Pocas historias dejan tan al desnudo la realidad de este país (o lo que sea), que llamamos España. La noticia la destapa el diario el mundo, y no es otra que se destapan unas cartas que el juez Garzón envía a Emilio Botín, a cuenta de unos cursos en Estados Unidos.
La historia parece bastante clara. Allá por el 2005, el juez se fue a Estados Unidos en licencia de estudio, (mientras seguía cobrando su nomina de juez), pero en abril se dirigió a Emilio Botín, con el ánimo de conseguir financiación para dos proyectos de cursos, seminarios o algo por el estilo, que consiguió. El juez cobró unos 160.333 dólares y el banco pagó 302.000 dólares por esos coloquios.
El caso es que posteriormente, el juez recibió una demanda contra el propio Botín, (no contra el banco), y esta demanda fue archivada sin que se abstuviese. Estos hechos no eran desconocidos y de hecho el juez ya fue preguntado al respecto y se dedujo que su actuación fue correcta, ya que al Consejo General del Poder Judicial llegó un escrito conforme el dinero no provenía del Banco Santander, sino que venía del centro Rey Juan Carlos, que era quien había obtenido los fondos, y el que a su vez había pagado el salario a un estudiante, (recordemos que estaba para estudiar y por eso seguía cobrando su sueldo).
Total, que como nadie pareció molestar demasiado la cadena de pagos; pues se cerró la investigación, ya que supongo que a nadie se le ha ocurrido pensar en la existencia de este centro como entidad interpuesta.
Hasta aquí era la historia conocida, pero sin embargo, hoy nos desayunamos con el artículo de “el mundo”, (mucho más completo en su edición de papel), que nos permite descubrir hasta que punto llega el nivel de tontería en este nuestro país.
Resulta que cerrado sin más problemas el asuntillo, tras la denuncia de los demandantes de Botín en este segundo juicio anulado, nos encontramos con que en la memoria oficial del centro Rey Juan Carlos I, (el que pagaba), consta que el juez Garzón ha sido quien ha buscado la financiación del ciclo de coloquios. Lo cual la verdad no deja de sorprender y desde luego no puede ser entendido como una expresión del nivel de impunidad en el que están acostumbradas determinadas personas. No es fácil entender cómo es posible que una persona de la preparación que se le supone al juez estrella de la audiencia nacional, consiga un escrito de una entidad en el que esta manifiesta que el Sr. Garzón no tuvo nada que ver con la recaudación de fondos, y la propia entidad después ponga en ¡la memoria oficial!, (esa que sirve para regalar a las visitas de lustre), la verdad. Es que es un error por parte de todos, pero de niño de teta. Evidentemente, la chapuza digna de Mortadelo y Filemón, únicamente es posible entenderla desde la óptica de la chulería más absurda.
En fin, que a la vista de este documento se reabre el caso. Pues muy bien, se le pide documentación al Banco Santander y este remite la serie de cartas al tribunal. Las cartas que están publicadas, desde luego no tienen desperdicio y hay dos tipos de cartas, las del Director General en USA del banco, (Gonzalo de las heras) y las del propio Garzón a Emilio Botín.
Lo que queda claro es que el juez acudió a la entidad a captar los fondos para pagar los proyectos, y desde luego la descripción de la cena de toma de contacto, facilitada por Gonzalo de las Heras es digna del mejor Buñuel.
"Garzón rompió el hielo diciendo que acudía como español y como amigo, y no como juez, y que podíamos hablar de todo lo que quisiéramos sin temer que nos llamara a aclarar el sentido de lo dicho: 'Como sabéis', dijo, 'aquí no tengo jurisdicción'".
El directivo de Santander informa a Botín que le contestó a su propuesta en los siguientes términos: “Le dije que estaría encantado de transmitir su propuesta a Madrid y queno dudaba de que le ayudaríamos en la medida de nuestras fuerzas, pues los bancos siempre tienen que pensar en sus accionistas”
Luego comienzan las cartas de agradecimiento, las del segundo ciclo, mas agradecimientos por los fondos, más abrazos y los “querido Emilio”.
El Juez contesta por la tarde con un comunicado de prensa amenazando con denunciar a los que lo difaman, en el sentido de que reitera que su retribución procedía “de las dotaciones presupuestarias ordinarias tanto de la Escuela de Leyes como de la Cátedra Juan Carlos I de la Universidad de Nueva York, según acuerdo cerrado con esta instituciones tiempo antes de que existiera el proyecto de los dos cursos que luego patrocinó el Grupo Santander”.
Pero historia, aparte, lo realmente interesante son las conclusiones que podemos sacar de lo que aparece y de lo que falta en este relato, así como lo que se puede deducir muy fácil.
Me parece interesante empezar con la explicación del juez. O sea que, ¿su retribución viene de un dinero que el centro, tenía antes de un proyecto que no existía?. Oiga. Si no existía proyecto. ¿Cómo tenía dotación?.
Pero ya puestos a aclarar un poco más el tema: ¿Se hubiese hecho el ciclo sin la financiación?. En una de las cartas dice que no, en consecuencia y dado que cobró por eso, la realidad es que hubo alguien que cobró y hubo alguien que pagó, ¿no?.
