En agosto hable de que era lo que significaba en realidad el progreso. Sí la economía es organizar de forma eficiente unos recursos para convertirlos en productos destinados al consumo; es fácil inferir que el progreso es nuestra capacidad para convertir los recursos limitados en una cantidad mayor de productos para nuestro consumo.
Aquel post venía derivado de una campaña de Guinnes, que sorteaba un viaje al espacio. Sin embargo, el progreso es mucho más que eso, y lo vemos en muchísimos detalles a los que no prestamos a veces la atención debida.
No hace muchos años, era habitual que las personas tuviesen que desplazarse a fuentes públicas para acceder al agua, de forma que la tarea de ducharse requería una visita a la fuente, (imaginemos que ya existían carretillas), encender el fuego en la vivienda, calentar agua, y todo un ritual para algo que hoy nos lleva cinco minutos. Supongo que todo el mundo entenderá que si las personas perdían un tiempo significativo aseándose, el tiempo disponible para trabajar se reducía considerablemente, por lo tanto la capacidad de la economía crece tan sólo con el agua corriente.
Podemos encontrar ejemplos en cada actividad diaria, y de hecho suele ser muy fácil verlos cuando vemos ciertos programas de televisión que nos muestran la realidad en el pasado para que veamos cuanto hemos cambiado. Es fácil entender las ventajas del progreso sobre la sociedad, sin embargo a veces no nos damos cuenta de los problemas que genera.
Si analizamos esto desde el punto de vista empresarial, comprendemos que casi todas las actividades económicas sufren shocks con el progreso y la innovación. Por ejemplo, si mediante las ordeñadoras automáticas, las granjas pueden atender muchas más vacas, es lógico entender que va a sobrar una cantidad ingente de leche, a menos que muchas de las granjas se reconviertan. Entendemos que este avance técnico favorece la capacidad productiva de cada una de las granjas, y a su vez, permite que se obtenga la leche con menos recursos.
Sin embargo paradójicamente, el progreso es perjudicial para el colectivo de los ganaderos, ya que si cada ganadero duplica su capacidad de producción, la triste realidad es que sobraría la mitad de los ganaderos, usando una cuenta rápida y desde luego que pretendo que se tome como un símil y no como un caso real. Sin embargo, los ganaderos reaccionarán y buscarán formulas para mantener los ingresos, desde esta perspectiva se entienden las cuotas, los precios mínimos, las segmentaciones de mercado, las subvenciones, y en general una serie de prácticas que harían levantar de su nicho a Adam Smith.
¿Qué estamos buscando?. Pues sencillamente que el progreso se quede en el sector. O dicho de otra forma, si el sector necesita menos recursos para obtener la producción, debemos proteger a las empresas que se encuentran en ese sector y a tal efecto usamos todas las técnicas posibles, para aislar los efectos del progreso de tal forma que no se trasladen al precio del bien que sea, ni a las facturaciones de las empresas afectadas.
Todos los avances los podemos tomar en cualquier sector y en cualquier actividad y podemos comprobar lo que está ocurriendo. Pero nos estamos encontrando con que al proteger a la oferta de los perversos negativos del progreso, la triste realidad es que los efectos del progreso no llegan a la sociedad, y de hecho al final hemos llegado a que este progreso supone una clara carga para el conjunto de la sociedad. Dicha situación, aparte de ser injusta, tiene un grave problema que estriba en que la propia definición de la economía establece que se necesitan los consumidores de los productos realizados.
Es obvio que todos querríamos un sistema en el que las personas o las empresas, (recursos al fin y al cabo), liberados en algo tan trivial como pueden ser las ordeñadoras automáticas, encontrasen su hueco cubriendo otras necesidades nuevas de la sociedad, (lo que antes se denominaba reconversión). Por descontado esto, no deja de ser una clara utopía, ya que los ajustes perfectos no serían humanos; sin embargo aunque jamás lleguemos al horizonte, este sí nos ha de servir como una guía o un objetivo.
En resumen, el progreso, la innovación y el crecimiento real depende de que los ahorros en los recursos conseguidos en la obtención de leche, se traduzcan en los ahorros de la renta de los ciudadanos para conseguir la leche, de forma que puedan destinar una parte mayor de su renta a consumir otros bienes, que deberían realizar los titulares de las granjas que sobrarían.
El problema es que si con demagogia, con limites, cuotas, subvenciones o simplemente todas las medidas aplicadas a la vez, no se consigue liberar los recursos necesarios para la creación de nuevos mercados, de forma que al final todos quedamos atrapados, ya que los que producen de más no podrán acceder a nuevos mercados y los trabajadores habrán llegado a una situación en la que comprar una casa, un coche y tener un par de hijos con un sueldo de obrero es materialmente imposible a diferencia de la situación en los años anteriores. Claro que después, de tomar las decisiones, y de esconder el progreso y repartir los beneficios entre ciertos colectivos, no muy numerosos, resulta irónico oír aquello de “estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades”, por intentar conseguir un techo en alguna área metropolitana de alguna ciudad.
Sinceramente creo que estos efectos aún no han sido debidamente estudiados y por supuesto no han sido en absoluto tenidos en cuenta para explicar la actual situación.
Por supuesto también podemos apuntarnos sin embargo a la teoría conspirativa, que creo que habría resumido de forma magistral George Orwell en su gran obra 1984, novela que anticipa de forma increíblemente real una hipotética situación en la que se estaría en el año que da título al libro. Si nos damos cuenta, hoy podemos encontrar muchísimas de las características sociales que se detallan en el libro; entre ellas, la que viene a cuento ahora es la sensación de escasez o de precariedad, con el racionamiento continuo. Dicho autor exponía en ese libro que era importante que las sociedades estuviesen en contante situación de necesidad o precariedad para evitar todo tipo de conflictos sociales. Por supuesto, entroncaría de lleno con las previsiones de Marx, que habla de que el progreso llevaría a la situación de la acumulación y el propio sistema capitalista por agotamiento acabaría en el comunismo.
Sin embargo, sinceramente yo me apunto a la teoría de la Gran Chapuza, en la que unos políticos y personas ocupando puestos y más puestos en organismos de relevancia, simplemente no tienen la capacidad para diagnosticar ni anticipar las situaciones reales, de forma que al final están intentando aplicar un diagnóstico diferente a cada síntoma en lugar de atajar la enfermedad.
En consecuencia, todo se hace sin un plan, sin un esquema y sin analizar los efectos de las medidas lo cual nos lleva a la situación actual.
Recomendaría leer el post sobre la abundancia y la escasez, que entronca directamente con este tema.