Hay días que no olvidas en toda una vida. Minutos que parecen horas, horas que parecen días. Días que vuelven a nuestra memoria como estaciones cada vez que el calendario te recuerda que sí, que otra vez estás ahí. Días dónde te das cuenta de que las emociones fuertes, esas que nos desgarran o nos hacen estallar de felicidad, nunca se olvidan.
El 11 de septiembre de 2001 fue un día de esos para mí y creo que para buena parte del mundo.
Hoy os cuento cómo lo viví y cómo recuerdo aquella mañana.
El 11 de septiembre de 2001 fue un día de esos para mí y creo que para buena parte del mundo.
Hoy os cuento cómo lo viví y cómo recuerdo aquella mañana.
Memorias cubanas del 11-S
Tenía 9 años esa mañana de septiembre. Llevaba solo unos días en una escuela nueva, a la que mi madre con muy buen criterio, había decidido enviarme luego del paso por dos colegios, entre ellos uno deportivo, en el cual descubrí una de mis pasiones (el volleyball).
Era el colegio, con la fama de tener los mejores profesores de la ciudad, ya que aunque te sorprenda, también en el comunismo hay diferencias en los colegios (aunque todos sean públicos). Nada que ver el nivel de los profesores y directivos de aquella escuela con nombre de Guerrillero Heroico, que el colegio del barrio marginal, donde alguno de mis conocidos se criaría.
Foto reciente del colegio Guerrillero Heroico con una de las hijas del Che Guevara
Mis nuevos compañeros de clase eran hijos de médicos, directivos del partido o de reconocidos profesionales, aunque también habían alumnos con padres obreros o sin oficio que vivían en el barrio.
Yo un niño tímido, solamente me había dado tiempo para hablar con mi compañero de mesa y admirar la belleza de mi compañera de la mesa de enfrente, que con mi misma edad ya cantaba en un concurso nacional de música. Luego supe que era hija del director del periódico local y que por eso nos sorprendía a todos llegando en coche y con chófer todas las mañanas.
Era un día normal, aunque no recuerdo los detalles con precisión, seguro llegaríamos al aula. cantaríamos el himno nacional y haríamos un matutino.
(Matutino: acto que se realiza en Cuba en todos los colegios y centros laborales con frecuencia diaria o semanal antes del comienzo de la jornada, para contar las efemérides del día y las noticias y una poesía conmemorativa)
Imagino homenajear a Salvador Allende, fiel amigo de la Revolución, que caería 28 años antes en el Asalto al Palacio de la Moneda ese mismo día.
Qué cosas tiene el destino, 365 días que se repiten en el año y muchas tragedias se acumulan en una misma fecha del calendario.
Recuerdo que sobre las 10 de la mañana mientras estabamos en el horario de merienda, ver murmullo entre las profesoras, sus caras denotaban que algo no iba bien y decían en voz alta:
"Mija, oíste lo que dijeron por la radio. Se acabó el mundo en Estados Unidos".
No le di demasiada importancia. Era un niño, pero ya sabía a esa edad, dos cosas:
Era el colegio, con la fama de tener los mejores profesores de la ciudad, ya que aunque te sorprenda, también en el comunismo hay diferencias en los colegios (aunque todos sean públicos). Nada que ver el nivel de los profesores y directivos de aquella escuela con nombre de Guerrillero Heroico, que el colegio del barrio marginal, donde alguno de mis conocidos se criaría.
Mis nuevos compañeros de clase eran hijos de médicos, directivos del partido o de reconocidos profesionales, aunque también habían alumnos con padres obreros o sin oficio que vivían en el barrio.
Yo un niño tímido, solamente me había dado tiempo para hablar con mi compañero de mesa y admirar la belleza de mi compañera de la mesa de enfrente, que con mi misma edad ya cantaba en un concurso nacional de música. Luego supe que era hija del director del periódico local y que por eso nos sorprendía a todos llegando en coche y con chófer todas las mañanas.
Era un día normal, aunque no recuerdo los detalles con precisión, seguro llegaríamos al aula. cantaríamos el himno nacional y haríamos un matutino.
(Matutino: acto que se realiza en Cuba en todos los colegios y centros laborales con frecuencia diaria o semanal antes del comienzo de la jornada, para contar las efemérides del día y las noticias y una poesía conmemorativa)
Imagino homenajear a Salvador Allende, fiel amigo de la Revolución, que caería 28 años antes en el Asalto al Palacio de la Moneda ese mismo día.
Qué cosas tiene el destino, 365 días que se repiten en el año y muchas tragedias se acumulan en una misma fecha del calendario.
Recuerdo que sobre las 10 de la mañana mientras estabamos en el horario de merienda, ver murmullo entre las profesoras, sus caras denotaban que algo no iba bien y decían en voz alta:
"Mija, oíste lo que dijeron por la radio. Se acabó el mundo en Estados Unidos".
