FERNANDO ESTEVE MORA
El "sentido biológico de la vida" que la Vida (así con mayúscula) impone a la mayoría de individuos de todas las especies que habitan esta Tierra, es, reconozcámoslo, un poco tétrico: el de servir de alimento a otros individuos de otras especies en la cadena ecológica trófica.
Y, entonces, ¿cuál es, pues, el sentido biológico de la vida de nosotros, los seres humanos? Es decir, ¿a quién servimos nosotros de alimento? Fuera de aquellas situaciones en las que en algunas sociedades humanas se ha dado el canibalismo, y fuera de las historias de ficción en que los "alienígenas" vienen a la Tierra a alimentarse de nuestras carnes, está claro que hasta hace muy poco la existencia de los seres humanos sí tenía un cierto sentido biológico pues servíamos al menos para alimentar, tras la muerte, a bacterias, hongos, moscas, gusanos y demás bichos de semejante tenor (aunque aquí hay que contar con budistas tibetanos y parsis zoroástricos que dejan sus cadáveres al aire para alimento de otras especies carroñeras quizás más presentables, como son los buitres, en los llamados "entierros en el cielo"). Hoy con la generalización de las cremaciones en sustitución de los enterramientos, la vida de los humanos ya ha dejado incluso de tener ese mínimo sentido biológico que antes tenía. Para la Vida -así, con mayúscula- parece que ya para nada valemos.
Y en esta línea de "pensamiento", ¿cabría plantearse si hay un "sentido de la vida no biológico sino económico"? ¿Servimos, acaso, los seres humanos para alimentar económicamente hablando a otros que se encuentran "más arriba" en la escala económica trófica? Suena raro, pero si se piensa un momento, la cosa no parece tan disparatada como parece y creo que esa es una idea que subyace en la mayor parte de ideologías y religiones que ocupan los cerebros de las gentes.
Veamos. Lo primero es señalar que debajo de la misma noción de un "sentido biológico de la vida" de cada especie (recuérdese, el de servir de alimento a otras) hay una clara "desigualdad de tipo económico entre ellas.
En efecto, como Paul Colinvaux, un ecólogo, mostró en un libro interesantísimo titulado Por qué las fieras son escasas, era consustancial a los miembros de las especies más predadoras -las fieras- el disponer o acceder a más energía que los miembros de las especies "inferiores" de las que se alimentaban. Un león para serlo y comportarse como tal requiere más energía que una gacela. Esa desigualdad auténticamente económica entre la riqueza (medida en términos de energía) de la que disfrutan los miembros de las distintas especies explicaba, por lo demás, un hecho evidente cual es la relativa y creciente escasez numérica en la Naturaleza de las especies conforme más predadoras eran.
Sencillamente, y como resulta obvio si se piensa un momento, ocurre que las fieras son menos numerosas que las especies de las que se alimentan, o sea, el que por estricta lógica el número de leones es menor que el de gacelas. Si pasara al contrario, si hubiera más leones que gacelas por cualquier extraña causa (por ejemplo, por una epidemia que afectase a las gacelas), pronto ese "desequilibrio" ecológico se corregiría por la muerte por inanición de los suficientes leones de modo que los pocos que quedasen pudiesen alimentase del reducido número de gacelas.
"Saltemos" ahora del mundo "natural" al humano. Bien, me da la impresión que las cosas cambian muy poco, si es que cambian algo. Las "fieras" en el mundo económico humano, los "ricos", se definen por tener acceso y disponer de más energía/riqueza que los menos "ricos", son -repito- en el mundo social humano como las fieras en la Naturaleza, y al igual que pasa con estas, los ricos, las fieras en el mundo humano, son también mucho menos abundantes que los pobres (¿el 10%, el famoso 1%, o el 0,1%?).
Eso es un hecho y da mucho que pensar, pues si alguna vez se hubiera dado el caso en alguna sociedad humana en que los pobres fueran los menos, es decir que fuesen sólo un 10%, un 1% o un 0,1% de la población, es decir, una sociedad en que la mayoría de la gente fuese rica pues podría pensarse que la lógica económica es distinta de la biológica, que las reglas que rigen la "alimentación" en el mundo humano serían distintas que en el natural. Pero el manifiesto e incontestable hecho de que también entre nosotros, los humanos, los relativamente pobres sean siempre más, muchos más, que los relativamente más ricos lleva inexorablemente a pensar que opera en el mundo humano la misma lógica que en el mundo natural. O sea, que los ricos, o sea, la fieras humanas, lo son y son pocos porque se alimentan de los pobres, de los de abajo, que son muchos.
