La verdad es que de repente nos encontramos con un problema de sobreendeudamiento, que puede llevarnos a pensar que todo el mundo se ha comportado de forma irresponsable. Pero la realidad es que una vez alguien tiene problemas para efectuar los pagos, podemos concluir que se ha sobreendeudado. Cuando alguien puede afrontar sus obligaciones, pues resulta que no se ha sobreendeudado.
Una vez pasado el tiempo, todos podemos saber la realidad, y en caso de que hubiese algún tipo de decisión tomada, si esta fue correcta. Por supuesto, tenemos que pensar que las personas toman la decisión antes de conocer el resultado. Podemos tratar de recordar lo que tenían que decidir las familias en 1998, o en 2004; o podemos buscar alguna forma de contestarlo a las que lo estén pensando hoy. En este sentido esperar a ver que ha pasado no suele ser un buen consejo; ¿tratamos de contestar a la pregunta hoy mismo?.
Al final hoy los bancos están intentando sacar pisos del balance, a la vez que nuestro maravilloso gobierno pone un ultimátum para todos aquellos que quieran comprar pisos; bueno en realidad son dos: a partir del mes que viene saldrá un 1% más caro y a partir del 31 de diciembre la gran mayoría perderán el derecho a la deducción por vivienda habitual, (en particular la perderán los que tengan posibilidades de comprar un piso, porque con unos ingresos inferiores a 24.000 euros es de locos hipotecarse).
Pero claro, entonces tenemos que pensar cuanto podemos pagar. Y es en este momento cuando surgen todas las dudas y bastantes sistemas para tratar de llegar a una conclusión.
El sistema es sencillo, cogemos nuestros ingresos, miramos los gastos que vamos a tener y nos sobra una cantidad. Y eso es lo que podemos destinar al pago de la hipoteca. Realmente no es un cálculo complicado salvo que nos falta un pequeño detalle y no es otro que analizar cuál es la situación si sube el euribor.
Una vez determinado el endeudamiento máximo con el tipo de interés actual, es fácil determinar cuánto es la subida del euribor máxima que podemos soportar, que en el momento actual sería cero. Es fácil entenderlo de tal forma que si calculamos la máxima cuota que hoy podríamos pagar, a los tipos actuales, cualquier subida de tipos, provoca la entrada en problemas. Es por ello, por lo que al final resulta que debemos meter en el cálculo la posibilidad de subidas del euribor, así como la cuantía que puede subir.
Cuando metemos todo esto en la balanza, la realidad es que ya entramos en una ecuación con dos incógnitas. De forma que la subida esperada del euribor, determina la capacidad de endeudamiento actual de las familias, ya que cuanto mayor sea la subida, menor tendrá que ser el endeudamiento para que se incremente el margen de seguridad y no entremos en problemas.
Pero es que el resultado no acaba aquí, porque alguien puede decir que es posible que los tipos lleguen al 5%, (o al 3 o a cualquier otro número), y en principio estamos asumiendo ya un riesgo, porque cuando los tipos reales se desvían de los esperados, tenemos un gran problema. Si creemos que el euribor va a llegar al 5% y calculamos el endeudamiento con estos parámetros, en caso de que llegue al 6%, resulta que nos encontraremos con un problema; ¡o no!. Al revés también podemos encontrarnos con una situación en la que el euribor realmente se quede por debajo del nivel que estimábamos. En este caso, está claro que nuestra situación será holgada; ¡o no!.
Y estoy poniendo los ¡o no!, porque aunque acertemos el nivel al que va a llegar el euribor, tenemos que saber la velocidad a la que va a subir, o lo que es lo mismo, ¡el cuándo!. Es fácil entender que cuando van pasando los años, se va amortizando deuda, por lo tanto el efecto de una subida de tipos será menor cuanto más tiempo haya pasado. No es ni remotamente parecido que el euribor suba al 5% el año que viene a que llegue a ese nivel dentro de diez años, porque nuestra deuda se habrá reducido y reduciendo el impacto.
Por lo tanto, para saber las posibilidades de soportar una subida determinada del euribor, tenemos que saber también cuando se producirá; de forma que en realidad lo que tenemos que construir es una tabla con distintos ejercicios y tendremos limites distintos para cada uno de las revisiones de tipos. En este sentido estamos construyendo ya una tabla con tantas variables como períodos de amortización.
Pero es que aún teniendo en cuenta todo esto, la realidad es que hemos asumido un supuesto importante, pero que no es realista. ¡Asumimos que los ingresos y el resto de los gastos se van a mantener constantes!. Dicho de otra forma, asumimos que todos los meses tendremos una cantidad de euros determinada para afrontar el pago de la hipoteca, lo cual no es en absoluto cierto, ya que incluso aunque una persona sea funcionaria, puede llegar el estado, bajar un 5% el sueldo, a la vez que suben los costes de electricidad, comida, gasoil y demás y todo el complejo sistema de cálculo se ha ido a tomar viento. Por supuesto, si acabamos en el paro, la realidad es que el problema es obvio. Sobre todo si al final por un cambio normativo, nos encontramos con que la indemnización por despido se reduce drásticamente.
Ante tal complejidad nos encontramos con que se habla de un tanto por ciento de la renta y normalmente nos encontramos con el 30% de los ingresos netos, a un tipo de interés razonable, (que nadie sabe cuál es). Por supuesto, aún endeudándonos al 10% de nuestra renta hoy en día, si el euribor llega al 5%, resulta que estaríamos multiplicando más o menos por 3 la cuota si es en los primeros años del préstamo, de forma que una bajada de sueldo o una subida del resto de los costes, nos mete en problemas. Y el problema es que si llegamos a un extremo de destinar menos de un 10% de nuestra renta a nuestra hipoteca, pues no comprará absolutamente nadie.
