Ahora que
Deadpool (o Masacre, como yo lo conocí a los 15 años) se ha puesto de moda, creo que es buen momento para recordar su primera gran saga: Ajuste de Cuentas. En la primera parte (que corresponde al n.º 23 del vol 1 USA) Masacre, en el papel de Mithras, se enfrente a Tiamat, seguro de que vencerá porque así lo ha predicho Monty, un adivino (divertídisimo el 21 USA en el que se lleva a Monty al casino de Montecarlo, pero eso es otra historia). Sin embargo, todo es una trampa y Masacre, a pesar de luchar “como un auténtico defensor del mundo” y sabiendo que va a ganar... es derrotado.
Y esto me recuerda al resultado de una encuesta de Gallup a inversores en 2001. Señalaba que, en media, se esperaba que el mercado de acciones tuviera un retorno del 10,3% durante los próximos 12 meses. Cuando se les preguntaba a los inversores por el retorno que esperaban en sus cartera, la media era del 11,7%.
¿Qué tiene que ver la derrota de Masacre y el hecho de que no sólo los inversores no vieran venir la que cayó en 2001 sino que estuviesen seguros de que iban a batir al mercado? Que ambas se justifican en un exceso de confianza. Y es que el exceso de confianza es probablemente el error más grave que puede cometer un inversor.
Pero, de hecho, la gente en general (y en concreto los inversores) tiene un exceso de confianza. Clarke y Statman, en un estudio del año 2000, realizaron una encuesta a inversores con la siguiente pregunta: En 1896, el Dow Jones estaba en el nivel de 40. En 1998 había alcanzado el 9.000. Si se hubieran reinvertido los dividendos, ¿cuál sería el nivel? Y pedían que los inversores señalasen un rango en el que sintieran un 90% de confianza de que el resultado sería correcto (para los curiosos, la respuesta correcta es 652.230!!!!). Por supuesto, pocas respuestas se acercaron a la correcta y ninguna estimó un intervalo de confianza correcto (normalmente, los intervalos de cnfianza fueron muy estrechos).
En un experimento realizado por el genial Daniel Kahneman, del que tanto hemos hablado en este blog, se pedía a los participantes responder su mejor estimación del Dow Jones dentro de un mes. Así, debían escoger un valor del que estuvieran un 99% seguros (es decir, que estuvieran seguros, pero no completamente) que el índice se situaría por debajo del mismo. Luego, tenían que escoger el rango inferior del mismo modo. Siguiendo estas instrucciones, la probabilidad de que el Dow Jones se situara fuera del rango sería del 2%. Sin embargo, las sorpresas se produjeron casi un 20% de las veces. Esto es lo que provoca el exceso de confianza: inversores que están más seguros de lo que deberían (un 98%, cuando debería estarlo en un 80%). Este experimento demuestra que la gente suele valorar más sus predicciones de lo que está justificado por la lógica.
Las personas tendemos a sobre valorar nuestras habilidades. Es por eso por lo que casi todo el mundo es experto en ingeniería informática, en mecánica, en farmacia, en medicina, en derecho, en economía... sobrestimando sus propios (y normalmente escasos) conocimientos adquiridos de manera dudosa (internet, rumores, televisión, algo que oímos en la radio...), frente a los de los profesionales. Pensamos que somos más inteligentes y que estamos mejor informados que los demás. Llevándolo al ámbito de las inversiones, uno puede, por ejemplo, escuchar en la radio una idea de un analista o leer algo en el periódico y sentirse preparado para llevar a cabo una inversión con esa única información, contra el resto del mercado, donde compiten gestores más informados y con mayores conocimientos profesionales.
¿Qué nos lleva a tener ese exceso de confianza? Cuando nos centramos en los mercados financieros. hay diferentes explicaciones.
La principal es "la ilusión del conocimiento". Esto es, la falsa sensación de creer que la fiabilidad de las predicciones aumenta con más información. Quizá esto sea cierto con determinada información. Pero más información es diferente de más información relevante.
Por ejemplo: Un avión blanco y azul, marca Boeing modelo 747 sobrevuela el mediterráneo, las coordenadas exactas son 35° 50′ N 14°35′ E. El número de pasajeros que lleva el avión es 134, cada uno de ellos con un bulto y una maleta de no más de 30kg. Un 38% de los pasajeros son hombres, el resto mujeres y viajan 12 niños menores de 10 años. ¿De qué color son los ojos del piloto?
