Nota previa:
Este post trata sobre las medidas insostenibles que se habían tomado y se tomaron en aquellas fechas; estas medidas, tan bendecidas en aquellos momentos, fueron lo que explicaron lo que vino después. Hoy todo sigue igual.
Este post es una reedición de otro publicado con el mismo nombre el 19 de octubre de 2009. Se han corregido algunos fallos de redacción. Sin embargo, los datos, el análisis y las conclusiones se han de entender referidas a 2009.
Medidas Insostenibles
El trabajo de dirigir una economía ha de partir de un diagnóstico y, a partir de este, se deben tomar una serie de decisiones y recomendaciones. Se han de analizar las distintas decisiones pensando (por lo menos mínimamente) la estrategia a seguir. Sólo con pensar un poco en los efectos de las políticas, medidas o decisiones que tomemos la mayor parte se comprueban insostenibles.
Una buena decisión al final puede no dar los resultados apetecibles por la materialización de determinados riesgos, aspectos que no han sido considerados, errores o acontecimientos imprevistos. Sin embargo una mala decisión siempre conduce inexorablemente al desastre. Por tanto el primer paso para que una medida sea sostenible es que sus efectos no nos lleven contra un muro.
Por ejemplo. El Sr. Campa (secretario de estado de economía y Hacienda) afirma el 19 de octubre de 2009, que una de las opciones que se puede plantear la economía Española es reducir salarios y jornadas. Bien, pues supongo que será sencillo analizar el impacto de esa medida en la economía.
En principio esta medida logrará que los empleados afectados tengan menos ingresos; sin embargo su hipoteca, su recibo de la luz, sus costes de gasolina y el presupuesto necesario para comer se mantendrá. El Sr. Campa tiene que entender que se nos está pidiendo un esfuerzo adicional a las familias españolas para sufragar el déficit del estado y por supuesto las bajadas de impuestos a las empresas. ¿no?
Pues, imaginando que esta medida se lleve a cabo, lo primero que se conseguirá es que la renta disponible de las familias caiga aún más. Luego está el traído y manido tema de la confianza: ¿Es muy difícil como sienta a D. José Pérez, empleado de la firma X, el hecho de las manifestaciones del Sr. Campa? Lo digo porque, si a esa persona no le alcanzaba el sueldo, lo de la confianza puede ser un chiste; pero en el caso de que sea una de las personas que aún cubre sus gastos, puede dedicarse a no consumir por “si acaso”.
Día sí, día también está el estado rescatando sectores enteros (pena de tiempos en los que sólo se salvaban determinadas empresas) que poco a poco están erosionando nuestros bolsillos y ahora viene el Sr. Campa y saca un plan magistral. ¡Que los trabajadores cobremos menos!
Como medida económica es un auténtico disparate; Podemos pensar que se ha hecho en la óptica predominante de confundir empresas con economía y entonces pensamos que salvar a las empresas es lo que se necesita. Vale. Las empresas son necesarias, y entonces la medida expuesta puede ser buena, sí la miramos desde este punto de vista, ¿o no?
Está claro que de llevarse a cabo esta medida tendríamos un ahorro de costes inicial en las empresas; es más que evidente. Sin embargo también parece lógico que su capacidad productiva caiga (menos horas de trabajo realizadas y menos producción ¿no?). Si las empresas pueden producir menos, está claro que tendrán que compensar vía precios la menor producción (para pagar los costes fijos y los desapalancamientos las empresas dispondrán del margen que le queda a cada producto multiplicado por el número de productos vendidos). Si se venden menos productos, el incremento de precio tiene que ser espectacular para que sea rentable tal medida.
Claro que difícilmente pueden incrementar el precio en época de deflación por caída de la demanda; y además teniendo en cuenta que la medida provoca caídas de la demanda adicionales. ¿O es que nadie se preocupa de los ingresos de las empresas?
Claro que también se puede entender que es una medida que genera productividad; sin embargo la flexibilidad a los empleos lo que provoca es que los empresarios produzcan masivamente con dicho factor, de forma que la productividad cae. Tampoco ayuda el hecho de que caiga la actividad ya que la inversión en bienes de equipo o maquinaria siempre ha de venir de lo que se pueda generar. ¿Vendiendo menos productos, se podrán acometer más inversiones? ¡Curioso!.
En el mismo artículo el Sr. Campa habla de que un 40% de la población española estaba atrapada entre desempleo y contratos precarios. Es evidente que tal porcentaje es inasumible y por supuesto una fuente de inestabilidad como el propio dirigente manifiesta. Ahora que lo que no acabo de entender es esta manía suya de intentar que en lugar del 40% sea el 100%. Hemos de ser serios, y entender que (asumiendo que no van a existir fraudes del estilo contratos de 20 horas y trabajos de 40 o más) lo que está proponiendo el Sr. Campa son mayores posibilidades de ajuste del personal en las empresas, lo cual significa sin lugar a dudas que los empleados ajustaremos en mayor grado nuestras condiciones; esto lo pueden vender como les plazca pero es una mayor precariedad, ya que será imposible que un trabajador determine sus ingresos del mes que viene. Y recordemos que los trabajadores no son empresarios.
Por tanto. La medida del Sr. Campa tiene un beneficio inmediato sobre las cuentas de las empresas en el sentido de reducir sus cuentas de gastos; pero sin embargo tiene unos resultados terroríficos sobre los ingresos y sobre la economía. Y sinceramente, a estas alturas, algunas cosas ya debían estar claras. El Sr. Díaz Ferrán preside Air Comet, empresa que está pasando muy malos momentos (ya que no es capaz de pagar a sus trabajadores: ni mucho, ni poco) ¿A nadie se le ocurrió relacionar este hecho con la caída de la demanda? Parece increíble que no se le ocurra pensar que pedir bajadas de sueldos a todos los trabajadores del país implique que no existirán clientes para los taxis, comercios, los pisos, la comida, el gasoil, y las aerolíneas; sin clientes no son capaces de pagar absolutamente ningún tipo de salario de forma que seguimos en la espiral.
Por cierto, alguien debería sacar algún caso en la historia (Cualquier país, y cualquier momento histórico) donde la bajada de sueldos (ingresos de la inmensa mayoría de la sociedad) haya coincidido en el tiempo con progreso o incrementos de riqueza que no hayan sido finalmente burbujas.
Tal idea se cae por su propio peso por poco que miremos la situación.
Claro que últimamente estamos metidos en muchas de estas situaciones imposibles en las que nos empeñamos a mantener situaciones disparatadas y que nos lleva a situaciones tan curiosas como negar el riesgo de deflación el lunes y decidir contener los salarios y pensiones el martes gracias a que la bajada de precios ha logrado que se mejore el poder adquisitivo.
O situaciones en las que aquellos bancos centrales se pasan la vida intentando que se incrementen los precios de los commodities para salvar a la banca de inversión, y que cuando suben nos encontramos con los análisis de “la subida de las materias primas amenaza la recuperación”.
En el artículo que menciono hoy también nos encontramos a los analistas afirmando que no se contrata porque es difícil despedir, obviando el pequeño detalle que no se contrata porque no se vende y por supuesto que no hay excesivos problemas hoy para contratar mediante contratos temporales con coste de despido cero.