Las fieras son fieras porque son más fuertes y devoran a los miembros de las especies menos fuertes de las que se alimentan. ¿Sucede lo mismo con las fieras humanas? Siempre ha habido algunos que lo han pensado. Es decir, y dicho de otra manera, que las sociedades humanas serían, en último extremo, sociedades económicamente antropófagas o caníbales. en las que el sentido de la vida económicamente hablando de los más, de los "de abajo" sería el de servir como alimento para los "de arriba" exactamente igual que el sentido biológico de la vida de las gacelas es la de servir de alimento a los leones.
Todos aquellos que defienden la desigualdad económica entre humanos como algo "natural" y la justifican (meritocracia) en términos de la diferente valía de los individuos, ¿qué están haciendo en último extremo sino defender la idea de que "los de arriba", los más ricos y pudientes, tienen por el mero hecho de serlo el derecho y hasta la obligación de "alimentarse" de las vidas económicas de los que están "por debajo" de ellos, los menos ricos, y tienen ese derecho y hasta esa obligación por el hecho de ser más agresivos y fuertes, y que eso es lo natural económicamente hablando?
Obsérvese que, dado que la especie humana es única y que no es fácil por ello distinguir externamente a los predadores económicos de sus víctimas (aunque no han faltado los intentos: recuérdese, por ejemplo, aquella curiosa idea de que los nobles eran de "sangre azul" o, más modernamente, el uso de la coloración de la piel para crear toda una mitología racial que situaba de modo natural a las "gentes de color" como "alimento" de las gentes de "raza blanca", y hoy en exactamente la misma línea se habla de que "los de arriba" tienen un mejor cerebro lo que se manifestaría en un "cociente intelectual" más elevado, un mayor incentivo para arriesgarse o una "voluntad); el caso es que desde siempre los "de arriba" han tratado de verse a sí mismos como formando parte de una especie o subespecie humana distinta y superior, predadora, de la que conformaban los "de abajo", de modo que fuera enteramente natural, (para algunos incluso lo adecuado, lo moral), el que sus componentes viviesen (se "alimentasen") a costa de los miembros de la especie inferior.
A esta tarea de justificar o legitimar como natural la desigualdad económica, o sea, la predación económica entre los humanos, se han dedicado en la Historia la mayor parte de pensadores e intelectuales y, en nuestros tiempos, muy fundamentalmente, los economistas por lo general. Sí,son los economistas los que en estos tiempos defienden esta suerte de antropofagia económica.
Por supuesto que el león (o mejor, la leona) es más fuerte, agresiva y está mejor armada que la gacela, o sea, que "vale" más como cazador que la gacela. Por supuesto que los que se encuentran más arriba en la escala económica trófica, están mejor formados/educados y son más agresivos/innovadores que los de abajo. Por supuesto que "cazar" requiere fuerza, perseverancia, arrojo y astucia, y que no siempre un león o un humano preparado tienen éxito.
Pero al igual que las "habilidades" predatorias de una leona nada le servirían en mitad del desierto, tampoco a Elon Musk, por poner un ejemplo de miembro de la (sub)especie humana de "arriba del todo", de los ultraricos, la más "depredadora" económicamente hablando, le hubieran servido de nada sus "habilidades" de haber nacido en mitad del Congo o en Gaza en estos tiempos que corren. No sus "habilidades" son muy eficaces en este concreto mundo, en este concreto sistema ecológico que es el sistema económico neoliberal. No es por ello nada sorprendente que los elon musk del mundo sobornen a los políticos para evitar que alteren el entorno en que viven y medran en el sentido de depreciar o poner en riesgo sus peculiares "habilidades" predatorias.
Y cierto que lo dicho más arriba está muy simplificado, o quizás, incluso, es muy simplista. Si bien es fácil complicarlo un poquito y hacerlo más "realista". Por ejemplo, hay una variedad de "especies económicas" humanas intermedias entre los que ocupan la cúspide de la cadena alimenticia, donde están Elon Musk y sus colegas, y los "condenados de la Tierra" nacidos para servir sólo de alimento. Los miembros de estas "especies" humanas intermedias se alimentan de los miembros de las especies inferiores y sirven a su vez de alimento a los miembros de las "especies" humanas que están por encima.
