Esta semana, nos hemos encontrado con una sucesión de declaraciones ante el oportunismo de los acontecimientos, que nos dejan a las claras las cualidades de nuestro gobierno y en particular de esta señora rubia que tenemos por ministra de economía.
Como siempre es difícil discernir entre que nos esté tomando el pelo o simplemente tenga una empanada mental digna de record. O lo que es lo mismo, si el pelo nos lo está tomando ella a nosotros o simplemente se lo están tomando a ella, quien sea que le cuente las brillantes ideas y conceptos que debe soltar.
Voy a empezar por la última que son las declaraciones acerca del plan de ajuste de Portugal. Recordemos que nuestros vecinos han aprobado un plan que reduce el sueldo de los funcionarios, congela las pensiones, sube el IVA y ajusta el gasto público, en una copia exacta de lo que ha sucedido en España, Grecia, e Irlanda. Por supuesto, el timing es distinto y mientras los irlandeses han tomado estas medidas en 2008, Grecia y España ha sido en el primer semestre de 2010 y ahora le toca a Portugal.
El caso es que todo el mundo está de acuerdo en que las medidas no se notaran hasta el último trimestre, donde se concentra el ajuste de los funcionarios, donde a los pensionistas no se les subirán las pensiones y donde se comenzarán a ver los efectos del IVA tras el período estival. Es por esto por lo que en principio, y aun sin tan siquiera un dato posterior al plan de ajuste famoso, la ministra debería esperar a saber que tal han ido, antes de soltar aquello de que espera que el plan de Portugal tenga el mismo resultado que el español.
En definitiva, nos suelta dos ideas claves; la primera es que el plan ha sido un éxito, lo cual es más o menos lo que ha dicho de todas y cada una de las ocurrencias, (en algún momento se les ha cambiado el nombre por el de “plan”), que son un éxito hasta que toca mirar los resultados, en los que los discursitos de “fue un éxito”, se sustituyen por un disimulo, silbidos, unos cuantos ruidos de fondo y como mucho un “fue necesario”, y “todo el mundo lo ha hecho”. La segunda es que curiosamente nos dice que el hecho de que Portugal lo haya hecho reafirma la bondad de las medidas, estableciendo que espera que a la misma acción, (las medidas tomadas), se espere la misma reacción, (los mismos resultados).
Sin embargo la relación entre la adopción de unas determinadas medidas y unos determinados resultados, que tan clara ve el personaje este que da la cara en lo referente a la economía de nuestro gobierno, es algo novedoso y algo que convenientemente obvia cuando se refiere a otro de los países que están ahora en el punto de mira. De esta forma, resulta que cuando habla de Irlanda, la misma ministra nos cuenta que las medidas que ha tomado España son las que han evitado el contagio de la crisis Irlandesa. En las mismas declaraciones, curiosamente nos encontramos con que España se ha librado de la crisis de Irlanda porque hemos hecho todo lo que nos han pedido.
En fin, en pocas declaraciones es casi imposible encontrar tanta contradicción, tanta falta de visión y desde luego tanta demagogia, pero todo es poco para nuestros políticos. El caso es que a ver si se aclara. Si trata de defender que espera que las medidas tomadas tengan el mismo resultado en Portugal que en España, debería aplicar exactamente el mismo esquema para entender lo que va a pasar en España, al haber tomado un año y medio más tarde las medidas que tomó Irlanda, país que por cierto fue mucho más diligente a la hora de tomar las medidas que le pedían los mercados. Por supuesto, Irlanda ha tenido un poco de “paz” en los mercados, entendido como que se le ha alabado y no ha estado en boca de todo el mundo durante una temporada. De hecho durante una temporada, nos hemos encontrado análisis de todo tipo y color hablando de la recuperación del país que se ha definido como el tigre celta.
Hace unos meses, en plena campaña de exaltación de las virtudes de las decisiones Irlandesas, ya puse el post “Irlanda ha tomado las mismas medidas que se piden para todos; ¿Qué tal ha ido?”, en el que traté de hacer un repaso a la evolución de la economía irlandesa desde que ha tomado las medidas que al final hemos tomado nosotros. En definitiva, una caída del pib espectacular, aderezada con deflación, subida del déficit y por supuesto los CDS que miden el riesgo soberano estaban subiendo, aun cuando resultaba que todo el mundo descontaba la recuperación.
Por supuesto, ahora las últimas noticias es una nueva caída, un déficit que se va al 32% por un apoyo espectacular a los bancos, que nos cuentan desde Irlanda que es una buena noticia porque se ponen sobre la mesa todas las pérdidas de forma que a partir de ahora el sistema financiero podrá poner liquidez, (vamos, lo mismo que dijeron en 2008 cuando se nacionalizaron los bancos, y que por lo visto no resultó ser cierto).
Por supuesto, lo que ha ocurrido no es algo extraño porque no es distinto a lo que ha sucedido cada una de las veces que se han tomado estas medidas. Y por supuesto porque jamás en la historia nos hemos encontrado con que una economía se haya desarrollado bajando sueldos y tomando una serie de medidas que ataquen al poder adquisitivo y estabilidad y situación de la clase media. ¡Ni un solo caso en la vida ha salido bien!, pero resulta que eso no lo mira nadie.
Lo triste es que cualquier estudiante de economía puede explicar tranquilamente lo que ha pasado, y por tanto lo que va a ocurrir como ya he colocado en el post de “¿Explica la macroeconomía las decisiones tomadas y sus resultados en crecimiento, déficit y consumo?”.
Todo esto nos lleva a una conclusión simple. Se puede olvidar la Salgado de tonterías de contagios, porque el problema no es que nos estemos contagiando o no de distintos países, sino que lo que ocurre es que tenemos la misma enfermedad, que se va manifestando en los distintos países a distinto ritmo.