En España, tenemos desde hace unos años un ejemplo de trabajador en el que aprender muchísimas lecciones. Unos dicen que es borde, otros que un genio, pero en definitiva no deja de ser un trabajador, (con un sueldo y unas condiciones que no se pueden calificar normales), retransmitido por televisión y analizado hasta el último detalle.
Todo el mundo tiene claro que la formula uno, aporta grandes avances que tarde o temprano se verán en las carreteras. Lamentablemente, el resto de las enseñanzas parecen no calar de esta forma.
Todos entendemos que en el gran circo de la formula uno, los equipos son fundamentales, y de hecho, los pilotos siempre usan el plural para referirse tanto a los éxitos como a los fracasos. ¿y cualquier empresa?. Pues realmente debemos pensar que cualquier empresa es exactamente lo mismo; no deja de ser una organización en la que todos trabajan para conseguir unos objetivos. De hecho, no podemos decir que este usando un símil, porque en definitiva los equipos de f1 no son más que empresas en un entorno extremadamente competitivo.
Fernando Alonso se ha tirado un par de años en los que su productividad ha sido bastante discutible. Sus resultados han sido patéticos y todos hemos entendido que lo cierto es que el equipo no es que haya estado a la altura de las circunstancias. Lo de Renault en el pasado reciente no ha sido más que una sucesión de escándalos, errores y en general una serie de incidencias que han provocado que el coche fuese el que fuese. Por supuesto, todo el mundo tiene claro que Fernando Alonso ha hecho lo que ha podido, en estos años, con un coche y un equipo que no daba más de sí.
Dicho de otra forma, uno de los conductores, (voy a tratar de no usar la palabra piloto), más productivos del circuito, no podía llevar el coche más allá de una posición determinada. Por que esto va de un equipo.
Esta lección que todo el mundo entiende, parece que no se traslada a las empresas, donde la productividad de los trabajadores parece sólo depender de sí el trabajador da el 100% (como el caso de Fernando Alonso), o roza el pasotismo, (recordemos a Raykkonen, comiendo un helado en Bermudas en el Gran premio de Malasia de 2009, mientras se decidía si se suspendía o no el Gran premio).
Lo cierto es que aunque tanto Renault como Ferrari, no fueron a lo largo de 2009, un ejemplo de organización, las actitudes de los dos pilotos fueron diametralmente opuestas. Mientras el finlandés, asumía el ¡que le den a todo!, el asturiano, pues se tomaba las cosas con cierta resignación, pero en el fondo trataba de mejorar cada día y llevar lo que tenía hacía arriba.
No es difícil entender que Fernando Alonso, demostró unas cualidades y unas actitudes, y aptitudes distintas a las de ICEMAN. De hecho, al final el asturiano acabó sustituyendo al Finlandés en el equipo Italiano, mientras este abandonaba la f1, para dedicarse al mundial de rallyes.
Claro que realmente Fernando Alonso tuvo suerte que todo el mundo estuvo pendiente de todo lo que pasaba en la f1, porque desde luego estadísticamente, Raykkonen fue más productivo que él. Recordemos que el Finlandés acabó sexto en el mundial mientras el Asturiano acabó noveno, en un mundial que se disputaron entre los equipos de Brawn y Red Bull.
Diseccionado hasta el extremo lo que pasa en la formula uno, todos entendemos que realmente son los equipos los que determinan la diferencia, y los pilotos serán más o menos productivos, luchadores o pasotas. Pero todo el mundo entiende que un piloto como Fernando Alonso, jamás podrá conseguir resultados si no tiene coche, a la vez que pilotos más grises lograrán unos resultados increíbles si se les da un coche veloz.
En consecuencia todo el mundo entiende que es muy difícil coger la clasificación del mundial de f1 y de ahí extraer la lista de mejores pilotos. Esta tontería, sin embargo no la tenemos en cuenta cuando hablamos de la productividad de los trabajadores. Desde luego los resultados de los trabajadores españoles, no son los de otras economías, (ya que no tenemos la competitividad de economías como la Alemana). Sin embargo, lo triste es que en este campo jamás se mira el coche.
El año pasado el equipo Brawn, pegó el castañazo con los famosos difusores, que le proporcionaban una ventaja al coche. ¿El resto de equipos?. Pues si nos damos cuenta, algunos comenzaron una batalla para que se declarase ilegal tal avance, pero lo cierto es que todos se pusieron manos a la obra a mejorar los coches. Como en toda competición, unos ganaron y los otros no. Unos equipos fueron mejores y los otros no, pero en definitiva, todos los equipos tuvieron claro que hubo un equipo que lo hizo mejor, descubrió una genialidad e impuso su ley. Más allá de excusas y luchas para tratar de eliminar la ventaja, todos se pusieron manos a la obra para al final ser los mejores.
Desde luego Ferrari, no dijo en ningún momento que la culpa era de Raykkonen, aunque evidentemente no ha sido un “trabajador” modelo. Simple y llanamente la cagaron y desde luego el trabajador no tuvo la culpa del fiasco en Malasia, (le habían puesto ruedas de lluvia extrema cuando apenas llovía, se quedó sin ruedas cuando empezó a llover, se la habían liado en la clasificación, por no hablar de los Kers, la falta de difusores…). En definitiva, ni el coche, ni el equipo no eran competitivos y desde luego el “trabajador” no ayudaba.
