No puede haber un discurso que se precie que no lleve consigo la letanía de la reactivación del crédito. Lo curioso es que esta frase vale para todo y tanto en positivo como en negativo.
En positivo justifica todos y cada uno de los cambios normativos, ayudas, apoyos y manipulaciones de mercado, (que cuando lo hacen las autoridades públicas o bancos centrales son más conocidas como intervenciones para estabilizar). Su uso es el siguiente: Deben ustedes concedernos esto que pedimos para “reactivar el crédito”.
En negativo justifica todas y cada una de las negativas a los cambios normativos, o incluso actuaciones judiciales que se plantean para tratar de frenar un poco a un sistema financiero que está manifiestamente desbocado. En este caso el uso es el siguiente: “Si esto aconteciese, el riesgo se contraerá”.
Y la verdad, es que un servidor hace ya mucho tiempo que está un poco harto de la frasecita de las narices; Debo reconocer que los motivos por los que esto ocurre varían un poco según el día o según mi estado de ánimo, pero lo más probable es que sea una combinación de varios factores que hacen que cada vez que oigo soltar esta frase a un bancario, a un experto, a un ministro o a cualquiera de los personajes que siguen hablando, me ponen de una mala leche que cada vez es más difícil contenerme.
Una primera razón es cuando se usa en la acepción negativa; Cuando intentan que no se cambie tal o cual decisión, so pena de contraer el crédito, me parece simplemente que estamos en un mundo paralelo; ¿Cómo se va a paralizar o contraer el crédito?. Esto es como si una persona bloqueada en un atasco en un coche con las cuatro ruedas pinchadas, amenaza con ¡parar el coche!. Lo que no se entiende es que esto cuele de tan absurdo que es.
En otras ocasiones, me mosqueo porque ya que tratan de justificar las mayores tropelías que se puedan imaginar, lo normal es que se exija un poco de imaginación y cambien un poco la frase. Esto se ha usado para las inyecciones de liquidez, para las barras libres, para los avales, para negar cambios en la ley hipotecaria, para pedir cambios en la ley hipotecaria, para justificar los cambios en la ley concursal, para denegar cambios en la ley concursal, para justificar pelotazos, para bajar pensiones, para bajar sueldos, para bajar las indemnizaciones, para subir los impuestos… Cuando la misma razón se usa para tantas cosas que puede llegar a ser una pregunta del un, dos, tres, me pasa lo mismo que con un anuncio de la tele; puede ser original las primeras diez veces, pero luego ¡aburre!.
Hay otros días que esto del aburrimiento y de la falta de imaginación, no es la fuente del mosqueo, y paso a pensar en el puro y duro morro. Se dieron garantías jurídicas a las refinanciaciones en los concursos, hemos olvidado el mark to market, los bancos centrales y los gobiernos han intervenido, se ha avalado y financiado al sector financiero y para concluir no soy capaz de encontrar una sola negativa a las reformas que se plantean desde las entidades financieras. Por supuesto, no se ha tocado a favor de los consumidores o empresas ni una sola coma de la legislación; y ¡El crédito no se ha reactivado ni se le espera!. Lo mínimo que se puede esperar de una persona que se defina y a la que se defina como experto es que nos cuente porque no han salido las cosas como estaban planteadas.
Aunque lo de pedir explicaciones y razonamientos al pasado me lleva a otra gran olvidada en esta historia, que no es otra cosa que pedir explicaciones a futuro; ¿No pueden ofrecerse explicaciones de porqué va a pasar esto?. Y cuando me refiero a explicaciones, estoy hablando de la descripción de un proceso y no a la simplificación que siempre falla.
Quizás si nos ofreciesen una justificación del planteamiento, me ahorraría la siguiente fuente de cabreo, que no es otra que saber de una forma muy sencilla que tal frase es una soberana tontería en la inmensa mayoría de los casos; y cuando digo que es una tontería, me refiero a que es muy fácil deducir el efecto sobre el mercado del crédito que tendrá cualquier medida.
En el post en el que me preguntaba si era previsible la reactivación del crédito, (que ya tiene su antigüedad pero que sigue estando vigente), ya lo expliqué mucho más profundamente, pero existe una forma sencilla de saber los efectos que tendrá cualquier medida si entendemos de una forma muy simple que el crédito futuro dependerá de dos factores; por un lado está el grado de necesidad de la banca para dar créditos, y por otro lado estará la situación de los clientes de la banca.
Respecto a la necesidad, la clave está exactamente esto. De la misma forma que una frutería necesita vender fruta para obtener beneficios y pagar a sus proveedores, el sistema financiero se dedica, (o dedicaba) a financiar la actividad. Por supuesto, cuanto mayor sea el poder y mayor sean las garantías para evitar la caída y generar beneficios, menor será la necesidad de vender y menor será la financiación. Es decir, cuanto más poder tenga la banca y más garantías, menores serán sus incentivos para ajustar sus precios y desde luego menor será la necesidad de reactivar el crédito. ¿Para qué?. Si la banca logra obtener beneficios sin prestar; ¿Por qué va a prestar?. Si a una frutería le damos poder, ¿va a vender más, o va a aprovechar para vender menos cantidad e incrementar sus márgenes a costa de los clientes?. Si un trabajador tiene asegurado que va a cobrar y todo el mundo se conjura para que independientemente de todo, cobre; ¿trabajará más?.
Sea en lo que sea, cualquier medida que signifique más apoyo, más garantía o más poder en el campo de la oferta, significará invariablemente menos cantidad en el mercado a un precio mayor; por lo que si planteamos una modificación en tal sentido, lo que se espera que se obtenga es lo que ha pasado. Así de simple; luego dirán que la teoría falla, pero lo que ha fallado es el absurdo de preveer que se iba a reactivar el crédito.
Respecto a los clientes, por un lado tenemos el efecto de la subida de precios. Si la financiación es más cara, se podrá acceder a menos financiación. Por supuesto, el precio de la financiación se define como el precio en cualquier otro mercado; y como en cualquier otro mercado, el poder de la oferta supone exactamente una subida de precios.
Pero es que además en este caso, nos encontramos con un problema adicional, que es el hecho de que el sector financiero esté detrayendo recursos de la economía, (en lugar de detraer una parte de lo que la economía genera en concepto de la financiación de este crecimiento), significa que se destruye la economía. Cuanto menor sea la economía, desde luego menor es la capacidad de financiación y desde luego mayor será la burbuja a explotar.
Por tanto, cualquier medida que le da un mayor poder a la banca, o le da una mayor capacidad de negociación, o limite sus presiones y a costa de deterioros en las pymes, empresas y particulares, (o ambas a la vez), solo puede conducir a una contracción del crédito. ¡tal y como ha ocurrido!.
Y sólo será posible reactivar el crédito si se logran incrementar la capacidad de negociación de los clientes, (que actualmente es nula o casi nula) y los ingresos de estos. Es así de sencillo.
Por tanto, lo que procede cuando escuchamos la coletilla de “la reactivación del crédito” es hacernos dos preguntas; después de la propuesta: ¿iremos con más poder a la oficina o con menos?; La respuesta a esta pregunta es clave para saber si se va a reactivar el crédito; lo que me lleva a la última razón de cabreo cada vez que escucho el comodín de marras:
Todas y cada una de las propuestas de la banca, o todas y cada una de las quejas de la banca van en el sentido de incrementar su poder, por lo que en todas y cada una de las propuestas, o en todas y cada una de las reformas que pretenden evitar bajo la amenaza de contraer el crédito, la promesa o amenaza es una solemne tontería que ni se ha cumplido ni se va a cumplir.