El titular de la prensa y la idea que se nos ha quedado es que por fin el Fondo Monetario Internacional se pone a meter en vereda a las agencias de calificación. De esta forma, los periodistas lo han entendido de diversas formas que van desde “El FMI pone coto a las agencias de calificación y les pide que pierdan peso”, (Expansión) a “El FMI anima a los reguladores a prescindir de las calificaciones de las agencias de rating”, (El Economista), para irse a niveles más elevados como “El FMI acusa a las agencias de contribuir “involuntariamente” a la inestabilidad”, (en ABC), e incluso olvidarse de los eximentes y titular “El FMI acusa a las agencias de contribuir a la inestabilidad” (subtitulando: “aunque dice que lo han hecho involuntariamente” en La Republica).
En general todo el mundo se ha quedado con la idea de que el fondo acusa de alguna forma a las agencias de rating y anima a los reguladores a prescindir de las regulaciones, aunque lo que diga exactamente es que anima a los reguladores a “avanzar en la eliminación de las normas y reglamentos que vinculan estrechamente las decisiones de compra o venta a las Calificaciones”.
Como en todo los matices son importantes, quizás debemos aclarar un par de cosas, porque al final puede parecer que el FMI está intentando acabar con las agencias de rating o culparlas de algo, cuando en realidad en todos y cada uno de los artículos se recoge una defensa del papel y del funcionamiento de las agencias que, a juicio del FMI que dice: “El problema no radica enteramente en las calificaciones en sí. En general, las calificaciones son bastante exactas para predecir cuándo un deudor soberano probablemente incumplirá en los pagos, pero las agencias deberían prestar más atención a la composición de la deuda soberana y a los pasivos contingentes, lo que podría mejorar sus decisiones sobre estas calificaciones”.
O sea que según el FMI las agencias tienen alguna cosita que mejorar, (independencia) y sobre todo se quejan de los efectos secundarios “significativamente estadístico de las rebajas de rating”, lo cual traducido viene a ser el problema grave de que parece ser que a los bancos y grandes empresas les cuesta un dinero la pérdida de rating del país.
En resumen nos encontramos que el FMI nos cuenta que las agencias lo hacen bastante decente, (muchos no estamos de acuerdo), pero que esto afecta a otros agentes, entendido esto como efecto no deseado. El tema del efecto secundario ya lo he tratado en el post de “¿El riesgo de Banco Santander es menor que el de España?; El mercado dice sí, ¿la realidad?”, y está claro que si España o cualquier otro país cae, lo normal, lógico y esperable es que sus entidades lo pasen muy mal. Por tanto dicho efecto está justificadísimo.
Pero quizás lo que no se entienda es que si tan buenas son las agencias de rating, ¿Por qué el FMI las ataca, acusa y quiere quitar relevancia y poder?. Y es fácil que no se entienda porque en los matices está la clave y realmente el FMI ni acusa, ni ataca, ni desde luego se quiere cargar a las agencias de rating.
Es una pequeña tontería y un pequeño matiz, pero es que el FMI no ha dicho a los reguladores que deban buscar reducir la importancia, el papel o las funciones de las agencias de rating, ni tampoco a ignorar sus calificaciones. Lo que ha dicho es que se debe profundizar en la eliminación de la relevancia en las decisiones de compra.
De hecho si cogemos cualquiera de los artículos el tema se explica bastante bien. Por un lado tenemos el buen trabajo mencionado a la hora de calificar las deudas, y por otro lado tenemos que nos explican que los fondos de inversión o de pensiones, fondos soberanos venden o compran activos en función del rating, de la misma forma que los bancos centrales aceptan como colaterales, (garantías) del dinero inyectado deuda sujeta a determinados requisitos de rating.
Esto significa que la pérdida de Rating por parte de un país, significa que determinados fondos tengan que vender esos títulos, (en virtud de alguna norma), o incluso que las entidades financieras que tengan en su balance tales títulos, se encontrarán con dificultades ya que en teoría no podrían ser aceptados como garantías de los préstamos de los bancos centrales.
Y digo que esto es en teoría porque a pesar de que el Banco Central Europeo no aceptase como colaterales títulos de deuda con la calificación de deuda basura, dicho criterio cambió cuando la deuda Griega llegó a ese punto.
Desde luego es indudable que si los bancos no pudiesen obtener financiación con la deuda griega, y dado que fondos de inversión se ven obligados a venderla, el resultado es que el precio de esta baja y en consecuencia la rentabilidad que el país en cuestión tiene que pagar vuelve a subir, de forma que se entra en una espiral que acaba muy mal.
Pero si nos damos cuenta, la solución que propone el FMI es que tanto los fondos de inversión no tengan que desprenderse de esta deuda, y a su vez que los bancos centrales no pongan problemas a la hora de aceptar estos títulos devaluados como garantía de los préstamos a las entidades financieras, para evitar el efecto secundario de las decisiones de las calificaciones de rating.
Simplemente propone que los bancos centrales y los fondos de inversión puedan mantener deuda que incluso se haya calificado como bonos basura, (el nombre es muy indicativo de lo que es). Curioso es que lo propone incluso asumiendo que el papel de las agencias es muy bueno a la hora de calificarla, por lo que en definitiva lo que está proponiendo es que la deuda basura pueda ser empaquetada a fondos y bancos centrales sin miramientos.
En todo caso, aunque elimine el efecto secundario, nada nos dice del efecto primario, y curiosamente nos encontramos con una cerrada defensa de las calificaciones para delimitar las posibilidades de impago, lo cual a través del mecanismo de los CDS, (ya explicado en su día), indica que al final la propuesta es que las agencias de rating tengan el papel principal en determinar lo que hay que pagar.
Si unimos todo esto, lo que nos queda es una sensación curiosa de lo que podría llegar a ocurrir si se aprueba la idea del FMI, (¡que se aprobará!), y no es otra que bajo la apariencia de un supuesto ataque a las deudas públicas, lo que ocurre normalmente es un proceso demencial de forma que las agencias de rating controlan los precios de la deuda, de forma que mantienen íntegramente su poder, debido a que deciden la factura a pagar por cada país, pero se rompen determinados límites porque resulta que a medida que la deuda se va deteriorando las rentabilidades que pagan los países, (y por tanto que cobran las entidades financieras) se van incrementando, con la posibilidad por parte de las entidades financieras de colocar estos títulos en cualquier momento a los bancos centrales, (ya sea mediante compras por parte de los distintos tesoros públicos o mediante el sistema de garantías), o traspasarlo en cualquier momento a los fondos en los que los participes aceptan (sin ningún conocimiento de lo que está ocurriendo) todas las operaciones que los gestores realizan. Por supuesto, entendemos que los gestores, tratarán de hacer lo mejor para sus participes, salvo que entren en colusión con las entidades financieras.
Por tanto, la verdad es que yo creo que el FMI no ha atacado, ni acusado, ni nada por el estilo a las casas de rating, sino que se ha dedicado a pedir a los gobiernos que oficialicen lo que ya está ocurriendo, (recordar la explicación de lo ocurrido en mayo en europa), para que no exista ningún impedimento para que se trasladen a contribuyentes y participes de fondos de inversión, aquellos activos que se han venido a llamar ilíquidos, de forma que unos se llevarán los beneficios y otros la quiebra.