Apostillando lo que conté en el anterior post, me escribe José Luis con su reciente experiencia personal, aún más desagradable que la mía:
(...) se trata de un juzgado distinto del 31 y 32, esos que se según tus palabras, "se han pasado al lado oscuro" porque sólo te permiten ver la fotocopia de la certificación de cargas, el edicto y poco más. El caso es que este otro juzgado te permitía ver el expediente completo, o al menos eso me pareció. Tras darme la funcionaria el expediente, yo, que no soy un experto (ni mucho menos) de las subastas judiciales, empecé a leerlo desde el principio. Empecé a ver notificaciones, sentencias previas,... (en fin, cosas que muchas de ellas me imagino serán poco relevantes, pero hasta que no las vea, no lo puedo saber). El caso es que en un momento dado, la funcionaria pasa por mi lado y me ve leyendo una parte del expediente, y súbitamente lo coge, lo cierra y me dice, voz en grito:
- Pero ¿por qué está usted leyendo esta parte del expediente? Eso es privado y no tiene por qué leerlo usted. A usted no le importa nada de lo que haya entre las partes.Tras lo cual, me señala con las manos dos partes del expediente, lo arroja en la mesa y me reitera:- Estoy esto es lo que puede leer usted. ¿Entendido? (todo con muy malas palabras y muy poca educación, a mi entender)Empiezo a leer, lógicamente, por donde me ha señalado la amable funcionaria (me había señalado la certificación de cargas), y tras terminar de leer esta parte, empiezo a pasar páginas con más miedo que vergüenza, pues no me acordaba dónde había señalado la segunda parte que tenía derecho, judicialmente hablando, a leer. La funcionaria, que ya estaba "mosca", se vuelve a pasar por el escaso metro cuadrado que tenía para leer el expediente, y exclama, si cabe con más fuerza:- Pero ¿es que hablo en chino? Que usted no puede leer nada de lo que haya entre las partes, ¡¡QUE ES PRIVADO!!Yo pensaba que me iba a llevar adentro y a ajusticiarme con el mazo del juez.Abre con violencia el expediente en la segunda parte que tenía derecho a leer, y rebuzna:- ¡Aquí es donde puede leer!, ¿entendido? No, si al final voy a tener que hacer fotocopias como hacen el 31 y 32, y punto...Si es que permitimos demasiado, y no puede ser, no puede ser...La escena, como puedes comprender, resultó muy desagradable. En condiciones normales, en un comercio, hubiera llamado a su jefe para expresar mi queja y, en su caso, rellenar una hoja de reclamaciones, pero como la Justicia no es un comercio, y lo que quería hacer era leer el expediente, pues no me quedó otra que callarme (de otro modo, ya sé que tendría vetado "per secula seculorum" este juzgado para cualquier subasta).Durante toda mi permanencia en el juzgado, estuve oyendo cómo las funcionarias que estaban allí estuvieron criticando a todas las personas que por allí pasaban (incluida a la propia secretaria judicial), con lo que tuve un pequeño "consuelo": yo no era el único objeto de la ira de estas funcionarias.En fin, me parece impresentable el dispensar un trato así a cualquier persona que acuda a un servicio público como es un juzgado. Si yo lo hiciera en mi trabajo, me imagino que los clientes, con toda razón, podrían expresar sus quejas a mis superiores. Pero como es la justicia, y estás en manos de esta gente, pues te tienes que callar, pues tienes más que perder si te quejas que si te callas.Por no hablar de la extrema pulcritud ("se la cogen con papel de fumar", que diría el castizo) con que tratan el contenido de los expedientes, mientras demuestran una desidia impresentable con otros asuntos mucho más importantes y de consecuencias devastadoras para los justiciables o los sufridores de la justicia.¿Qué opinas del asunto?