Esa idea es la que yo echo de menos respecto a las empresas españolas. ¿Hay trabajadores que cogen y pasan de todo, usando la versión del helado y las bermudas?. Pues, está claro que sí. ¿Qué hay muchos trabajadores que entendieron a Raykkonen mandando al equipo, la decencia y el decoro a paseo?. Pues estoy completamente seguro que sí. Pero debemos tener en cuenta que un año después, ha sido Fernando Alonso el que ha ganado la carrera. En el fondo ha existido un gran premio.
Pero esta realidad, desde luego no tiene que ocultar que ha sido la empresa la que ha cambiado, (incluyendo en este caso hasta el cambio del trabajador). Se han puesto las pilas, se han dejado de excusas, y fuera de pedir, han investigado, han mejorado, han desarrollado el coche y se han puesto a trabajar.
En cambio en España, tenemos la sensación de que la falta de productividad es porque los trabajadores son una pandilla de inútiles, que realmente no dan todo lo que pueden, que si los funcionarios son muy vagos, que si el estado no fomenta la I+d+i, que si las circunstancias o que si las fases lunares. De vez en cuando se oye algo parecido a las autocríticas, pero en general se limitan a “las empresas hemos cometido errores”, (sin especificar cuales).
Pues a mi me parecen muy bien las campañas de marketing, pero va siendo hora que todos empecemos a entender que esto es como la formula 1. Las carreras no se ganan ni bajando el sueldo a los pilotos, ni echándole la culpa al estado de que no les hayan puesto los difusores, ni aprovechando el despropósito de un trabajador que haga gala de una chulería sobrenatural y nos de una imagen tan gráfica del pasotismo, como la del finlandés.
A Alonso se le pide que conduzca de la mejor forma posible el coche que le han puesto a disposición; ese es su función y eso es lo que tiene que cumplir; pero desde luego la responsabilidad de poner el coche es del equipo. Ni de los trabajadores, ni de los bancos, ni de los estados, ni de nadie que no sean las empresas.
Echarle la culpa a todo el mundo, puede ser un argumento muy bueno de cara a la galería, pero desde luego, lo que no se puede esconder es que tras estos discursos se esconde un gran problema; que no es otro que aquí todo el mundo se ha olvidado de que hay que diseñar, construir un coche y mejorar día a día. Es tan sencillo como pretender decir que estamos compitiendo en un campeonato y echarle la culpa a todo el mundo de que no tenemos un coche decente.
Son perogrulladas que olvidamos con frecuencia, y que de hecho han sido borradas del ámbito de las discusiones, por campañas de publicidad y de formación de opinión que machacan una y otra vez, hasta el punto de que llegamos a absurdos completos y absolutos.
El que debe invertir, pensar y mejorar el coche, (las empresas), reclaman al estado, (que no debe ser más que el regulador o árbitro de la carrera), que “promueva” la inversión. Pues esto viene a ser como que las escuderías de F1, le echen la culpa al maestro armero de que su coche sea una basura. Sin embargo en la F1, todos tienen claro que se trata de competir, por tanto de mejorar, de crear y de avanzar. La innovación, la investigación y el pensar no es algo que pidan. Es algo que tienen que hacer para conseguir ser los mejores. La inversión no es algo ajeno que un tercero les tenga que promover. Es simplemente un recurso más.
En el negocio de la f1, los equipos venden espacios en sus monoplazas y para que esos espacios valgan dinero, tienen que acometer inversiones y gastos. Han de pagar la gasolina, ingenieros, pilotos, y han de invertir en un coche, en motores y han de organizarse de tal forma que la innovación es algo completamente necesario.
Curiosamente, cuando las reglas se aprietan, cuando el entorno cambia y no se permiten determinados avances, contra lo que se puede argumentar, comprobamos como la inversión, las innovaciones y los avances se incrementan.
Cuando hay un cambio de reglamentación, todos protestan y todos asumen mayores esfuerzos, y logran incrementar su rendimiento.
En negocios como las escuderías de F1, es donde comprobamos las virtudes de un sistema que podemos denominar realmente liberal. Unas reglas comunes para todos y cada uno de los participantes en ese negocio y competitividad extrema, que hace avanzar el sector. Un sector donde ir a un despacho o destruir está mal visto.
Claro que en todos lados cuecen habas, pero realmente, y desde luego en el gran circo, hay chanchullos, trampas, conspiraciones y probablemente si nos metemos dentro encontraremos muchos más fallos, pero lo que me gustaría transmitir es que necesitamos trasladar algunos de los valores o moralejas que nos da este deporte a la vida empresarial.
Entender que los problemas de productividad, normalmente son problemas de que las empresas no están funcionando, entendiendo que los coches, son los que marcan la diferencia, y que el hecho de que Raykkonen, hubiese ofrecido más resultados que Alonso no significa que sea mejor ni más productivo.
Entender que las empresas son las que han de invertir, e incrementar sus inversiones y esfuerzos con las dificultades. Y no echar la culpa de la falta de innovación a quien no debe innovar.
Y debemos entender que por mucho que nuestra empresa sea un puñetero desastre, no podemos dedicarnos a pasar de todo y comer un polo, porque esto es el primer paso para quedarnos fuera del gran circuito.
Y por supuesto, la más importante, se trata de entre todos sumar para ser los mejores, y no se trata de pedir que los trabajadores cobren menos, o que a las empresas ayuden más o de echarle la culpa a todo el mundo de que nuestro coche no tira ni empujando.
Hoy estamos celebrando el triunfo de Fernando Alonso y de Ferrari, mientras Raykkonen y Briatore, ya no están. ¿Casualidad?. Apliquémonos todos el cuento.