Para que nos entendamos esto recuerda mucho a medio gobierno español diciendo a todo el mundo que España no ha pagado rescate por el Alakrana. Yo siempre he creído que España ha concedido una subvención a Kenia, por digamos 4 millones de dólares, con la excusa más peregrina que nos encontremos, y al final Kenia pues paga un rescate a unos piratas. ¡Tachan!. España no paga rescates, (Kenia es otro país), y con un poco de suerte le podemos meter a los fondos para la cooperación internacional y nos acercamos al 0.7%.
Pues esto es lo mismo, un centro tiene un presupuesto de x, pues de repente le llega gracias al señor Garzón 302.000 dólares y a cambio paga 160.000. no está mal.
Sólo faltan ganas de tragarse el argumento de que los 302.000 cobrados fueron a una partida contable y los 160.000 pagados salieron de otra para demostrar que no hubo nada raro, y solucionado el problema. Claro que aceptar ese argumento sin más explicaciones solo puede ser entendido desde aproximarse a la investigación con el ansia de encontrar una salida airosa para todos.
En fin, el caso es que llego ahora a una segunda conclusión que me dice quien manda aquí, y resulta que en ningún lado se habla de la actuación de Santander. Se hacen malabares para decir que Garzón cobró, pero no se dice o analiza que Santander pagó. Aquí es donde se demuestra realmente el poder en este país, y en el mundo en su edición escrita, se llega a más, ya que se sugiere que Santander obró correctamente. Por supuesto, la situación es un poco curiosa, ya que si existe una transacción turbia, un juez que cobra, y una entidad que paga, (por que busca el interés de sus accionistas según la carta), pues la situación es turbia para los dos lados; es cierto que el juez, es juez, estaba cobrando dos sueldos, se puso en contacto con la entidad y fue a una cena diciendo que podían hablar libremente que no estaba en su jurisdicción… (pagaría por ver a Garzón en plan simpático en esa cena, diciendo que podían hablar libremente que él olvidaba). Todo eso es lógico que empeora las acciones del juez, pero no olvidemos que si se le acusa de recibir una cantidad, alguien la ha pagado y la ha pagado con un interés, (y el Santander no es una entidad barata).
Por supuesto, solo desde la sensación se explica que el Santander haya enviado estas cartas al tribunal. Eso es lo que no acabo de entender, ¿Cómo es posible que estas cartas no se destruyan según llegan?. Y sobre todo; ¿Cómo acaban ante un juez?. Solo puede ser derivado de una chulería increíble, o de una ineptitud salvaje. Y esa es la tercera conclusión; desde la entidad, tienen que ser unos completos inútiles o bien la sensación de impunidad es tal que ya les da exactamente igual todo, (ambas opciones no tienen por qué ser necesariamente excluyentes).
Pero es que la historia no acaba aquí, sino que Garzón define la situación como normal, y eso ya me ha destrozado. ¿Un juez pidiendo dinero a un banquero para dar un curso, mientras está de estudiante y así cobrar dos sueldos y cenando con unas personas a las que dice que pueden hablar con libertad, para después no admitir a trámite las querellas?. Hombre, esto en un país serio es un terremoto que tumba al juez, al banco y a medio país del escándalo.
Sobre todo teniendo en cuenta que el banquero en cuestión, ha puesto su nombre a una doctrina legal, que por cierto, gracias a la cual la acusación popular no estaba legitimada para acusar si el fiscal no acusaba. Y es por estas razones por las que en un país serio esto supondría un terremoto. El no hacer nada y el mirar para otro lado, provoca que por lo menos yo, (y supongo que no soy el único), está hoy más convencido de ayer de que determinadas resoluciones a Botín se pagaron en lugar de que se ganaron.
Pero es que además hoy creo menos que ayer en la justicia, y siendo grave el hecho de que las personas o entidades con más recursos tienen posibilidades de una mejor representación legal, lo que no puede ser posible es que exista la posibilidad de sobornar a un juez delante de todo el mundo y ¡no pase nada!. Ojo que para preocuparme, no es necesario que se demuestre que haya existido el soborno, (nunca pasará tal cosa con esta justicia), sino que a mí me asusta que exista la posibilidad.
Y desde luego, como dice el juez será normal, este caso. La verdad es que no puedo discutirle esta afirmación, pero lo que para él será tranquilizador, a mi me llena de preocupación. A fin y a cuentas, la realidad es que si fuese un juez, un caso y un banquero, el problema sería bastante menor. El problema grave es que esto sea normal. Por no hablar de eso como argumento de defensa. Ya estoy acumulando defensas para cuando me saquen una foto los de tráfico; “Es normal y todo el mundo va a 70 en el límite a 50”, y desde luego el “el coche no tenía limitador”, usada por el Pere Navarro, cuando lo cazaron los de antena 3 a más velocidad. (Esta última es mentira en mi caso, y creo que en un A8 de los nuevos también). ¿Colará?
En este escenario, lo normal es que esto no sea un país, sino que sea una caricatura de un país de opereta barata.