Tras un mes sabático (bueno, vale, más de un mes) retomo el pulso del blog con un post relacionado con financiación y empresas. Para ello voy a aprovechar mi libreta de notas, allí donde apunto aquellas entradas o temas que me resultan interesantes, que pueden darme juego en un futuro, y que uso incluso en periodos de desconexión como este último. Es mi pequeño tesoro, y de ahí extraigo el post que da pie a este.
Angel, en El mundo visto por un profesional de las Inversiones, se preguntaba hace un año: ¿Por qué no estamos viendo infinidad de Debt-to equity swaps?, o lo que es lo mismo, ¿cómo es que no estamos asistiendo a conversiones masivas de créditos en fondos propios, de la conversión de acreedores (bancarios) en accionistas de sociedades quebradas o al borde de la quiebra?
Angel señala la incongruencia entre la mentalidad imperante en la banca (only cash, sólo pasta) y la normativa concursal (que protege al accionista que ha llevado a a la empresa a esta situación). La propuesta de Angel es clara:
De la misma forma que las entidades financieras se están enladrillando comprando inmuebles de gente que no les puede pagar la hipoteca antes de que se conviertan en fallidos, tiene mucha mas logica financiera que conviertan parte de los prestamos irrecuperables de empresas que sin endeudamiento tendrían futuro en participaciones de capital, si lo prefieren prestamos subordinados para evitar manifestaciones de trabajadores a las puertas de sus sedes, previa reducción de capital para asumir perdidas con la consiguiente cuasi-expulsión del accionariado actual, y cambio del equipo gestor.
Yo comparto esta visión en muchos casos, especialmente si hay atisbos de viabilidad. Claro que encuentro que hay numerosas dificultades, no sólo las señaladas por Ángel. Y es que, como factor previo, el modelo bancario no ayuda. Conviene que recordemos que en España la banca comercial y universal acabaran comiéndose a la Banca Industrial. Los más viejos del lugar recordarán bien de que les hablo, de los modelos Bilbao vs. Vizcaya,, etc. Hacer Banca industrial no es fácil, y menos en un marco legal y social como el español (invito a que alguien encuentre una definición del concepto de empresario en el Estatuto de los Trabajadores). Lo que molaba eran las participaciones financieras y poco más, para que embarrarse en la gestión del día y sus desagradables implicaciones (lamentablemente, esa filosofía se ha trasladado en buena medida al mundo de las instituciones de inversión colectiva, donde llama la atención la dejación de funciones de los responsables de algunos fondos). Para más inri, la nueva normativa internacional en materia financiera, Basilea III, penaliza la inversión en participaciones empresariales.
Digamos que hay excepciones a esa tónica dominante, que hay entidades que han optado por hacerse su corporación industrial, con mejor o peor gestión, pero en general, mi sensación es que se ha cedido mucho terreno ante otros actores, como el capital riesgo. La Banca prefiere prestarles el dinero a ellos antes de invertirlo directamente. Y en buen a medida tiene razón, ya que fruto de la situación expuesta, dentro de los cuadros de las entidades faltan perfiles, estructuras, procedimientos, para gestionar estos negocios. No son el meollo del asunto bancario. Zapatero a tus zapatos.
El problema acontece cuando sucede lo señalado por Ángel, produciéndose situaciones que generan un impasse, un bloqueo, que aboca a la liquidación de negocios que podían haberse salvado. Y ojo, que si colabora, pero no se implica, en ocasiones la cosa incluso se puede complicar para el Banco que pretende coger peces sin mojarse el culo, a la hora de prestar su apoyo en procesos concursales. Me refiero a que se considere que su actuación es la de un administrador de facto, cosa que como sabéis o imagináis no supone nada bueno.
Ante esta situación, en ocasiones las entidades financieras lo que hacen es colaborar en la búsqueda de nuevos accionistas (ellas no quieren mojarse) y de equipos gestores. Si habéis leído las noticias vereis que actualmente hay de todo en botica. Desde personajes que asustan, con negocios que limitan con XXXXXXX, pasando por liquidadores por trozos puros y duros, hasta reflotadores especializados. De todo, pero en general, como bien señala Ángel, no se acaba produciendo un canje de deuda por acciones, para nada.
Y aquí enlazo con otro viejo post mío, Propuesta radical: la refinanciación abordada integralmente. En dicho post apostaba para que, en los supuestos de refinanciación a particulares esto se acompañase de otro tipo de medidas, de un proceso de coach. Creo que, de algún modo, esta apuesta se puede trasladar al mundo empresarial. Y es que la situación que he descrito en este post es más bien propia de lo que en la dimensión española son grandes empresas. En el caso de las medianas y pequeñas, directamente suelen ir al agujero. Y es una pena que esto ocurra cuando en muchas cabe realizar apuestas, apostar por equipos nuevos, llevarlas a proceso de integración, y, de este modo, con apenas inversión adicional, incrementar sustancialmente las posibilidades de recuperar unos créditos que, de otro modo, se convertirán en humo.
Casi diría que ambos planteamientos son complementarios. Actualmente es relativamente sencillo encontrar profesionales cualificados, que han tenido que salir de sus empresas, muchas de alto nivel. Gente con experiencia y que actualmente no encuentra un hueco. Que mejor que aprovechar su experiencia, su talento, e incorporarla desde las entidades financieras en estos procesos de recuperación empresarial, matando dos o más pájaros de un tiro, incluso pudiendo establecer planes de salida vía MBO a futuro. Sigo pensando que las Obras Sociales de las Cajas ahí tendrían un campo inmenso.
Ya, ya se que alguno dirá que he pasado demasiado tiempo por ahí afuera, o que me he comido una fabada antes de escribir esto, pero es que soy un romántico.
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