Desde que conocí el texto de la reforma de la constitución, tuve claro que nos encaminamos a un desastre. Por tanto, como se podrá comprobar, traté de hacer lo posible para conseguir el dichoso referéndum. Tengo la inteligencia suficiente como para saber desde el primer momento que las posibilidades de parar esto eran muy limitadas; pero por un lado creo demostrar, (por lo menos), que el pesimismo que tanto se me atribuye no es real y por otro lado, aún siendo consciente de las pocas posibilidades de parar esta medida, a veces hay que hacer lo que hay que hacer, sin otras consideraciones.
Dada la situación esta vez me he salido de este campo, o de este mundo virtual, y me he dedicado estas semanas a tirar de esto en “el mundo real”. Y la verdad es que me ha decepcionado un poco lo que he encontrado.
He intentado llegar a todo tipo de personas que se atribuyen cierta capacidad de representación, en todos los ámbitos y he intentado exponer que es lo que significa la reforma, que estaríamos ante una situación que no es imposible, (incluso ni tan siquiera improbable), y que los efectos serían devastadores.
La primera decepción es que tras hablar con los ángeles y con los demonios, (expresión coloquial que significa que no me he parado a distinguir entre colectivos, ni tan siquiera aquellos que presuntamente estarían a favor, porque esta medida nos daña a todos), es que nadie conocía de que le estaba hablando. De hecho la mayor parte de las personas, ni tan siquiera habían leído el texto del artículo. Otros lo habían leído pero no eran conscientes de la frasecita y alguno no acababa de entender las implicaciones.
Sin embargo la mayor decepción no es esa, sino el proceso que me he encontrado cuando lo explicaba. Creo que he logrado que todo el mundo al que se lo he explicado lo haya entendido, pero con muy pocas y honrosas excepciones no he conseguido que casi nadie hiciese absolutamente nada.
Y esto es así porque me he encontrado con un efecto curioso. ¡los intereses particulares de cada grupo!. Es así de sencillo; más allá de los que apoyaban la medida, una gran parte de los que estaban en alguno de los grupos que se oponían a la reforma, lo que hacían era sacar la calculadora, ponerse en esta tabla de ajedrez y tratar de buscar el posicionamiento.
¿Recordamos la escena de “la vida de Bryan” donde todos los grupos que luchaban contra los romanos, a su vez luchaban entre si?.
Tengo que decir que en su día me había encantado dicha película, hasta estos momentos donde compruebas que la realidad, en ocasiones supera a la ficción. Claro que soy capaz de entender que cada grupo, tiene sus propios intereses, pero desde luego no se va a solucionar absolutamente nada en este país, si un golpe como este parece que es, en cierto modo, aprovechado para tener una coartada para hacer una manifestación o exponer manifiestos al estilo también de lo que nos contaba la película que me acaban de destrozar:
Por otra parte, en lo que se refiere a la gente de la calle, (aquellos que no representan a nadie, y que son minoría), la situación es distinta. Evidentemente el desconocimiento de la norma es absoluto, porque la información se ha sacado de la prensa, y dado que la prensa no ha informado sobre este punto, este es completamente desconocido.
Es curioso que en este grupo de gente, quizás la percepción de la realidad es más clara, aunque literalmente se prefiera mirar hacia otro lado. El argumento sencillo es que “como no se puede hacer nada, mejor no enterarse de nada y que sea lo que Dios quiera”. En cierto modo, me da que la sociedad está entrando en las fases ante una noticia trágica, (aquellas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación), sin darnos cuenta de que realmente esto es algo que no es inevitable. No es cierto que no podamos hacer nada, y esta es la gran cuestión que debemos aprender.
En particular creo que tengo cierta cualidad, (que en ocasiones es una virtud y en ocasiones un gran problema), que significa que tengo el timing de los acontecimientos cambiados. Es difícil de explicar en qué consiste, (aunque supongo que todo estará estudiado y tendrá por ahí algún tipo de nombre), pero es algo así como estar pensando siempre en el futuro. Cuando leí el texto de la constitución, automáticamente me hice una composición de lugar en el futuro, con esta norma aprobada, (equivocada o no, que el tiempo lo dirá). Esto es lo que me ha llevado a esta mes.
En este sentido desde hace tiempo, vengo diciendo que las cosas van a mejorar para la sociedad, que esto es algo inevitable y que lo único que podemos hacer es intervenir para que los efectos negativos de este proceso sean los menores posibles. No estamos acercándonos a la muerte (en sentido figurado, claro está), sino que estamos en el momento en que los esfuerzos de todas las personas que tienen ahora el poder real, (y no son los políticos precisamente), por mantener el status quo contra viento y marea.
Entendiendo esto, creo que tanto las personas de la calle, como los representantes del sin fin de organizaciones, federaciones, partidos políticos o movimientos entiendan que no es momento de tácticas, ni de esconder la cabeza y por supuesto no es momento de tener miedo al futuro, sino que lo que debemos hacer es cada uno lo que pueda, para tratar de reconstruir un sistema que se está desmoronando, asumiendo que este sistema se reconstruirá antes de lo que pensamos, porque siempre ha sido así, y por que la sociedad en su conjunto tiene una fuerza de la que no es consciente. En este proceso he comprobado que las personas que entienden esto son minoría, (aunque algunas he encontrado), pero que van creciendo en su número.
Debemos entender que cuando hablamos de “la sociedad”, o “la gente” o palabras similares, tenemos que acordarnos que en realidad estamos hablando de cada uno de nosotros.
Está claro que los que hemos intentado parar esta reforma, parece que hemos fracasado, y en cierto modo, yo particularmente así lo siento. Evidentemente esta reforma complica la situación hasta un punto que yo no esperaba y abre unos riesgos que la verdad prefiero no considerar.
En los comentarios, se ha dejado caer con cierta frecuencia la idea de que estaba en una campaña contra algo, (no tengo claro si contra el PP, contra el PSOE, contra la banca, contra los inversores…). En realidad he intentado aclarar en todo momento que esto no era así. La mejor forma de explicarlo es recurriendo a un símil que ya he usado; es como si estuviese viendo como un conductor borracho se lanza por una carretera de montaña a toda velocidad, con personas dentro del coche.
La sensación que queda es la que le quedaría a todo el mundo que consciente de esto no ha logrado parar el coche. El consuelo de “hice lo que debía” no es de demasiada ayuda. La única ayuda es pensar en que tras el tortazo, estoy seguro que tarde o temprano cambiarán los esquemas de pensamiento y pensar que la inmensa mayoría de las personas son capaces de soportar lo indecible y salir reforzadas, (de hecho no soy capaz de explicarme como la economía y las personas están aguantando tanta burrada por tratar de mantener un sistema financiero moribundo en pie).
¡y por supuesto la esperanza de que me haya equivocado!, que sinceramente no lo creo, pero lo espero más que nunca.