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                                                  FERNANDO ESTEVE MORA

Será porque me estoy haciendo ya muy mayor, será porque estamos en la proverbial calma que antecede la tempestad que vendrá cuando este año acabe la Guerra de Ucrania ya sea en un sentido o en otro (¿quién acabará pagando los costes de la reconstrucción?¿cómo será el nuevo escenario geoeconómico-político?), será por la tranquilidad psicológica que proporciona a nuestras infantilizadas sociedades el "saber" que hay un malo casi de película  (Putin) que es el culpable de todo lo malo que acontece en el mundo y que acabará siendo vencido como pasa en todas las películas, el caso es que no parece que esté pasando nada en el campo económico, nada nuevo quiero decir. O sea, que pasa lo mismo de siempre: un poco más de desigualdad fruto del aprovechado uso de una inflación fruto de una pandemia y  de una guerra  para reforzarla y profundizarla y así redistribuir la renta en contra del factor trabajo, una nueva y localizada crisis bancaría "organizada"  por esos "listillos que todo lo saben" del mundo financiero que -como siempre- les saldrá gratis, y, por supuesto,  las habituales meteduras de pata de la élite europea por doquiera vaya, como el patético viaje de la increíblemente incompetente Ursula von der Leyen a China ha demostrado definitivamente y menos mal que no la acompañó don Josep Borrell, "el Rambo de la Pobla de Segur" (en fin, ¿será el aire de Bruselas tóxico?).

Nada nuevo pues bajo este sol de primavera, incluso la pertinaz sequía vuelve a nuestros ya agostados campos una vez más. Por eso la única "noticia" con algo de relevancia en las dos últimas semanas, fuera de los negocietes de doña Ana Obregón, es la de que China y Brasil han decidido dejar al dólar de lado en sus relaciones comerciales.

Como era de esperar, ello ha dado pie a pequeño torrente de opiniones acerca de sus efectos. Estas opiniones se agrupan en dos lados, en dos frentes. Por un lado están aquellos que, mirando al futuro, anticipan el final del la hegemonía del dolar en las transacciones internacionales, que sería la imagen en el espejo de la economía del declive del imperio americano en su lucha con el hegemón ascendente: China. Por otro están todos los expertos en economía internacional que, mirando al pasado,  no ven nada nuevo que merezca la pena, que ese ese cambio que se suma a otros como el que Arabia saudí acepte el yuan como moneda de pago para el petroleo que exporta a China, apenas debilitan al dolar en su papel de divisa internacional de referencia.

¿Podría ser que ambas posiciones tuvieran "razón"? Parece raro, pues se diría que son contradictorias, pero en el fondo creo que no lo son, que ambos frentes tienen "su"  razón.

Veamos. Todo pasa por entender qué es el dólar. Y para entenderlo lo mejor es utilizar  la siguiente analogía: el dólar es como un vehículo de carga, algo así como un camión de esos que pueden servir para cumplir no una sino DOS funciones. Por un lado, sirve para transportar o trasladar cosas de un sitio a otro, o sea, sirve como medio para hacer transacciones comerciales (como medio de pago suelen decir los economistas) , pero también, y por otro lado, sirve como sirve un camión cuando está parado , como almacén como sitio o lugar seguro donde almacenar cosas valiosas, o sea, como "guardamuebles" (como depósito de valor suelen decir los economistas). Son dos funciones económicas distintas las que hace el mismo bien, el dólar: la primera es una función comercial: la de facilitar los intercambios y transacciones internacionales; la segunda es una función financiera, la de modo de conservar o guardar la riqueza financiera a disposición de cualquier individuo, empresa o estado del mundo. Esta segunda función de "guardamuebles" se puede hacer o bien en dólares (en billetes) o bien en obligaciones, bonos o títulos denominados en dólares emitidos ya por el gobierno norteamericano, ya las administraciones locales o estatales norteamericanas o ya por empresas norteamericanas; en cualquier caso deuda que se salda en dólares.

No sé si me habré explicado bien. Lo que quiero decir es que el dólar es en último término  un bien o mercancía más, que tiene dos atributos o características que explican el porqué la "gente" (individuos, empresas, estados) lo demandan.

Como todas las analogías, esta tampoco es perfecta. Pues, resulta obvio, que a diferencia de un camión, que cuesta un motón el producirlo, hacer dólares es muy barato. No cuesta nada. Como tampoco cuesta nada hacer otros "camiones" como el euro o el yen o el rublo o el yuan.

Lo que ha sucedido desde el final de la II Guerra Mundial (IIGM)es que los "camiones" norteamericanos, los dólares, han sido los más "vendidos" en el mundo entero para hacer todas las transacciones económicas, comerciales y financieras, porque han sido y todavía lo son los mejores para su doble cometido, porque sus prestaciones no han tenido ni tiene rival, de modo que aunque no es un monopolio completo a nivel internacional, la empresa de producción de "camiones" norteamericana es con mucho la empresa líder en el sector muy lejos de las empresas rivales: la china, la de la Unión Europea o la japonesa.

Las razones de esa ventaja absoluta del dólar en el mundo económico internacional  en el pasado son claras. Por un lado, tras los destrozos causados por la  IIGM en los demás países industrializados , EE.UU. era el país más potente económicamente en (casi) todos los sectores  productivos de mercancías que se comerciaban en los mercados internacionales. Si casi todas las mercancías a transportar eran norteamericanas era obvio que los "camiones" norteamericanos eran los más idóneos para hacerlo.

