Poco a poco, la llamada Teoría Monetaria Moderna (MMT, por sus siglas en inglés) se va abriendo camino en aquellos cerebros de economistas no completamente destrozados por la perspectiva autriaco- neoclásica-neokeynesiana dominante en el mundo académico en asuntos monetarios. Puntos básicos de la MMT son los siguientes
1º) El dinero NO surgió en y de los propios mercados como un "mecanismo" o medio para hacer disminuir los costes de transacción característicos de una economía de trueque. La historia que imagina que el dinero surgió cuando algunos de nuestros espesos antepasados prehistóricos tuvieron la brillante idea de utilizar "algo" (oro, conchas, piedras talladas, etc.) para facilitar eficientes intercambios multilaterales frente a los ineficientes intercambios bilaterales o trueques. Eso no es historia, es historieta. Cosa de y para niños.
Sí, como todo niño, yo también hice trueques con cromos, golosinas y otras cosas. Y me da que la gente, incluidos los economistas, tienen la "idea" de que habría habido una "infancia" en la historia de la humanidad en que los humanos como sociedades se comportaban como se comportan los humanos particulares cuando niños. Una absoluta estupidez propia de un "cerebro" o mentalidad económica -esta sí- infantil. Aunque sólo fuera porque los economistas que se encargan de los asuntos monetarios debieran saber que NUNCA, históricamente, hubo economías de trueque, que merezcan el nombre de economías, es decir, con un nivel de complejidad superior al de una aldea de las del comic de Áxterix.
Volviendo a nuestro asunto. Dicho de otra manera, la "primera" -históricamente hablando- de las tres funciones que ha de cumplir "algo" para ser dinero, no fue la de ser un medio de pago o de transacción, o sea, una ayuda para facilitar los intercambios comerciales.
2º) Por contra, las funciones que históricamente son las que primero satisfizo "algo" que acabó siendo dinero son las de depósito de valor y de unidad de cuenta. Y ello fue debido a una "rocambolesca" e histórica peripecia. Porque, realmente, el dinero tuvo su origen en los "certificados" que los poderosos de una sociedad (o sus sacerdotes) les daban a sus súbditos para señalizarles o reconocerles que sí, que habían cumplido sus deberes o obligaciones fiscales para con ellos, es decir de que habían pagado sus correspondientes tributos. O sea, el primero de los dineros fue el certificado de que los súbditos les han dado a los señores lo que les "deben", ya sea en términos de tiempo de trabajo o ya sea en términos de productos. Esos "certificados" o protodinero incluyen por definición una medición del tributo pagado, por lo que (a) pueden servir de ahí en adelante como unidad de cuenta (una de las funciones básicas del dinero), y (b) tienen "valor, pues certifican que se ha cumplido una obligación o deuda fiscal o tributaria, lo que exime de sufrir un castigo físico o económico, luego en la medida que son valiosos pueden servir de ahí en adelante como depósito de valor (otra de las funciones del dinero).
Obsérvese que un agente puede aceptar el "certificado" de otro agente como pago por unos bienes o como mecanismo para saldar la deuda que el segundo tuviera con el dinero. Con ello ganaría, por ejemplo, la exención del pago de tributos en esa cuantía pues tendría el certificado de haberlo pagado aunque no hubiese sido quien realmente lo hubiese hecho.
Ahora bien, y esto es importante, dado su origen, se tiene que dentro de una economía definida políticamente, o sea, como un "estado", el dinero, los certificados emitidos por el poderoso al súbdito cumplidor no tiene por qué ser una cosa, un algo material (oro, plata, etc.) que tenga un valor intrínseco real, asociado a su utilidad como bien y a su escasez o a su coste de producción. El dinero en su origen es sencillamente un recibo.
El poder en su sentido más prístino, es decir, el poder de hacer daño, de usar la violencia, posibilita que cualquier cosa, por muy inútil que esta sea, pueda ser "dinero". Un pedazo de papel coloreado sin valor intrínseco puede ser usado como dinero si quien tiene la capacidad de usar legalmente la violencia decide que sirve como certificado de que se ha cumplido con las obligaciones fiscales. Ese certificado puede a continuación ser utilizado para todo tipo de transacciones, aunque -repito- no tenga ningún valor intrínseco, porque detrás del mismo está esa capacidad de hacer daño del estado. Conforme los individuos se acomodan a usar "cosas sin valor", papeles coloreados como medios de pago, acaban por aceptarlo incluso como medio para extinguir o satisfacer las deudas, y se difunde la idea de que el dinero sin valor intrínseco se acepta por una suerte de consenso.
