Un terremoto de una magnitud increíble, seguido de un tsunami que ha provocado unos efectos que no podemos entender y al final todo esto se ha completado con un desastre nuclear. No podemos, y probablemente no podremos saber jamás el impacto que esto supone sobre Japón y sobre el mundo. Por supuesto, los mercados podrán y valorarán los impactos y en consecuencia tendremos unos cuantas cifras de muchos ceros, que en un intento de tratar de valorar las consecuencias, simplemente las esconderán.
100.000 millones o 200.000 millones es un número que en síntesis es equivalente. Me da igual que sea en dólares o en euros. Realmente ocurre exactamente lo mismo que ocurre con los distintos apoyos a la banca en esta crisis. Da igual que se hayan inyectado dos billones, o tres billones o 30; el resultado es que es una burrada y que al final no sirve para darle una nueva definición al infinito.
La paradoja es que al final en nuestro ansia por calcular las cosas, por poner una cifra y en medio de la dictadura del Excel y del balance contable, resulta que no nos enteramos de nada. ¿Qué podemos aprovechar de la situación en Japón?. Pues lo lamentable es que podemos aprovechar mucho o poco, según se mire, y en particular podemos aprender y cambiar; o más exactamente intentar provocar cambios.
Al final todas las soluciones se basan en tópicos y suenan terriblemente conocidas. El primer tópico es la eterna sorpresa ante el comportamiento de las sociedades. Todo el mundo está asombrado de la reacción de la sociedad nipona y la entereza con la que está asumiendo las consecuencias de los desastres, a la vez que todo el mundo afirma que el pueblo Nipón es muy distinto. Y puede que sea especial, pero la realidad es que no conozco ni una sola situación en la que la sociedad haya perdido el control mientras se desarrolla la tragedia.
Otra cosa es cuando la situación se estabiliza y deja de empeorar, pero en medio de los golpes, las distintas sociedades ante distintos hechos traumáticos siempre se comportan exactamente igual. Lamentablemente tenemos ejemplos de todo tipo y color; ¿Recordamos las reacciones de todo el mundo y en particular de los de New York ante el 11-S?; ¿Recordamos la reacción de los Españoles ante el 11-M?; ¿y de los haitianos en medio del terremoto?; ¿Alguien se acuerda del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco?. En todos y cada uno de los casos, mientras la tragedia ocurría, las distintas sociedades a lo largo de todo el mundo han dado lecciones de todo tipo y color a los que nos dirigen.
Debemos pensar un poco en nosotros y lo que ha pasado por nuestra cabeza en todas y cada una de las ocasiones en las que nos han sobrecogido. Y no hay más que pensar en la forma en que se hacen lazos y como de repente todo parece perder importancia; ¡incluso el hecho de que no conozcamos a los afectados!.
Sin embargo, en todos y cada uno de los casos, nos encontramos con una dirección paternalista de la situación, dosificando informaciones y tratando de no alarmar. A veces me siento que me tratan como un niño, y creo que no está justificado. Además en cierto sentido es contraproducente, porque sentimos que se está engañando. Analizando la información que se está generando desde Japón y los análisis que se están desarrollando en función de los cambios en las circunstancias, no puedo dejar de tener la sensación de que están intentando tranquilizar a todo el mundo, (lo cual no puede ser más intranquilizador). Quizás deberíamos aprender que lo mejor es la verdad pura y dura. ¡las sociedades podemos soportar cualquier cosa!. Esto va lo mismo para un desastre que para una crisis económica; ya que al final la confianza sólo hay una forma de ganarla, y no es con medias verdades, (ni aunque sean bondadosas).
Pero las similitudes con la crisis, van más allá de las medias verdades y los análisis ad hoc, que al final no consiguen otra cosa que conseguir que nadie sepa exactamente ni donde estamos, ni como estamos. Y para esto, no hace falta más que observar las decisiones que se han tomado en el día de hoy; en Alemanía, Merkel ha tomado el papel de dura, y ha cerrado todas las plantas nucleares posteriores a 1980, sin mirar absolutamente nada; mientras Francia ha dicho que con ellos no iban. Todo muy simple y todo a golpe de slogan.
