Ayer publicaba un post en el que trataba de decir que habían pasado las elecciones y por tanto las circunstancias cambiaban. Por otra parte, el shock del movimiento del 15-M, que ha sido completamente inesperado, tiene fecha de caducidad. En lo que se refiere a las elecciones, la importancia es que los gobiernos no tienen barra libre mientras piensan en los electores, (lo cual a algunos les parece que ocurre demasiado a menudo en esta curiosa democracia que tenemos). En lo que se refiere a lo segundo, es el proceso para sacar todos los informes para desprestigiar todo lo que vaya en contra de los intereses de la banca. Ya he puesto el ejemplo de uno de los artículos de Cotizalia, escrito por Alberto Artero, bajo el título de “los indignados ponen a España al borde del Abismo”, completado con otro artículo de Roberto Centeno en el mismo medio que se titula: “ni espontáneo, ni plural, la izquierda más radical”. Esto y desde luego el cambio de enfoque informativo es algo a lo que me refería, y supongo que tendré que exponer porque decía esto.
Antes de la crisis hemos tenido una situación en la que todas las decisiones que se tomaban tenían como objetivo desarrollar un sistema financiero, a costa de ir dañando la economía real. Este hecho se ha exagerado, cuando el sistema financiero se vino abajo, de tal forma que se llegó a un punto donde ya ni tan siquiera se disimula este proceso.
En este punto hemos llegado a un punto en el que no se paran de proponer reformas, vendidas como necesarias para crear empleo y generar crecimiento, pero que en definitiva lo que hacen es tratar de beneficiar al sector financiero, a costa de la economía. De esta forma, hemos entrado en una dinámica en la que los mercados financieros exigen cada vez unas medidas que empeoran cada vez más una situación económica que ya está en situaciones dramáticas.
El problema es que una situación que podemos resumir diciendo que “se está destrozando la economía real para salvar al sistema financiero” esconde una lógica perversa que es el uso del abstracto, y como toda abstracción sirve para explicar una realidad, pero a su vez implica que la realidad queda oculta.
Cuando hablamos de que se instrumentan toda una serie de medidas para que el sector financiero no se derrumbe, lo que estamos es instrumentando toda una serie de medidas de tal forma que al final cada una de las personas estamos poniendo algo de nuestra parte para que el sistema financiero no se derrumbe, y esto es el fin de la abstracción. En definitiva, cada uno de los ciudadanos, es consciente de que las reformas necesarias para el crecimiento y el empleo, les cuesta algo, (empezando curiosamente por el empleo), pero a su vez todo el mundo es consciente de que los beneficios se los queda la banca.
Y en el fondo esta es la chispa que nos lleva a todos a una situación en la que las movilizaciones tienen sentido. Pero la clave está en que son los perjuicios y los daños que cada uno tiene en su vida lo que lleva a la movilización, pero estos daños no son consecuencia ni de los robos de los políticos, ni de la avaricia de los “mercados”; aun a pesar de que estas dos circunstancias (entre otras muchas) empeoren el problema.
Desde luego negar los abusos (o los efectos) de la casta política es absurdo; pero el problema grave no es que nos roben, sino que hace tiempo que no defienden los intereses de los ciudadanos. De la misma forma, negar los abusos de personas en el sistema financiero es igual de absurdo, pero el problema no es que se paguen autenticas burradas de bonus incluso en entidades con pérdidas rescatadas por el erario público. Lo que tenemos que tener claro es que acabando con los bonus o con la corrupción política, tendremos una mejoría pero no una solución.
Por un lado pensemos en la época de esta crisis en la que se limitaron los bonus en el sistema financiero, (fue una época breve pero ha existido a lo largo del año 2009 sobre todo). ¿Supusieron un freno en todo este proceso?. No hay nada más que ver que la evolución de los mercados financieros y de la economía a lo largo de ese año 2009, para comprobar que aún a pesar de limitarse los bonus, la avaricia y todas estas actitudes, nada ha cambiado.
El problema en realidad es que nos encontramos ante la disyuntiva que podemos resumir en los casos de Islandia e Irlanda. Cada uno de los gobiernos tiene que elegir hoy en día entre estos dos caminos, pero la banca no puede elegir.
Todas las medidas que se han tomado, las famosas reformas necesarias para el crecimiento, son en realidad las medidas que la banca necesita inmediatamente para salir de esta situación, aunque no sean otra cosa que ganar tiempo a costa de empeorar la situación futura, que a su vez nadie puede ni mirar. El chantaje de la banca, se instrumenta muy fácil bajo la premisa de “si quieres asustar, dí la verdad” y sobre todo bajo la premisa de los fondos de pensiones. La caída de los mercados financieros, implica la caída de los fondos de pensiones lo cual a su vez implica la caída de los pensionistas de aquellos países que basan su sistema de previsión social en los sistema de capitalización gestionados por la banca.
Tenemos que tener en cuenta este detalle, porque no estamos ante una situación en la que se adoptan toda una serie de medidas por avaricia, sino que el motor de estas medidas es otro mucho más poderoso aún: ¡la desesperación!.