Ha sido también frecuente el que, a lo largo de la Historia, hayan surgido gentes que han predicado contra este estado natural de las cosas en el mundo humano, es decir la antropofagia económica. Más o menos, todas esas buenas gentes han venido a decir que los humanos deberíamos todos abandonar nuestros hábitos alimenticios de carnívoros económicos, que deberíamos dejar de ser caníbales y pasar a ser algo así como vegetarianos. económicos en nuestro comportamiento, o sea, dejar de alimentarnos económicamente de otros seres humanos. Pero, puesto que con buenas palabras pronto se comprobaba que no bastaba, se ha intentado repetidamente cambiar por la fuerza esos hábitos culinarios: a esos intentos los llamamos revoluciones
Pero no ha servido para nada. Dado que, a diferencia de lo que sucede en el mundo natural, en que una gacela por más que quisiera o lo intentase nunca se podría convertir en un león, en el mundo humano sí que una "gacela" puede acabar siendo un "león", las repetidas "rebeliones en la granja" contra los miembros de las especies humanas dominantes y por ello predadoras sólo han traído al final un cambio en quien ocupaba esa posición dominante (lo que Pareto denominaba la "circulación de las elites"), es decir, que los vegetarianos que tenían éxito en su revuelta contra los carnívoros caníbales pronto empezaban a encontrarle "sabor" económico a la carne humana y se hacían caníbales como ellos.
Seguro que he exagerado. De algo ciertamente han ido sirviendo las rebeliones y revueltas. Cierto que el canibalismo económico no ha desparecido, pero también es cierto que hay lugares, países o mejor "granjas", en los que las "especies" económicamente inferiores están en granjas donde disfrutan de asistencia veterinaria y buenas condiciones de vida, más o menos como las granjas de carne kobe proporcionan a sus vacas buen pienso, establos acogedores bien ventilados e iluminados y Mozart como música de fondo. Incluso ya son muchos los que reconocen que se han acostumbrado a servir de alimento para otros y que, al igual que las vacas que sufrirían si no fuesen ordeñadas, aceptan que el sentido económico de sus vidas es alimentar a sus jefes.
En estas cosas pienso a veces cuando cojo el metro y el tren en horas punta para ir y volver del "curro" y me veo como, cuando los adelanto en las carreteras, veo a los camiones que, cargados de cerdos o de ovejas, se dirigen a los mataderos.
El "sentido biológico de la vida" que la Vida (así con mayúscula) impone a la mayoría de individuos de todas las especies que habitan esta Tierra, es, reconozcámoslo, un poco tétrico: el de servir de alimento a otros individuos de otras especies en la cadena ecológica trófica.
Y, entonces, ¿cuál es, pues, el sentido biológico de la vida de nosotros, los seres humanos? Es decir, ¿a quién servimos nosotros de alimento? Fuera de aquellas situaciones en las que en algunas sociedades humanas se ha dado el canibalismo, y fuera de las historias de ficción en que los "alienígenas" vienen a la Tierra a alimentarse de nuestras carnes, está claro que hasta hace muy poco la existencia de los seres humanos sí tenía un cierto sentido biológico pues servíamos al menos para alimentar, tras la muerte, a bacterias, hongos, moscas, gusanos y demás bichos de semejante tenor (aunque aquí hay que contar con budistas tibetanos y parsis zoroástricos que dejan sus cadáveres al aire para alimento de otras especies carroñeras quizás más presentables, como son los buitres, en los llamados "entierros en el cielo"). Hoy con la generalización de las cremaciones en sustitución de los enterramientos, la vida de los humanos ya ha dejado incluso de tener ese mínimo sentido biológico que antes tenía. Para la Vida -así, con mayúscula- parece que ya para nada valemos.
Y en esta línea de "pensamiento", ¿cabría plantearse si hay un "sentido de la vida no biológico sino económico"? ¿Servimos, acaso, los seres humanos para alimentar económicamente hablando a otros que se encuentran "más arriba" en la escala económica trófica? Suena raro, pero si se piensa un momento, la cosa no parece tan disparatada como parece y creo que esa es una idea que subyace en la mayor parte de ideologías y religiones que ocupan los cerebros de las gentes.
Veamos. Lo primero es señalar que debajo de la misma noción de un "sentido biológico de la vida" de cada especie (recuérdese, el de servir de alimento a otras) hay una clara "desigualdad de tipo económico entre ellas.