Que tal idea es falaz se revela a las claras cuando hay un golpe de estado o una revolución, y a consecuencia de la misma, el nuevo poderoso decide que los "papeles" en los que estaba la imagen del viejo poderoso -hoy desbancado- ya "no valen", que los que ahora valen son los que llevan la efigie del nuevo poderoso. Rápidamente, el viejo dinero, por muy respetado que hubiera sido, se desvaloriza hasta tener el nulo valor que tienen los papeles coloreados y desgastados por su uso o el valor de uso del metal de las monedas.
3º) El dinero legal emitido por el estado con la efigie del poderoso no sólo sirve en primera instancia como certificado de pago de las obligaciones fiscales y del aporte de los tributos requeridos, sino que esos mismos certificados se usan por los particulares como unidad de cuenta, medio de pago y medio para saldar las cuentas en la maraña de intercambios voluntarios de los miembros de esa sociedad. Y ello promueve la división del trabajo y el crecimiento económico dentro de las sociedades. Sin estado, sin poder, no hay economía.Y si el poderoso tiene la suficiente fuerza y poder puede incluso llegar a ser utilizado como depósito de valor, es decir, como forma de mantener los derechos económicos que no se quieran usar hoy en el futuro. O sea, que si la confianza en la estabilidad y permanencia del poder del estado es lo suficientemente fuerte, el dinero legal aunque no tenga valor intrínseco es utilizado por los individuos para guardar derechos para ejercitarlos en el futuro. Si uno quiere tener qué comer en el futuro ya no es necesario que guarde alimentos u oro sino que si cree que el estado actual del Estado va a perpetuarse, le basta con guardar dinero, unos nada valiosos papelitos de color.
4º) En los intercambios entre miembros de sociedades políticamente independientes, o sea, no bajo la égida del mismo poderoso, no puede haber en principio un "dinero sin valor intrínseco" que pueda ser de uso obligado (y aceptado por ello) como medio de pago, medio de saldar las deudas y depósito de valor pues no hay -de nuevo, en principio- una autoridad comúnmente reconocida por todos. Es por ello que entre sociedades diferentes se ha recurrido frecuentemente al uso del trueque y al uso de dineros de contenido metálico, es decir, al uso del oro y la plata que siempre tienen un valor intrínseco porque son útiles para muchas cosas y cuesta extraerlos, pero, claro está, las minas de oro y plato están mal repartidas y no pueden producir la cantidad de material necesario para facilitar un crecimiento continuo de los intercambios. Es por ello, también, que los imperios son -al menos- monetariamente útiles, pues permiten crear dinero-papel de nulo valor intrínseco para uso a lo largo de toda su extensión sin verse frenado por los recursos metalíferos.
La aceptación del dinero-papel (o dinero sin valor intrínseco) de un estado por los miembros de otros señala que ello es equivalente a aceptar indirecta o implícitamente su poder político y/o militar, pues equivale a aceptar que algo sin valor, lo tiene. Lo cual sólo puede deberse al respeto o miedo que los miembros de los otros estados tienen ante la capacidad de hacer daño del otro. El ejemplo del dólar es, a este respecto, paradigmático. Los Estados Unidos de América pueden ser considerados como un imperio de nuevo cuño, pero imperio a fin de cuentas. Cobran "tributos" a los demás países, como hace cualquier poderoso con sus propios súbditos, en forma de pertinaz y enorme déficit comercial, y a cambio el restode países -y singularmente, los asiáticos- aceptan voluntaria y obedientemente unos papeles: billetes de dólar o deudas denominadas en dólares. Lo mismo mismito que cuando un Estado "compra" unos bienes o "contrata" a unos trabajadores y a cambio les da unos "papelitos".
5º) Pero no sólo puede ser dinero el dinero "legal", el emitido por el Estado, también puede ser dinero cualquier otra cosa que cumpla las tres funciones antedichas que tiene que satisfacer cualquier dinero. Incluso una promesa de pago, una deuda, que un agente A emite y otro B acepta a cambio de algún bien o servicio que que B da a A, puede servir como dinero en las transacciones si los demás la aceptan. Cualquiera puede, por tanto, emitir su propio dinero, o sea, sus propias "promesas" de pagar algo en el futuro a cambio de lo que recibe en el presente, el problema -como bien señalaba Minsky- es que no sucede que las promesas o "dinero" de cualquiera sean aceptadas por los demás, en general, pues como es de sobra conocido las promesas son palabras y se las puede llevar el viento. Para que la promesa de pago que hace un agente A sea aceptada por TODOS los demás, o sea, sea dinero, ha de ser creíble por TODOS ellos. Y ello es difícil, a menos que A tenga unas características muy especiales.