Otro buen ejemplo lo leí en un libro del que no recuerdo el autor en este momento... Señalaba que si, por ejemplo, lanzas un dado de 6 caras, la probabilidad de que saliera un número cualquiera es de 1/6. Ahora imagina que las tres últimas tiradas han sido tres 4. Si lanzo de nuevo el dado ¿qué número piensas que saldrá? Esto es una variante de la falacia del jugador. Aunque la probabilidad siga siendo de 1/6, mucho utilizarán la información anterior para decir que lo más probable es que salga un cuatro o que lo más probable es que salga cualquier número menos el cuatro.
Sin contar, claro, con los prejuicios que tenemos al tratar la información... Por ejemplo:
Linda tiene 31 años. Es soltera, extrovertida y comprometida. Es licenciada en Filosofía. En su etapa de estudiante, Linda estaba muy implicada en el calentamiento global. Acudió a distintas manifestaciones, expuso diversas conferencias sobre el tema y fue detenida en diferentes ocasiones por participar en actos relacionados con ello ¿Qué es más probable?
Elija:
1. Linda es una cajera de un supermercado.
2. Linda es una cajera de un supermercado y está afiliada a una ONG.
Normalmente la gente elegía la opción 2 cuando es mucho menos probable que la opción 1. Con la información que tenemos, es decir, casi nada, la opción 1 engloba a la opción 2.
El éxito también lleva al exceso de confianza. Hilary y Menzly (2006) estudiaron las predicciones de diferentes analistas que habían tenido una serie de éxitos estimando los beneficios de empresas. Después de examinar 40 mil predicciones, llegaron a la conclusión de que los mayores errores eran cometidos por aquellos que habían tenido las mayoers rachas de éxitos.
Finalmente, tendemos a tener una mayor confianza cuando, de algún modo, pensamos tener un mayor control sobre los eventos, aunque estos sean por su naturaleza impredecibles e incotrolables. Esto se conoce como la "ilusión de control". E.J. Langer en su excelente artículo “The Illusion of Control” (1975) pone como el ejemplo, avalado por diferentes estudios, de que cuando se pide apostar si una moneda lanzada al aire será cara o cruz, la mayoría de la gente hace apuestas superiores antes de que la moneda sea lanzada, respecto a cuando la moneda ya ha sido lanzada pero no descubierta.
Hay diferentes errores que se cometen por el exceso de confianza, todos ellos muy graves.
El primero de ellos es sobrestimar nuestra habilidad para evaluar el potencial de una compañía. Podríamos ignorar cualquier signo negativo de advertencia por estar cegados por una inversión que consideramos correcta. O buscar información que confirme nuestra idea preconcebida.
Otro gran error es sobre operar. Creyendo que tenemos un conocimiento superior y más capacidad para acertar en nuestras predicciones. Brad Barber y Terran Odean, estudiaron entre 1991y 1997 más de 35.000 cuentas de valores llegando, entre otras, a la conclusión de que el exceso de confianza llevaba a los inversores a sobre-operar y esto afectaba negativamente, en todos los casos, a sus carteras. Un inversor que sobre-opera satisface su ego con las operaciones positivas, olvidando rápidamente las negativas.
Obviar los riesgos a la baja es otro error de los que operan con exceso de confianza. Porque no se saben o no se entienden realmente las estadísticas de las inversiones, y se juzga el futuro erróneamente en base a datos falsos o irreales (como los inversores de 2001).
Finalmente, el exceso de confianza lleva a no diversificar correctamente. Warren Buffet, en su famoso discurso en la Universidad de Florida, critica la diversificación señalando que una persona tiene sólo una o dos ideas buenas en su vida y que por lo tanto diversificar es lo mismo que ampliar el número de posibles errores.
Sin embargo, el hecho es que la experiencia demuestra que hay algunas personas que ni siquiera tienen una o dos buenas ideas respecto a inversiones. No todo el mundo comienza con una sastrería y termina creando Inditex. Es más, hay personas que ni quieren ni deben aceptar ese riesgo, porque si no, todos seríamos como Sergey Brin, Larry Page o Amancio Ortega. Y no lo somos. Y no pasa nada por no serlo, podemos ser igual o más felices que ellos. Pero también podemos serlo menos, sobre todo si no nos aceptamos tal y como somos. Por ello, aunque para algunos pocos inversores diversificar no sea correcto, para el resto sí lo es. Además, la evidencia matemática demuestra que aumentando el número de productos (diversificando) podemos disminuir el riesgo para obtener la misma rentabilidad.
En fin, resumiendo, que cuidado con el exceso de confianza. En general, lo más rentable es operar con miedo y con dudas. El miedo y las dudas nos permiten salir deprisa de posiciones perdedoras. El orgullo es un mal compañero en los mercados financieros.