En efecto, como Paul Colinvaux, un ecólogo, mostró en un libro interesantísimo titulado Por qué las fieras son escasas, era consustancial a los miembros de las especies más predadoras -las fieras- el disponer o acceder a más energía que los miembros de las especies "inferiores" de las que se alimentaban. Un león para serlo y comportarse como tal requiere más energía que una gacela. Esa desigualdad auténticamente económica entre la riqueza (medida en términos de energía) de la que disfrutan los miembros de las distintas especies explicaba, por lo demás, un hecho evidente cual es la relativa y creciente escasez numérica en la Naturaleza de las especies conforme más predadoras eran.
Sencillamente, y como resulta obvio si se piensa un momento, ocurre que las fieras son menos numerosas que las especies de las que se alimentan, o sea, el que por estricta lógica el número de leones es menor que el de gacelas. Si pasara al contrario, si hubiera más leones que gacelas por cualquier extraña causa (por ejemplo, por una epidemia que afectase a las gacelas), pronto ese "desequilibrio" ecológico se corregiría por la muerte por inanición de los suficientes leones de modo que los pocos que quedasen pudiesen alimentase del reducido número de gacelas.
"Saltemos" ahora del mundo "natural" al humano. Bien, me da la impresión que las cosas cambian muy poco, si es que cambian algo. Las "fieras" en el mundo económico humano, los "ricos", se definen por tener acceso y disponer de más energía/riqueza que los menos "ricos", son -repito- en el mundo social humano como las fieras en la Naturaleza, y al igual que pasa con estas, los ricos, las fieras en el mundo humano, son también mucho menos abundantes que los pobres (¿el 10%, el famoso 1%, o el 0,1%?).
Eso es un hecho y da mucho que pensar, pues si alguna vez se hubiera dado el caso en alguna sociedad humana en que los pobres fueran los menos, es decir que fuesen sólo un 10%, un 1% o un 0,1% de la población, es decir, una sociedad en que la mayoría de la gente fuese rica pues podría pensarse que la lógica económica es distinta de la biológica, que las reglas que rigen la "alimentación" en el mundo humano serían distintas que en el natural. Pero el manifiesto e incontestable hecho de que también entre nosotros, los humanos, los relativamente pobres sean siempre más, muchos más, que los relativamente más ricos lleva inexorablemente a pensar que opera en el mundo humano la misma lógica que en el mundo natural. O sea, que los ricos, o sea, la fieras humanas, lo son y son pocos porque se alimentan de los pobres, de los de abajo, que son muchos.
Las fieras son fieras porque son más fuertes y devoran a los miembros de las especies menos fuertes de las que se alimentan. ¿Sucede lo mismo con las fieras humanas? Siempre ha habido algunos que lo han pensado. Es decir, y dicho de otra manera, que las sociedades humanas serían, en último extremo, sociedades económicamente antropófagas o caníbales. en las que el sentido de la vida económicamente hablando de los más, de los "de abajo" sería el de servir como alimento para los "de arriba" exactamente igual que el sentido biológico de la vida de las gacelas es la de servir de alimento a los leones.
Todos aquellos que defienden la desigualdad económica entre humanos como algo "natural" y la justifican (meritocracia) en términos de la diferente valía de los individuos, ¿qué están haciendo en último extremo sino defender la idea de que "los de arriba", los más ricos y pudientes, tienen por el mero hecho de serlo el derecho y hasta la obligación de "alimentarse" de las vidas económicas de los que están "por debajo" de ellos, los menos ricos, y tienen ese derecho y hasta esa obligación por el hecho de ser más agresivos y fuertes, y que eso es lo natural económicamente hablando?
Obsérvese que, dado que la especie humana es única y que no es fácil por ello distinguir externamente a los predadores económicos de sus víctimas (aunque no han faltado los intentos: recuérdese, por ejemplo, aquella curiosa idea de que los nobles eran de "sangre azul" o, más modernamente, el uso de la coloración de la piel para crear toda una mitología racial que situaba de modo natural a las "gentes de color" como "alimento" de las gentes de "raza blanca", y hoy en exactamente la misma línea se habla de que "los de arriba" tienen un mejor cerebro lo que se manifestaría en un "cociente intelectual" más elevado, un mayor incentivo para arriesgarse o una "voluntad); el caso es que desde siempre los "de arriba" han tratado de verse a sí mismos como formando parte de una especie o subespecie humana distinta y superior, predadora, de la que conformaban los "de abajo", de modo que fuera enteramente natural, (para algunos incluso lo adecuado, lo moral), el que sus componentes viviesen (se "alimentasen") a costa de los miembros de la especie inferior.
