La semana pasada he estado a vueltas con el plan de ahorro energético, y en particular con el tema de la bajada del límite de velocidad a 110 km/h. Tras toda una serie de cálculos he colgado una hoja, (un poco cutre, lo reconozco), para que cada uno haga los cálculos de ahorro que iba a tener la citada medida. Recordemos que a mí me salía un ahorro de un 0,08% en las necesidades de Petróleo de España.
Pues tengo que reconocer que he cometido un error imperdonable en el cálculo; en mi descargo, debo señalar que el post lo hice el día antes de que se aprobase tal medida en el consejo de ministros, por lo que no podía saber que la duración de la medida sería de 4 meses.
¿Qué supone esto?. Pues que el ahorro sobre el total del consumo anual de petróleo derivado de la medida tenemos que dividirlo entre 3; (yo he asumido que la medida era anual y me he olvidado que si la medida es por cuatro meses, hemos de dividir el resultado entre tres; por lo que al final me queda en un 0,02 y pico %.
Lo que sí que ya no entiendo es el cálculo de Sebastián; nos cuenta que se ahorran 0,72 litros a los 100, pongamos ese 10% que nos contaban. Pues a ver como ahorrando el 10% en gasolina durante 4 meses de 12, en los kilómetros recorridos por autopista, se consigue ahorrar el 3% del petróleo consumido por España. Es que ya no salen las cuentas a menos que consideremos que ese 10% es real, y que además el ahorro sea sobre el total del consumo de petróleo. Es decir; para conseguir un 3% del ahorro anual en 4 meses, tendríamos que suponer que el límite de 110 supone que ahorramos el 10% en los kilómetros de camiones, en lo consumido en las ciudades, comarcales, por personas que van a menos de 100 y ¡en las plantas de cogeneración!.
El problema del desbarre es que tenemos un plan de 1.151 millones para un ahorro del 5% en total que asciende a 2.300 millones según el gobierno. Claro que si de estos 2.300 millones nos encontramos con que el 3% del total, (1.380) tienen este pequeño fallo de cálculo resulta que entramos en pérdidas.
Lo bueno es que el gasto presupuestado para neumáticos, no lo va a tener que afrontar el gobierno, gracias a que como no existen los neumáticos de clase A que son los que se subvencionan, lo que ha ocurrido es que todo el mundo está esperando a cambiar los neumáticos en un problema que refleja la tontería a la que llega el gobierno.
Y como parece que se quiere distraer al personal, nos cuentan en otra manipulación absurda que el lunes ha sido un día sin víctimas en la carretera, (aunque no haya sido el primero del año), y desde luego tampoco el primero del año en autopistas y autovías que son las vías en las que existen menos victimas. Y el otro indicador que nos han colado es la reducción del 97% de las multas en radares fijos, (tanto en Galicia, como en España), del primer día. En fin, entre esto y la polémica porque los Guardias Civiles dicen que no saben a partir de cuanto multar y el gobierno dice; “que lo tiene todo clarito”, (evidentemente mentira).
En todo caso, sigo manteniendo que esto no es más que el entusiasmo de un gobierno por hacer algo para vender a los inversores, (a petición de los de la AIE), para apoyar la subida del precio del petróleo, como traté de exponer en el post del otro día.
Pero gracias a un comentario de Karl Baden, en el que contradecía la opinión que manifesté en el post de “una semana para olvidar…”, acerca de que me parecía buena idea lo de sustituir la iluminación por medidas de ahorro, me ha hecho reflexionar sobre el tema.
En realidad, al principio me ha hecho dudar y ahora ya estoy convencido de que también esta medida tenía truco. Aparte de contribuir al informe para apoyar la subida del petróleo, es esta medida la que va a suponer la mayor parte del gasto en las medidas de ahorro. Y lo que es gasto para el gobierno, es negocio para alguien.
Al fin el proceso es que todos los municipios de más de 25.000 euros tendrán que cumplir la normativa de eficiencia; Como por descontado los ayuntamientos no están para muchas verbenas de gastos, el sistema supone que van a pagar por el ahorro de la factura eléctrica.
Aquí nos encontramos dos problemas; el primero es el cálculo del ahorro eléctrico. Y aquí estamos en lo de siempre con los cálculos teóricos, de tal forma que el ahorro se estima, pero luego las facturas se pagan. Es decir, cogemos ahora una factura de 100; asumimos que el descuento va a ser el 20% y por tanto parece que hemos mejorado. En el primer momento, el ayuntamiento pagará el 80% de la factura e indirectamente estará invirtiendo.
Pero el problema es que los precios de las eléctricas no es precisamente estable, de tal forma que a cuenta de este supuesto ahorro, es mucho más factible subir el precio de la electricidad. De hecho, independientemente del ahorro, lo que está claro es que los gastos de esta operación que van a asumir las eléctricas pasarán inmediatamente a suponer una parte del “coste real de la energía”, (a pesar de que la mayoría de costes sean inventados), que todos sabemos que debemos pagar. Por lo tanto, por un lado a cuenta del ahorro (que sale de estudios, porque si bien con los coches podemos hacer pruebas y en la electricidad la cosa se nos sale de posibilidades), nos vamos a encontrar con unas inversiones de las empresas que computarán en costes que se repercuten en el precio, en un contexto en el que se puede subir el precio a costa de este supuesto ahorro.
Y aún por encima resulta que ni tan siquiera las empresas van a financiar las inversiones, (el gobierno dice sufragar, pero en realidad debería usar financiar, porque está claro que incluso obviando el efecto sobre los costes, la realidad es que ya se supone que van a recuperar el coste con el “ahorro estimado”, lo que ocurre al final es que estas instalaciones se van a financiar con una línea ICO. De esta forma, al final lo que hacemos es lo de siempre:
Gracias a esta medida, el estado financia unas inversiones, dando el dinero inmediatamente a las empresas, que cobrarán las inversiones en base al ahorro por un lado y en base a los costes de las compañías por otro lado y de paso abren posibilidades de subida de tarifas a los ayuntamientos y a los que no somos ayuntamientos, mientras nos venden que nuestra renta disponible se mantiene.
Por tanto debo retractarme del error de que por fin una medida me parecía adecuada; ¡simplemente no la había pensado bien!.