"Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible." Mahatma Gandhi
Evidentemente poco tenemos que ver quienes desarrollamos una actividad mercantil con el bueno de Gandhi. ¿O sí?
Yo no tengo la menor duda acerca de que Gandhi era un emprendedor, también un vendedor puesto que sus ideas fueron comunicadas con acierto y resultaron ser capaces de plantear en la mente de sus compatriotas un escenario distinto del que hasta entonces habían vivido y que aceptaron incorporar como suyo. Gandhi también era un negociador, capaz de posicionarse en la piel de su contrario y de ofrecer el cambio de un modo que resultara inevitable y moderadamente pacífico. También mantuvo un claro objetivo económico como trasfondo al planteamiento político. Desarrolló una cierta cultura colectiva que supo transmitir y en la que implicó a todo su equipo: una nación.
Así que puedo no solo entender lo que dice en su cita sino que, además, se puede traducir fácilmente en un términos muy actuales: Responsabilidad Social Corporativa.
No andaré más allá en este artículo. Como dice un amigo periodista "Carlos, ¡abrevia!". Solo quiero que mis amigos lectores atiendan de nuevo al contenido de la cita de Gandhi y, a la luz de esa idea, analicen cómo cientos de empresas en nuestro país pueden mantener una obra social, fundaciones, etc y al mismo tiempo dedicarse a sembrar la rabia, la impotencia ante el poder absoluto, el dolor que supone perderlo todo entre los engranajes de una maquinaria sin alma. Aplastante.
La vida es un todo indivisible. Al girar página, pasará factura.