Esto no quiere decir que no existan casos extremos, donde se intuye claramente el desastre. Un endeudamiento en un contrato temporal que a día de hoy suponga un 60% de los ingresos o que no deje margen a ningún tipo de ahorro a fin de mes es un suicidio. De la misma forma que un endeudamiento inferior al 10% de los ingresos, para un inmueble muy barato, para alguien con un contrato estable, es una operación segura. Pero lo que tenemos que tener en cuenta que todo lo que haya en medio es riesgo.
O sea que en resumen, para tratar de calcular nuestro endeudamiento máximo, tendremos que tener en cuenta nuestros ingresos, ¡y nuestros ingresos futuros!; nuestros gastos y ¡nuestros gastos futuros!, el tipo de interés actual, el futuro, ¡y cuando se van a producir los movimientos en todos los ingresos y gastos!. Dicho sea de otra forma, es completamente imposible saber para alguien con sólidos conocimientos financieros cual es el importe máximo que se puede soportar, porque existen incertidumbres muy fuertes para el cálculo.
Realmente lo que nos queda es asumir una serie de hipótesis, que van a ser más o menos razonables y tratar de fiarnos de los estudios de las entidades financieras, de las actuaciones de los bancos centrales y de las políticas económicas en general. Y esa es la clave. Las familias no tienen opciones de determinar el endeudamiento óptimo, sino que dependemos de la información y de las decisiones que se tomen respecto a todo.
La calidad de los estudios de las entidades, es la que va a determinar la calidad de que tengamos o no problemas, y los bancos centrales tienen que ser conscientes de la situación de los agentes económicos, para tomar las decisiones de tipos. Esto es algo obvio, pero olvidado, pero la realidad es tan simple como que no hay nada que hacer si el banco central y las entidades financieras no han cumplido su parte del trabajo, ya que las familias tendrán que hacer los cálculos en base a las previsiones de las entidades financieras, que son las que están en este negocio y es a las que se les suponen conocimientos financieros y conocimiento sobre el mercado. Y después confiar en que los bancos centrales van a tener en cuenta las situaciones en cada momento para tomar sus decisiones sobre política monetaria.
Esto que puede parecer tan claro, nos plantea un problema adicional hoy en día; hace unos años podíamos asumir que cuando las entidades planteaban un euribor máximo del 4%, echábamos las cuentas y tomábamos una decisión. El euribor llegó al 5,4, lo cual es una desviación del 30% respecto a lo que se decía hasta 2007. ¿Hoy nos podemos fiar de la información de las entidades financieras?. ¿Nos podemos creer unos estudios que hagan hoy, cuando en el pasado han fallado estrepitosamente?. ¿Podemos calcular cuánto podemos endeudarnos sin poder fiarnos de la información que nos dan los que están en el mercado?.
Y aunque nos dediquemos a investigar, analizar, pensar y demás, ¿podemos llegar a alguna conclusión?. Por supuesto que no, porque la realidad nos dice que tendríamos que analizar la actuación del banco central, y como hipótesis tendremos que asumir que el banco central modifica los tipos teniendo en cuenta la situación de la economía. Pero claro, resulta que en julio de 2010, el banco central europeo fue tomando una serie de decisiones que han destrozado el sistema económico, hasta llegar al absurdo de subir los tipos en julio de 2008, donde hasta un niño podría ver que esa medida no era apropiada.
Está claro que si el banco central europeo, no lee bien la situación la realidad es que las familias tienen poco o nada que hacer para tratar de salir de cualquier situación, de forma que haciendo el proceso al revés, resulta que las familias para decidir cuánto nos podemos endeudar ahora mismo, necesitaríamos conocer que va a hacer Trichet, además de todo lo anterior. Está claro que una subida de tipos rápida se carga el sistema y a todos los países que tienen un problema de deuda global. Y con todo ¿Es descartable que el BCE no suba los tipos?. No tendría ninguna lógica, pero esto como argumento ahora mismo ya no vale.
Por lo tanto, con una institución que ha fallado de forma tan clamorosa, y que no ha reconocido aún ni un solo fallo; ¿Cómo calculamos nosotros?.
A los bancos no parece preocuparles demasiado esta situación y la verdad siguen con lo de su porcentaje, pero es que a ellos si los vamos a rescatar.
En todo este sentido, teniendo en cuenta que no podemos fiarnos de los estudios de los bancos, de las tasaciones de los pisos, de que se vayan a hacer políticas monetarias acordes con la realidad económica ni que tengan en cuenta la situación de una parte significativa de la población y teniendo en cuenta que las políticas monetarias son absolutamente demenciales y que sólo buscan la creación de burbujas…. ¿Cuánto nos podemos endeudar para comprar un piso?. Pues la respuesta es que en estas circunstancias, es completamente imposible contestar a esta pregunta a una persona, ¡sobre todo si te va a hacer caso!. La responsabilidad es inmensa y aún me he olvidado de algunas incertidumbres, como las del precio de la vivienda.
Y en estas circunstancias hablar de confianza, de consumidor y de reactivación de la economía es simplemente un chiste malo. Simplemente el sistema está completamente roto y sin una limpieza y sin responsabilidades, no se puede recuperar. Así de claro. ¡Cuando podamos decir si una persona hace bien o no firmando una hipoteca y pensándolo bien, hablamos!