En septiembre de 2012 redacté estos tres post’s de blog
Realmente mi idea inicial fue actualizar los post’s, determinando donde han ido a recalar cada uno de los 116 bancos de la primera lista de Consejo Superior Bancario creado en 1947 , o bien en relación al listado modificado en los años siguientes. Sin embargo entiendo que esto se convertiría en un “artículo de curiosidades”, con poca o ninguna utilidad, y si algún lector tiene interés en conocer si en su pueblo o cuidad tenían “banquero” propio, en los tres enlaces a los artículos de 2012 lo podrá localizar sin problema, o hacer una consulta en los comentarios, y muy gustosamente intentaré localizarlo.
Al final la idea es explicar la evolución del negocio bancario, o mejor dicho algunos puntos relevantes a juicio del ponente de este post de blog.
Antes de 1947, existían muchos bancos, como es evidente el negocio prestamista es muy antiguo, pero la falta de una férrea regulación se producían abusos, pero no de los que ahora podemos tildar de abusivo, sino verdaderas barbaridades, ello aprovechándose de la debilidad de la parte prestataria, tanto es así que el político republicano Gumersindo de Azcarate fue el impulsor de la Ley de 23 de julio de 1908 (conocida como Ley Azcarate o «Ley de Represión de la Usura»), ley aún vigente en España, para evitar las condiciones leoninas que los usureros imponían, y lograr una mayor protección del usuario.
El ahorro privado se concentraba en las Cajas de Ahorros, que algunas surgieron entre 1830 y 1910, a partir de los montes de piedad (casas de empeño), existió como poco una por provincia, y en algunas varias, por ejemplo en Navarra existió la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, que se fundó en el siglo XIX y al mismo tiempo la Caja de ahorros y Monte de Piedad de Navarra. O en Barcelona que existieron como poco 8, la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros (la actual Caixa Bank), la Caja de Ahorros Provincial de la Diputación de Barcelona (la que fue Caixa Catalunya), Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona, Caja de Ahorros Comarcal de Manlleu, Caja de Ahorros de Tarrasa, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Sabadell, Caja de Ahorros Layetana y Caja de Ahorros de Manresa.
También mediado el siglo XIX y principios del XX, se fundaron varios bancos, con vocación a nivel de todo el estado, eran los “siete grandes”, Banco Español de Crédito (Banesto), Banco Hispano Americano, Banco Central, Banco de Bilbao, Banco de Vizcaya, Banco de Santander y el Banco Popular Español.
Junto a ellos estaba la banca pública con la Caja Postal de Ahorros (correos) y varios bancos especializados en un solo segmento de negocio, el Banco Hipotecario de España, el Banco de Crédito Local, el Banco Exterior de España y el Banco de Crédito a la Construcción, que sus propios nombres ya indican su especialización, tal vez es oportuno mencionar al Banco de Crédito Local, cuya especialidad era financiar a la administración periférica del estado, básicamente ayuntamientos y diputaciones.
Todo esto hoy está integrado en Banco Santander o en el BBVA, de los 7 grandes, hoy 5 forman parte del Banco Santander y 2 en BBVA que también integró a la banca pública.
Asimismo había 5 bancos denominados medianos o “regionales”, Banco de Sabadell, Banco Pastor, Banco Zaragozano, Banca March y Banco Herrero.
Todos los enumerados ya se fundaron con cifras de capital relevantes, por varios socios y el negocio bancario como base, excepto Banca March y Banco Pastor que eran negocios de una sola familia, los March en Baleares y los Pastor en Galicia.
De "los decanos" de la banca española, Banca Jover en Barcelona que se fundo en 1737 y Banco Etxeverría en Betanzos, allá por 1717, ya nada queda de ellos.
Sin embargo los bancos contaban con pocas oficinas, porque además no existía libertad de apertura, era el gobierno de la época quien otorgaba las licencias de tales aperturas y no siempre en los lugares que eran solicitadas por las empresas, un caso curioso fue el de un pequeño banco de la localidad coruñesa de Cee, el Banco Perfecto Castro Canosa, al que se autorizó la apertura de una nueva oficina, pero no en su comarca, ni siquiera en la propia Galicia, sino en la localidad Barcelonesa de Gavà.
En prácticamente todos los pueblos que tenían un mínimo de población , los bancos estatales o regionales tenían a un corresponsal, una persona que a comisión promovía el negocio, cobraba las letras de cambio de los comerciantes de aquella zona y captaba depósitos para el banco del que tenia la representación, realmente no era un banquero, simplemente alguien que operaba por cuenta de tercero, podemos ver banqueros en pueblos muy pequeños, como por ejemplo los Úbeda en Elche de la Sierra (Albacete), Salvador Carrera en Ribes de Freser (Girona), Banca Jubert y Presas o Banco Bosch y Codolà en Cassà de la Selva (Girona), Viuda de José Fernández Campo en Graus (Huesca) , etc. Estos negocios no respondían siempre a la población de la localidad, en ocasiones era en función de un segmento de negocio existente en aquella comarca, ejemplos tenemos como el Banco Forestal de Siles, en la misma Siles (Jaén) Banca Salinas en Callosa de Segura (Alicante), etc. o el propio Banco Sabadell que fue fundado por empresarios de la ciudad y comarca para atender a las negocios textiles y del carbón de la zona.
