Nos guste o no, algunas subastas se suspenden
En junio del 98 me adjudiqué un precioso bungalow en Ibiza en una subasta celebrada en un juzgado de lo social de Madrid. No hubo más postores porque a la misma hora había una subasta concurridísima en los juzgados de Primera Instancia, así que el precio de adjudicación fue ridículo.
Los juzgados de lo social son muy puñeteros para las subastas, un verdadero desastre porque cometen multitud de errores y al final se tienen que suspender casi la mitad de las celebradas. Sin embargo en ésta ocasión no me pareció que pudiera ocurrir porque las notificaciones estaban todas correctamente hechas, algunas incluso en estrados así que me dispuse a disfrutar del buen negocio hecho.
Finalmente, cuando la inmobiliaria ibicenca que se encargó de la venta lo tenía ya apalabrado y me iban a ingresar la fianza, recibí una llamada de una italiana llamada Alesandra Bianchi, quien llorando histérica me dijo que esa casa era suya, que me lo podía demostrar y que por favor no la vendiera.
Yo paralicé la venta inmediatamente y le di todos los datos para que acudiera rápidamente al juzgado a manifestar lo que creyera conveniente.
Efectivamente ella tenía razón: La demandada tenía nacionalidad española y dni español y se llamaba exactamente como ella, pero no era ella. La legítima propietaria de mi bungalow (yo sólo era propietario por error judicial) era italiana y no tenía dni, sino NIE para extranjeros.
No quiero profundizar en el inmenso error judicial que produjo aquella catástrofe, ni quiero acordarme de la profunda decepción que me supuso perder aquél negocio, pero sí he querido traer ésta anécdota a esta página para explicar que a veces tenemos que ser capaces de comprender que si la razón no está de nuestra parte, es mejor no comenzar una batalla judicial que podemos perder y que además es injusta.
Yo podría haberme empecinado y haber vendido el bungalow a un tercero de buena fe y haber obligado a Alesandra a pleitear contra ambos durante años. Incluso habría podido evitar tener que idemnizarla porque hice la inversión a través de una sociedad, podría haber hecho mil perrerías pero ¿Hubiera sido justo para esa mujer? No y mil veces no.
Me acordé del aciago suceso porque en el post del pasado 8 de mayo, sobre las Subastas de VPO, entre los comentarios había uno de José Luis en el que cuenta el inmenso lío jurídico en el que está inmerso desde que compró hace dos años una vivienda en una subasta de Hacienda en la que, por error han embargado la vivienda de un vecino en vez de la del deudor. Bueno, en principio ni siquiera están seguros de qué es lo que ha pasado ni de quién ha sido el error, si del catastro o del Registro, pero el resultado es que Hacienda le ha adjudicado la vivienda de alguien que no tiene nada que ver con esa deuda.
El adjudicatario parece empecinado en conseguir la posesión de esa vivienda, que tiene que pedir en un procedimiento civil, pero yo ya le he advertido que, se ponga como se ponga, jamás va a conseguir que un tribunal de Justicia le dé la posesión de una vivienda subastada por error.
Yo tenía la sartén por el mango y supe renunciar, ¿Sabrá él?