El mes pasado me anoté esta noticia de El Economista para comentarla con vosotros: El Banco de España exige ahora que se cierren las sucursales en perdidas. En la misma, se comentaba que el supervisor estaba presionando a las entidades que se habían acogido al FROB para que cerrasen sucursales en función de criterios de rentabilidad, y concretamente se centraba en el caso de las Cajas Rurales.
No se lo que habrá de cierto en la noticia. Si así fuese, me encantaría conocer los criterios que determinan que una sucursal bancaria está en perdidas. Y es que colegas, eso es bastante más difícil de saber de lo que parece. No se si el asesinato será una de las Bellas Artes, pero la contabilidad lo es, y la contabilidad analítica especialmente.
Para aquellos que desconozcan lo que es, la contabilidad analítica es la encargada de tratar con el tema de imputación de costes. Frente a la contabilidad financiera, que tiene mucho que ver con lo exterior, con la publicidad frente a acreedores, socios, etc, la contabilidad analítica es de carácter interno, pues amigos, desvela el truco del negocio en el el día a día, y eso no se puede permitir que caiga en manos indebidas. Es por ello que la contabilidad analítica se configura como una suerte de arcano, Santo Grial, del cual no se dan muchas explicaciones, y que sirve para determinar/justificar que división empresarial vive y cual muere, sin que muchos entiendan de que va. Claro que, basta con cambiar los criterios con los que se imputan esos costes y nos podemos encontrar con que los resultados son tremendamente diferentes. Veamos ejemplos con esas sucursales en el punto de mira.
1. Vayamos primero a una fácil. ¿Cómo repartimos los costes indirectos, los de la estructura de la entidad financiera, entre la red de sucursales? Para empezar habrá entidades que no los repartan, o que no los repartan todos, conforme a sus propios criterios de contabilidad analítica. Insisto en que hasta donde yo sé no existe un criterio único impuesto por el supervisor. Pero supongamos que se repartan. ¿A qué atendemos? ¿Por número de empleados, por volúmen de activo/pasivo, por cuenta de resultados, por metros cuadrados de la oficina, etc...? Os puedo garantizar que en algunos casos es sencillo, o lo parece. En otros, puede resultar tremendamente peliagudo.
2. Olvidémonos de esos costes indirectos, que nos complican tanto la vida. Pensemos en el día a día de la oficina. ¿Qué pasa con las operaciones intersucursales?, ¿qué ocurre con aquellas sucursales cuyos clientes son atendidos por otras, bien a través de sus cajeros, bien de sus empleados? Pues de todo hay, están aquellos que prescinden de dicho análisis (me parece un error) y por otro los que si que imputan en la cuentas de resultados de las respectivas sucursales cargos y abonos (mucho más correcto, aunque habrá que ver cuanto). La diferencia de criterio al respecto puede mutar la cuenta de resultados.
He puesto sólo dos ejemplos de lo complicado que puede resultar el determinar cuándo una sucursal esté en perdidas y cuando no. Es posible que la misma sucursal, según los criterios de dos entidades distintas, de resultados completamente contrapuestos. Pero seamos generosos y tiremos para delante. Pensemos que hay un criterio único, justo y necesario, vamos, el de MAFO. Incluso en ese caso habría que tomar el asunto con pinzas.
1. De poco me vale el que una sucursal este en beneficios si la tendencia es claramente descendente. Por otro lado, tenemos aquellas que son una clara apuesta de futuro. A ver si alguno se pasa con la poda y lo que hace es esclerotizar las estructuras y limitar su capacidad de crecimiento.
2. Le recomendaría al supervisor bancario la lectura de este post de Mario, y es que buena parte de los costes indirectos son fijos en gran medida. Se produce así la paradoja que, ante un cierre de sucursales es posible que el saldo sea negativo, que la caida de ingresos que generaban las sucursales en perdidas sea mayor que la reducción de costes. Esos costes indirectos-fijos-rígidos seguirán estando ahí, a repartir entre las sucursales supervivientes, pudiendo llegar a producirse la paradoja de que el cierre de oficinas deficitarias conduce a idéntica situación a otras que no lo eran previamente.
Quiero que se me entienda bien. No estoy negando la necesidad de una reestructuración de redes, pero si de que se aborde desde una óptica simplista ( por cierto, lo de las pobres poblaciones rurales aisladas no cuela en la época de internet. Otra cosa es que a muchos les es muy cómodo que la Caja Rural ponga el cajero para que ellos puedan sacar el dinero que acaban de recibir del subvencionado banco naranja).