A esta tarea de justificar o legitimar como natural la desigualdad económica, o sea, la predación económica entre los humanos, se han dedicado en la Historia la mayor parte de pensadores e intelectuales y, en nuestros tiempos, muy fundamentalmente, los economistas por lo general. Sí,son los economistas los que en estos tiempos defienden esta suerte de antropofagia económica.
Por supuesto que el león (o mejor, la leona) es más fuerte, agresiva y está mejor armada que la gacela, o sea, que "vale" más como cazador que la gacela. Por supuesto que los que se encuentran más arriba en la escala económica trófica, están mejor formados/educados y son más agresivos/innovadores que los de abajo. Por supuesto que "cazar" requiere fuerza, perseverancia, arrojo y astucia, y que no siempre un león o un humano preparado tienen éxito.
Pero al igual que las "habilidades" predatorias de una leona nada le servirían en mitad del desierto, tampoco a Elon Musk, por poner un ejemplo de miembro de la (sub)especie humana de "arriba del todo", de los ultraricos, la más "depredadora" económicamente hablando, le hubieran servido de nada sus "habilidades" de haber nacido en mitad del Congo o en Gaza en estos tiempos que corren. No sus "habilidades" son muy eficaces en este concreto mundo, en este concreto sistema ecológico que es el sistema económico neoliberal. No es por ello nada sorprendente que los elon musk del mundo sobornen a los políticos para evitar que alteren el entorno en que viven y medran en el sentido de depreciar o poner en riesgo sus peculiares "habilidades" predatorias.
Y cierto que lo dicho más arriba está muy simplificado, o quizás, incluso, es muy simplista. Si bien es fácil complicarlo un poquito y hacerlo más "realista". Por ejemplo, hay una variedad de "especies económicas" humanas intermedias entre los que ocupan la cúspide de la cadena alimenticia, donde están Elon Musk y sus colegas, y los "condenados de la Tierra" nacidos para servir sólo de alimento. Los miembros de estas "especies" humanas intermedias se alimentan de los miembros de las especies inferiores y sirven a su vez de alimento a los miembros de las "especies" humanas que están por encima.
Ha sido también frecuente el que, a lo largo de la Historia, hayan surgido gentes que han predicado contra este estado natural de las cosas en el mundo humano, es decir la antropofagia económica. Más o menos, todas esas buenas gentes han venido a decir que los humanos deberíamos todos abandonar nuestros hábitos alimenticios de carnívoros económicos, que deberíamos dejar de ser caníbales y pasar a ser algo así como vegetarianos. económicos en nuestro comportamiento, o sea, dejar de alimentarnos económicamente de otros seres humanos. Pero, puesto que con buenas palabras pronto se comprobaba que no bastaba, se ha intentado repetidamente cambiar por la fuerza esos hábitos culinarios: a esos intentos los llamamos revoluciones
Pero no ha servido para nada. Dado que, a diferencia de lo que sucede en el mundo natural, en que una gacela por más que quisiera o lo intentase nunca se podría convertir en un león, en el mundo humano sí que una "gacela" puede acabar siendo un "león", las repetidas "rebeliones en la granja" contra los miembros de las especies humanas dominantes y por ello predadoras sólo han traído al final un cambio en quien ocupaba esa posición dominante (lo que Pareto denominaba la "circulación de las elites"), es decir, que los vegetarianos que tenían éxito en su revuelta contra los carnívoros caníbales pronto empezaban a encontrarle "sabor" económico a la carne humana y se hacían caníbales como ellos.
Seguro que he exagerado. De algo ciertamente han ido sirviendo las rebeliones y revueltas. Cierto que el canibalismo económico no ha desparecido, pero también es cierto que hay lugares, países o mejor "granjas", en los que las "especies" económicamente inferiores están en granjas donde disfrutan de asistencia veterinaria y buenas condiciones de vida, más o menos como las granjas de carne kobe proporcionan a sus vacas buen pienso, establos acogedores bien ventilados e iluminados y Mozart como música de fondo. Incluso ya son muchos los que reconocen que se han acostumbrado a servir de alimento para otros y que, al igual que las vacas que sufrirían si no fuesen ordeñadas, aceptan que el sentido económico de sus vidas es alimentar a sus jefes.
En estas cosas pienso a veces cuando cojo el metro y el tren en horas punta para ir y volver del "curro" y me veo como, cuando los adelanto en las carreteras, veo a los camiones que, cargados de cerdos o de ovejas, se dirigen a los mataderos.