Como ya he dicho, en un caso, esa credibilidad está garantizada. Es cuando A es poderoso, es señor de la vida y la muerte. Es entonces capaz de obligar o amenazar a otros con un castigo en esta vida o en la otra lo suficientemente elevado si no aceptan ese "certificado"/ promesa de pago a cambio de sus bienes. Repitámoslo una vez más. Cualquiera que tenga poder coercitivo, cualquiera que tenga capacidad de hacer daño o de amenazar con hacerlo por tener medios violentos a su disposición, puede emitir dinero que ha de ser aceptado por quien residen bajo su jurisdicción. En consecuencia, existe una clara relación entre el poder de ejercitar la violencia y el poder de emitir dinero. Max Weber tenía razón, el Estado se define por dos características: ser el monopolio en el uso legal de la violencia y ser el monopolio en la emisión de dinero legal.
6º) Por eso, el resto de "dineros" o "cuasidineros" que hay por hay, o sea, las promesas de pago emitidas por otros agentes que no tienen semejante poder, son menos creíbles que el dinero "estatal" o "legal" como dinero. Son en cierto modo "menos" dinero. Cierto que un "pagaré" emitido por una gran empresa como Facebook o el Banco de Santander o Telefónica puede ser aceptada como medio de pago de A a B a cambio de algún bien o servicio o para condonar una deuda de A respecto a B, pero no es lo habitual. Son empresas fuertes pero sólo tienen "poder de mercado", o sea un poder sucedáneo respecto al verdadero poder: el coercitivo.
Por eso, también, y como ya señalé en este mismo blog, las criptomonedas tienen muy poco de dinero y sí de fichas de casino.
7º) Mientras un Estado tenga poder coercitivo, puede emitir el dinero que "quiera" a cambio de los recursos que necesite. O sea, un Estado con poder nunca tiene problemas de financiación pues siempre puede pagar sus gastos emitiendo dinero de obligada aceptación por sus ciudadanos, aunque sólo sea por la cuenta que les trae. El gasto público es, pues, parte de la política monetaria. es el mecanismo que el Estado usa para generar ese bien público que es el dinero que permite la división del trabajo y el crecimiento económico. Los impuestos, por otro lado, no son en sí mismos estrictamente necesarios para financiarse sino que han de contemplarse como instrumentos para regular la cantidad de dinero emitida. Y lo mismo sucede con la emisión de deuda pública.Todo eso de que un Estado no puede financiarse es cháchara sólo válida para aquellos estados cuyos gobiernos, por razones políticas, no quieren hacer políticas expansivas si así lo requiere el bienestar de sus ciudadanos. Y no se me salga con la tontería de que ello se traducirá en hiperinflación. Esto es sólo verdad si el Estado de marras está en descomposición y es incapaz de regular la oferta monetaria con el adecuado uso de la política de gasto público, impuestos y deuda. Si no, si el problema sólo es un problema de insuficiencia de demanda efectiva, como bien explicó Keynes, el Estado siempre puede permitirse generar nueva demanda pues siempre puede coercitivamente emitir un dinero que le sirva como soporte monetario de esa nueva demanda.
Eso no significa que la MMT sea la "purga de Benito" o el "remedio de Fierabrás" válido para solventar los problemas de una economía. Los llamados países socialistas eran un buen ejemplo de estados con poder monetario, y sin embargo sus economías eran una catástrofe de eficiencia
Por cierto, y de modo tangencial, se tiene que el estado de una hipotética República Catalana, independiente y con poder de coerción sobre sus ciudadanos, no tendría problemas para financiarse emitiendo una nueva moneda (¿la pesseta?). Su circulación estaría asegurada en principio, si los "mossos d'esquadra" o el "ejécito nacional catalán" obligasen (si es necesario por la fuerza) a sus funcionarios y proveedores a aceptar que se les pagase en esa nueva moneda, y exigiese también que los impuestos se pagasen así mismo en ella.
y 8º) Ciertamente, y por último, hay que señalar que un Estado soberano pierde capacidad de autofinanciarse si se desprende del monopolio en su capacidad de emitir dinero legal. Es lo que hizo España cuando aceptó con prisas entrar en la Eurozona a cambio aún no se sabe bien qué. La consecuencia es que nuestro estado está en manos de lo que decidan los burócratas y sedicentes expertos de la Comisión Europea y del banco Central Europeo para financiarse. Es un estado capidisminuído. Por eso, para salir de la anterior crisis sólo se pudo recurrir a medidas de devaluación interna, pues los calvinistas (ergo neoclásicos y austríacos) expertos económicos del Norte de Europa, que nunca han entendido nada acerca de la importancia del poder en los asuntos económicos pues nunca han leído ni a Max Weber ni Keynes, sabían hacer otra cosa que lo que han hecho siempre: predicar en la práctica el malvivir.