No le di demasiada importancia. Era un niño, pero ya sabía a esa edad, dos cosas:
- La grandilocuencia con que en Cuba magnificamos las cosas que pasan en el mundo y especialmente en Estados Unidos, para justificar que nosotros no estamos tan mal
- No preguntar a nadie en que emisora de radio había escuchado que, para no exponer a alguien a que se supiese que escuchaba emisoras ilegales de fuera de Cuba.
Seguí mi día con tranquilidad y recuerdo terminar a las 16:30 e ir rápido a casa para poder jugar con una recién llegada a la familia: una perrita llamada Susy.
Cuando subo las escaleras y abro la puerta, veo algo que no iba bien. Mi hermana y mi madre sentadas frente a la tele de mi casa, con un silencio sepulcral, viendo unas imágenes de un incendio y con los ojos llorosos.
Atiné a preguntar qué pasaba y mi hermana murmuró: "han caído las torres gemelas".
Mi primera pregunta fue ¿Qué son las torres gemelas?
Mi hermana me miraba incrédula. Me imagino pensaría - el niño raro este, que se pasa todo el día leyendo periódicos, libros viejos y viendo documentales, de verdad, ¿no sabe lo que son las torres gemelas?
No gastó tiempo en explícarmelo, yo enseguida me sumí en la misma energía que se desprendía en mi salón. Empezaba a darme cuenta de que si unas torres habían caído, la gente que trabaja allí o pasaba cerca no podía haber corrido mucha suerte.
Luego vi la imágenes de los aviones, el fuego, la desesperación cayendo al vacío de quien no tuvo otra salida que escoger su final y no que el fuego decidiese por ellos.
No recuerdo ni cómo contaban las noticias, solo veía el caos, el pánico y las escenas de terror en uno de los lugares más mágicos del mundo.
Luego vienen las preguntas sin respuestas ¿Quién había sido capaz de tanta maldad? ¿Quién en su sano juicio puede matar de forma indiscriminada a tanta gente? ¿Cómo habrán sido los últimos momentos en ese avión?
Demasiado para un niño de 9 años.
Yo ya conocía el terrorismo. En la escuela había conocido la historia de cómo mucho antes de que yo naciera un avión con jóvenes deportistas cubanos había caído en Barbados y visto en la tele el audio de los últimos momentos de esos pilotos.
También sabía que había gente mala en el mundo y que desde los tiempos bíblicos siempre habíamos encontrado motivos para matarnos en este mundo por unas tierras, religión, dinero o ideologías.
Pero esto era otra cosa.
No fue un acto de guerra, no fue un combate militar. Fue una señal mundial que el imperio del terror podía dañarnos en formas, que nunca habíamos imaginado en tiempos de paz y que estaban dispuestos a inmolarse, si con su vida se llevaban por delante la vida de muchos más y la estabilidad mental de millones.
No tengo mucho que contar que os aporte algo distinto sobre los detalles de aquella masacre.
Os recomiendo dos series documentales para ello, aunque siempre te alerto de los sesgos que pueden contener.
- Farenheit 9/11 de Michael Moore (director públicamente confeso como contrario a los republicanos, pero autor de algunas joyas maestras de este género como Bowling for Columbine)
- Punto de inflexión: El 11S y la guerra contra el terrorismo (la más reciente serie documental de Netflix que abarca los 20 años desde ese día y las guerras que se iniciaron posteriormente)
La reacción de Estados Unidos no se hizo esperar y con un país paralizado por estrés postraumático, miles de sus hijos se lanzaron a la guerra a dar caza a todos aquellos responsables y financiadores de la masacre.
20 años han pasado, pero para muchos ese día aunque siguen vivos, su reloj se paró. El memorial del World Trade Center les rendirá tributo de forma eterna en el corazón de Nueva York.
Es uno de esos lugares donde los que vivimos esos días que no olvidamos, debemos ir si es posible una vez en la vida (cómo Bataclán, Atocha o la isla de Utoya).
Porque allí donde el odio sembró el terror, que el amor y el recuerdo devuelvan la paz.
Y tú ¿cómo viviste el 11-S?
En el próximo artículo me encantará contaros toda la historia y la verdad sobre la archiconocida Base Naval de Guantánamo. Ese lugar donde mi vocación casi un día me llevaría....
20 años han pasado, pero para muchos ese día aunque siguen vivos, su reloj se paró. El memorial del World Trade Center les rendirá tributo de forma eterna en el corazón de Nueva York.
Es uno de esos lugares donde los que vivimos esos días que no olvidamos, debemos ir si es posible una vez en la vida (cómo Bataclán, Atocha o la isla de Utoya).
Porque allí donde el odio sembró el terror, que el amor y el recuerdo devuelvan la paz.
Y tú ¿cómo viviste el 11-S?
En el próximo artículo me encantará contaros toda la historia y la verdad sobre la archiconocida Base Naval de Guantánamo. Ese lugar donde mi vocación casi un día me llevaría....