Entonces un poco antes de 1947, algunos de estos bancos, corresponsales o prestamistas tuvieron la ocasión de legalizarse como tales, y pasar a integrar la relación del recién creado Consejo Superior Bancario, y creo que su registro les reportó importantes beneficios, tal como se indicará en un párrafo posterior.
Algunas de estas entidades con volúmenes de negocio muy pequeños y zonas de actuación igualmente limitadas, sin embargo como se ha indicado en un párrafo anterior la apertura de oficinas no era libre, la tenía que autorizar el gobierno del régimen de la época, y las autorizaba cuando creía conveniente y en el lugar que estimaban oportuno, porque además el régimen promovía a las cajas de ahorro como fuente de remanso del ahorro particular y además como financiación del estado. En este punto hay que hablar del “coeficiente de caja, también denominado coeficiente de encaje bancario, que es la porción de depósitos de un banco que debe ser mantenido en reservas líquidas, y por tanto no se puede usar para inversiones ni préstamos. El Banco de España lo establecía en cada momento, con un mínimo de reservas que todas las entidades financieras han de cumplir. Pensemos que en 1990 este porcentaje era del 20%, pero en décadas anteriores fue muy superior. Tales reservas en buena parte se depositaban en cuentas en el Banco de España, con lo que había, por parte del estado, un importante de recurso a estos fondos. Obviamente tal coeficiente lo tenían que cumplir todos los actores, bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito.
Volviendo a los corresponsales, pensemos que una forma de pago muy arraigada en España era la letra de cambio, que hoy está en desuso, sustituida por el pagaré que es “un invento” de la época medieval, creo que en Italia, pero no estoy completamente seguro. El.pagaré como.promesa de pago a futuro no se reactivó hasta hace unas pocas décadas, bajo una actualización de la Ley.
La Letra de Cambio, igual que hoy el pagaré podía ser cedida al descuento a un banco, las cajas de ahorro no estaban en esta parcela de negocio, no sé si por un tema legal o simplemente comercial, un empresario entregaba sus letras a un banco, éste le avanzaba el dinero de las mismas menos un descuento en concepto de financiación, y el banco se ocupaba de cobrarlas a su vencimiento, es ahí cuando los corresponsales, en los lugares que no existían oficinas bancarias, se ocupaban de su cobro a comisión. Ciertamente entre los propios bancos se “delegaban” el cobro, cuando el lugar de pago tenía ahí un banco establecido. Esto poco ha cambiado, salvo que ahora son pagarés, que la gestión se hace electrónica y el pago con cargo en cuenta y no con un cobrador que recibía el dinero en metálico.
Entonces si los bancos nacionales o regionales tenían limitaciones para abrir oficinas, si su interés era en una localidad concreta, no les quedaba más remedio que comprar “el banco del pueblo”, con lo que las fichas bancarias registradas en el Consejo Superior Bancario de 1947, tenían en ocasiones más valor por la propia ficha autorizada, que por el volumen de negocio que pudieran aportar.
Pero es que además para fundar un nuevo banco, y de hecho se fundaron varios en los años 50, 60 y 70, en Banco de España no lo autorizaba, salvo con una relevante cifra de capital fundacional, otro motivo para comprar bancos de pequeñas ciudades.
Asimismo la financiación bancaria no era tan sencilla como ahora, cuando cualquier ciudadano tiene acceso a ella, en primer lugar los particulares se veían obligados a acudir a las cajas de ahorro, las empresas a los bancos, que se dividían en comerciales y en industriales, y mucha financiación empresarial se efectuaba por los propios proveedores, que vendían sus equipos a plazos financiados con letras de cambio a largo plazo, que descontaban en los bancos. Al mismo tiempo la fiabilidad de los estados financieros de las pequeñas empresas era cuestionable, y prácticamente no se concedía financiación, si el comerciante no insertaba su firma personal como avalista, y además disponía de bienes inmobiliarios, es decir una solvencia clara y no solo sobre la base de un “papelito” (un balance) que como he indicado no siempre se consideraría fiable. En ocasiones conseguian aval de tercero, cosa que hoy es poco habitual, la verdad es que en términos empresariales lo raro es pedir a un amigo o familiar que avale, la respuesta ya se conoce de antemano.