Adicionalmente, nadie entonces  podía ser una alternativa como "guardamuebles" de la riqueza financiera a nivel mundial. La escasez física de oro, el tradicional refugio o "almacén" de esa riqueza, estimuló el uso de los "camiones" norteamericanos.

Si se miran las cosas desde este -digamos que- peculiar punto de vista, se tiene que EE.UU. nunca tiene "realmente" ningún déficit comercial. Sencillamente lo que ocurre es que, siguiendo el principio de la ventaja comparativa, se ha ido especializando en esa peculiar industria de producción de "camiones" de doble uso para el sector transportes, que es la industria export-import, y para el sector "guardamuebles" que es la industria financiera, a nivel mundial . Estados unidos paga su exceso de importaciones en los demás bienes y servicios, exportando los mejores "camiones", o sea,  dólares,  en cuya "producción" tiene una ventaja comparativa. 

Lo que ha venido sucediendo desde hace ya al menos 40 años es que, debido en parte a esa especialización norteamericana, el crecimiento de la producción de mercancías en el resto del mundo ha crecido en porcentaje de tal manera que los "camiones" norteamericanos en su mayoría ya no trasladan mercancías norteamericanas. Es decir que el dólar se utiliza en los intercambios comerciales de bienes no producidos en los EE.UU ni con destino a los EE.UU. No es por ello nada extraño que  el uso de los "camiones" de otros países (como los chinos) empiece a aparecer   como ventajoso para el traslado de mercancías no norteamericanas, como los ejemplos de los intercambios de China con Rusia, Argentina, Brasil y Arabia Saudí muestran. En este terreno de vehículos monetarios de transporte  los "camiones" chinos (los yuanes) empiezan a tener una ventaja clara respecto a los norteamericanos en la medida que China (y en general Asía Oriental) se está convirtiendo el taller o la fábrica del mundo. El surgimiento de estos transportistas alternativos a los norteamericanos explica también el fracaso de las sanciones contra Rusia: sencillamente si los rusos no pueden ya usar "camiones" norteamericanos en sus intercambios, eso sin duda, es un problema para ellos, pero  no un  problema imposible de afrontar dada la existencia de transportistas alternativos.

Pero, pese a ello,  la industria de "camiones" norteamericana puede sentirse segura pues la demanda de "camiones" norteamericanos como "guardamuebles" sigue siendo la misma. Una cosa es usar "camiones" de otras procedencias para "transportar" mercancías; otra, muy diferente, es utilizar esos "camiones" como guardamuebles  , como depósitos seguros de valor. Y ahí, de momento, los EE.UU. no tienen rival.....que no sean ellos mismos, claro está.

En efecto, ¿cómo entender desde esta perspectiva las sanciones de EE.UU. contra países como Venezuela, Irán o Rusia en las que los activos en dólares de esos estados y de sus ciudadanos y empresas se han visto "congelados" por razones "políticas"? Entendámoslas como algo análogo a que un guardamuebles impida a alguno de sus clientes acceder a los locales donde ha depositado sus bienes porque "no le cae" bien. Ciertamente, el resto de los clientes puede sentir cierta sensación de inseguridad, e incluso algunos pueden empezar a buscar algún "guardamuebles" alternativo. Todavía no lo hay, pues los "camiones" chinos se dedican sólo al transporte, pero esto puede cambiar muy  rápidamente (mediante una liberalización de las restricciones chinas a los movimientos de capital en sus controlados mercados financieros).

Y, una última consideración, el uso del dólar como "guardamuebles" depende de su capacidad para guardarlos , es decir, de la capacidad de ser un lugar o sitio seguro para la riqueza financiera del mundo. Ahora bien, la "seguridad" de un guardamuebles es su capacidad de vender protección, y ello pasa por tener más fuerza, más poder, más capacidad para obligar a que en último término todo el mundo acepte unos "papeles" (los dólares) en bienes y servicios "reales", que los guardamuebles alternativos. Ni qué decir tiene que esta obligación de demostrar más fortaleza que los demás explica, más que cualesquiera otras consideraciones ideológicas o morales, el papel matonil, imperial o  prepotente  que los EE.UU se están viendo obligados a asumir tanto frente a Rusia como, mucho más fundamentalmente, frente a China. Y ello independientemente de si la presidencia de los EE.UU. es demócrata o republicana. Es patente comprobar a este respecto cómo el dólar se ha revalorizado con la guerra de Ucrania. Quiéranlo o no, su especialización económica en el sector "camiones" para "guardamuebles" les obliga a los EE.UU a comportarse así hasta que no "recuperen" ventajas comparativas en la producción de otros bienes y servicios.

Por ello, está claro que la economía de los próximos años vendrá marcada por dos conflictos. El primero, el final de la guerra de Ucrania. Una victoria clara de Rusia frente a Ucrania (que pone la "mano de obra") y los países de la OTAN (que ponen el capital (los armamentos) y las materias primas (las municiones)), supondría un clara golpe en la imagen del dólar como sitio seguro, que pondría en riesgo su papel de guardamuebles  financiero , si bien éste depende definitivamente de lo que pase en Taiwan y el Mar del Sur de la China. Ahí se juega el dólar su futuro.

(Y, por supuesto, la Unión Europea nada parece pintar en todos estos asuntos) . ¡Señor! ¡Vaya élite tenemos en Bruselas!)


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  1. Top 100
    #1
    15/04/23 18:33
    Yo para ser feliz, quiero un camión :)