Sin embargo todas estas medidas y reformas, lo que llevan es a una situación completamente insostenible, (como se está comprobando de forma cada vez más evidente en todos los países). Y por tanto, tenemos por un lado medidas que la banca necesita imperiosamente y por el otro lado tenemos que las distintas sociedades ya no pueden más; Realmente no estamos pagando la mala gestión de los políticos, sino que estamos pagando la no gestión de unos políticos y las decisiones de unos bancos centrales, de tal forma que los primeros han pasado de controlar absolutamente nada y los segundos han tomado todas y cada una de las necesidades de un sistema financiero que sin control alguno ha metido los ahorros y las pensiones de todo el mundo en un esquema ponzi.
Y ahora los gobiernos están atrapados entre el chantaje de la banca y lo que pueda aceptar la sociedad en una escalada en la que si nos damos cuenta los países no quieren ser rescatados, (totalmente lógico como puse en el caso de Irlanda), hasta el caso extremo de Grecia, que ha sido chantajeado de una forma totalmente descarada.
Y aquí está el problema del movimiento 15-M; Todo el mundo es consciente de que en este caso el gobierno de España está presionado por un lado por los mercados, (por todo lo anterior), y por otro lado por la sociedad. El análisis es sencillo; cuanto mayor sea la presión social, mayor es la probabilidad de que nos encaminemos hacía una solución Islandesa en lugar de una solución a lo Irlandesa, Griego o Portuguesa.
En el fondo, todo el mundo tiene claro cuál es el final de este camino, pero la gran duda es ¿queda recorrido?. Este recorrido, depende y mucho de la situación social y de la posibilidad de mantener a la población aceptando todas las medidas que a estos se le ocurran. Por supuesto en esto tenemos que tener en cuenta dos aspectos. Por un lado la posibilidad de que el gobierno recule directamente; (va a ser difícil), y por otro lado el tema de la visión de los mercados. El hecho de que este movimiento siga vivo, tiene un efecto inmediato sobre la percepción de los inversores, (no tiene porque ser correcta), en el sentido en que mientras el movimiento siga vivo y “disfrute de buena opinión en los medios”, el recorrido está limitado porque todo el mundo entiende que la capacidad de los gobiernos de disponer de la sociedad se reduce.
Esta es también la razón por la que se trata de que haya el mayor consenso político posible, (si todos los partidos proponen lo mismo el margen es mucho mayor, al no tener la presión de distintas propuestas); Por esto, se va a intentar acabar con la representatividad de las movilizaciones, (esto se consigue dándole el carácter de “anti sistema” o “perroflautas” que viene a ser lo mismo pero con cierta carga despectiva), y en el último momento intentando acabar con las movilizaciones al precio que sea.
En realidad no estamos ante nada nuevo, porque esto de intentar bajar sueldos y precios de todo aquello que no tenga nada que ver con el sistema financiero, tratando de elevar los mercados financieros ya se ha probado en otros momentos de la historia, y ya he puesto en el post de “bajadas de sueldos y precios” lo siguiente:
“¿Se ha probado?. Pues lo cierto es que sí. Esto de bajar sueldos y precios fue una de las medidas que Winston Churchill adoptó cuando fue nombrado ministro de hacienda británico en 1924. Esa decisión fue un desastre que originó la gran huelga del país, que el político trató de desactivar creando “opinión pública”, lo cual era su especialidad. “O el país rompe la gran huelga o la gran huelga rompe el país”, (¿No recuerda esto a la campaña “estosololoarreglamosentretodos.org”, al llamamiento al gran pacto anticrisis, a la responsabilidad y a todos los discursos que nos encontramos?).
La medida adoptada, fue un completo desastre desde todos los puntos de vista, y el propio Winston Churchill, acabó reconociendo su grave error. Por supuesto, de forma especialmente hábil, se ocupó de transmitir a la opinión pública que tal desastre de medida, había sido propuesta y defendida por el gobernador del banco de Inglaterra, un tal Montagu Norman. Al fin y al cabo Churchill no era economista, (Aunque en el fondo considero que no hacía falta serlo para ver el absurdo, sino que como ahora, hacían falta numerosos esfuerzos para no saber hacía donde iba ir el resultado).
El caso es que esta medida fue una de las que absolutamente todo el mundo, empezando por un tal John Maynard Keynes y acabando en los que la tomaron, acabaron señalando como la principal causa de la crisis de los años 30, también conocida como “la gran depresión”.
Desde siempre me ha gustado una frase que viene a decir “El que no conoce la historia, está siempre condenado a repetirla”; puede que no sea textual, y tampoco puedo decir nada acerca de la autoría. Sin embargo es una frase que hoy tiene una gran validez.”
Y eso es lo que viene a pasar otra vez. En aquella ocasión la gran huelga no sirvió para nada, lo cual acabó degenerando en la situación que todos conocemos. Ahora volvemos a estar en la misma situación, y todo el mundo hará lo mismo.
¿el resultado será distinto?. Por cierto, por resultado me refiero a si esta vez la sociedad será capaz de cambiar las circunstancias y en consecuencia que busquemos las soluciones del pasado, (las de la salida de la gran depresión o la más cercana de Islandia son dos buenas soluciones), o bien si ocurrirá lo mismo de siempre que no es otra cosa que estas soluciones llegan cuando se llega al límite de lo soportable. Los medios, los políticos, la banca y los bancos centrales obviamente van a tratar de hacer todo lo posible por conseguir el máximo recorrido, pero a nosotros nos toca evitarlo, porque la solución vendrá cuando la economía no pueda dar más de sí para hinchar el sector financiero, porque no pueda literalmente o porque no pueda aceptarlo. Esta es nuestra decisión ahora.