En el caso de particulares, las financiaciones de vehículos se otorgaban en muchos casos a través de sociedades financieras, también con pagos mensuales mediante letras de cambio. Y en cuanto a vivienda, la financiación de las mismas era predominante de las cajas de ahorros o la Caja Postal, y además hasta 1960 cuando se reformó la Ley de Propiedad Horizontal del artículo 396 del código civil que procedía del año 1889, la financiación de pisos individuales en un edificio no era habitual, el “españolito medio” vivía en alquiler, o en los pueblos o ciudades medianas, algunos adquirían una parcela y poco a poco se iba construyendo la casa. A partir de 1960 empezó a crecer la financiación de vivienda, a través de las cajas de ahorro, como se ha anotado con anterioridad y en algunos casos también financiados por las propias promotoras a través de letras de cambio.
No sería hasta finales de los 80 del siglo pasado, cuando la banca entró en este asunto, llegando a un punto, ya en los años 90 y 2000, cuando las diferencias entre cajas y bancos a efectos del cliente, desaparecieron.
De todos los bancos que se registraron en 1947, al margen de Banco Santander, BBVA, Banca March y Banco Sabadell, Deustche Bank (antiguo Banco Comercial de Tarrasa) hoy solo queda uno más (*) con su configuración inicial, son los pacenses de la Banca Pueyo, fundado en 1890 por D. Fernando del Pueyo y Pueyo, que sobrevive en un entorno de “macro entidades financieras” con menos de 300 empleados, 115 oficinas, de las cuales algunas con un solo empleado.
En un entorno de “macro entidades”, Banca Pueyo no solo “sobrevive”, sino que además a mi entender con una gestión envidiable, al menos desde la óptica de las proporciones, según el último anuario estadístico de la AEB. , con una capitalización de 130 millones de euros, obtiene unos resultados de 11,2 millones, y según entrevista realizada por merca2 el pasado marzo a D. Javier del Pueyo, el 2018 está en un orden de 18 millones, con lo cual si “nos paseamos” por los balances bancarios consolidados de los bancos, que podemos obtener en la web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores – CNMV, pocos encontraremos cercanos a los dos dígitos de rentabilidad (10%), será más habitual entornos de 5 ó 6%, he indicado varias veces en los hilos de rankia, que a nivel de rentabilidad, no son buenos tiempos, en general, para el negocio bancario.
(*) Existen algunas oficinas o filiales de bancos extranjeros, que si bien en algún momento intentaron realizar banca doméstica o “retail” en España, adquiriendo fichas existentes de pequeños bancos, como el caso de BNP Paribas, que adquirió la ficha y oficinas de la madrileña Banca López Quesada, hoy solo realizan banca corporativa en España (operaciones con grandes empresas).
También indicar, o al menos así lo entiendo yo, que no podemos considerar como banco “antiguo” a Renta 4 Banco, porque es la conversión de una sociedad de valores a banco, adquiriendo una ficha bancaria que salvo “el código” no tenía nada más, se trata de la ficha del ex Rumasa Banco Alicantino de Comercio, que fue fundado como Banca Martínez Montiel en Callosa de Segura.
Asimismo el andorrano Andbank, adquirió Banco Inversis, pero éste se fundó mucho más tarde de 1947.
Alfunds Bank, no es un banco comercial "normal", desarrolla una parte muy especializada de la actividad financiera. Esta entidad utiliza la ficha del banquero sevillano Mariano Borrero Blanco, que se redenominó Banco de Sevilla y recaló en el grupo Rumasa.
También indicar que algunos bancos existen como sociedades independientes, pero dentro del balance consolidado de otros, como el caso de Microbank (Caixa Bank) u Open Bank (Banco Santander).
En cuanto a cajas rurales, mucho me temo que la fusión de las mismas se acabará realizando, de hecho hay una elevada concentración en Caja Mar, la antigua Caja Rural de Almería, o asociadas a ella. De hecho, estas entidades nacieron para dar servicio a un sector de negocio muy delimitado, buena parte de las mismas se crearon para el servicio al sector primario (agrícola y ganadero) y en muchas ocasiones fueron (y alguna todavía es), entidades promovidas por cooperativas del campo. No obstante en un entorno tan competitivo, de bajos márgenes financieros y en estos momentos acompañado de tipos de interés extremadamente bajos, que persiste en el tiempo, la consecución de un volumen de negocio crítico que permita nuevas reducciones de costes, me temo que anuncia que habrá concentración sí o sí.
De todas maneras las concentraciones de negocios, entiendo que indirectamente acaban resultando contrarias a una de las bases de la Unión Europea, que siempre pretendió que los mercados fueran los reales reguladores de los precios y la ausencia de monopolios, pero si quedan solo unas pocas entidades, sin ser un monopolio, nos podemos encontrar más pronto que tarde en situaciones que a efectos prácticos funcionen como monopolísticas de cara al ciudadano.