En el caso de la cría de cerdos, el granjero lo que quiere es convertir un cochinillo de cinco kilos en un cerdo adulto de doscientos kilos; y su ganancia no la obtendrá del día a día de tener el cerdo, que no le da más que costes, sino del producto final que valdrá muchísimo más que el producto inicial.
En el caso de la cría de vacas lecheras, la ganancia la obtiene el granjero con el rendimiento del día a día, en forma de leche, mientras que el valor del producto final es irrelevante.
La cría de cerdos se puede hacer corresponder bastante bien con las empresas de crecimiento, mientras que las empresas "vaca lechera" son las que retribuyen al accionista con un elevado dividendo, preocupándose menos por crecer (frecuentemente porque operan en mercados maduros).
Notar que estos modelos de empresa son casos extremos: en la mayoría de los casos, las empresas se suelen preocupar tanto de crecer como de hacerlo de forma rentable. Aquí hablamos de los dos extremos: los que ya no se preocupan de crecer (vacas lecheras) y los que sólo se preocupan de crecer (cerdos).
El negocio del cerdo, más peligroso
Mientras que el criador de vacas lecheras va obteniendo día a día la retribución por su trabajo, el criador de cerdos tendrá que esperar hasta el final para empezar a recibir beneficios. Y mientras tanto, puede ocurrir cualquier cosa:- Que el cerdo enferme y se muera (quiebra de la empresa)
- Que haya una epidemia y mueran todos los cerdos de la zona (pinchazo de las puntocom)
- Que se hunda el precio de la carne de cerdo (competencia)
- Que le roben el cerdo (directivos sinvergüenzas)
Como se ve, el potencial de este tipo de empresas es muy grande, pero también es muy grande el riesgo. Para meterse en empresas de este tipo, es recomendable conocer a fondo tanto la propia empresa como el mercado en el que operan, porque la diferencia entre acertar y fallar es enorme.
(To be continued...)