Por otro lado, a los austriacos, se les ha ocurrido hacer “test de estrés” para las centrales nucleares europeas, (¿nos suena?); y ya ha salido el director general de Foratom, (foro de la industria a nivel europeo), afirmando que las centrales nucleares Españolas pasarán las pruebas de resistencia. ¡Pruebas de resistencia que aún no han sido diseñadas!. ¿Nos suena?.
¿Por qué no recuperamos buenas ideas del pasado?. Tras el 11-S, una de las ideas que circularon para evitar estas situaciones en el futuro fue llamar a la industria del cine y pedir ideas a los creativos para tratar de imaginar todo tipo y color de situaciones para establecer reacciones. Puede parecer una idea disparatada, pero al final lo que estamos tratando es de protegernos ante desastres imprevisibles, ¿no?. Pues los desastres imprevisibles, no se pueden hacer en situaciones predefinidas y standard por burócratas que dan las mismas soluciones para que confiemos en bancos que en centrales nucleares.
En todo caso, tal y como los test de estrés de los bancos, (los de 2010), no eran realistas porque con la información disponible a marzo, suponían que los bancos no iban a caer y fueron rescatados en mayo, en este campo tenemos exactamente el mismo problema. Las torres gemelas estaban diseñadas para aguantar el impacto de aviones, (aunque no se consideró el incendio), las centrales nucleares están preparadas para el terremoto, pero no para la interrupción del gasoil tras el maremoto que le sigue, y caso a caso. Parece que no se ha aprendido demasiado de un campo en el que han existido numerosos accidentes graves que es el de la aviación y en el que el concepto SISTEMA es el que pesa.
Pero en lugar de creatividad, exhaustividad, investigaciones al límite y el análisis de todas las relaciones que llevan o pueden llevar a situaciones graves, lo que se nos ocurre es lo de siempre: discursos, análisis y confianza. Pero ahora debemos preguntarnos: ¿confiamos más en un avión o en un banco?. Pues si queremos abordar el tema nuclear ahora mismo tenemos dos opciones; o nos fijamos en una forma de abordar los temas o en la otra.
En esto entra en juego el gobierno del marketing por antonomasia, (en algo teníamos que ser líderes), y de repente nuestros políticos han tomado varias medidas; en primer lugar nuestro presidente crea un “grupo de seguimiento de la situación en Japón”; que supongo que tendrá entre sus tareas aquello de “enseñar la física nuclear en un par de tardes”; y el congreso ha decidido ampliar la responsabilidad civil exigida a las plantas nucleares a 1.200 millones de euros, (en lugar de los 500 millones actuales). Más allá de las matemáticas que nos dicen que 1.200 millones de responsabilidad civil son más que 500 millones; ¿En que mejora esto la situación de las centrales?. Pues absolutamente en nada, más que en dar la sensación de que algo se hace; a lo que nada hay que objetar salvo que sirva para “no hacer nada”.
Pero ya puestos a hablar de la responsabilidad, otro debate se debería abrir sobre una situación que se está dando en Japón, en donde el gobierno está recibiendo la información de TEPCO, hasta el punto de que se ha quejado de que la empresa no le transmitía información correcta y a tiempo. ¿Pues no habría que abrir el debate del poder que pueden tener las empresas?. Debemos recordar que las empresas se deben a sus accionistas y sus clientes, y no siempre coinciden los intereses con los de la sociedad. Más allá del tópico de la “mejor gestión privada”, lo que está claro es que la iniciativa privada tiene ventajas y el sector público también, y hay que discutir si en este campo ambas son apropiadas.
Por supuesto, nos queda todo el ámbito de la economía, que como siempre ha quedado completamente olvidado, y hemos decidido tirar de las finanzas. Es decir, inyecciones masivas, apoyos de los bancos centrales, las agencias de rating ya han descartado una crisis fiscal, se han empezado a seleccionar las inversiones que pueden ser rentables, cerrar las posiciones, en Wall street se suspende la obligación de dar precios en la preapertura para controlar la volatilidad, e incluso en Japón ya se ha hablado del impuesto especial con carácter transitorio para financiar la recuperación, que Warren Buffet ha perdido 150 millones; o que las discrepancias entre las lecturas de la situación entre Francia y Japón acerca de la situación es porque son competencia en la energía nuclear, (ya me dirán como compiten). En fin. Todo el pack para la crisis financiera.
Pero aunque todo esto parece economía, la verdad es que son finanzas, y como siempre olvidamos la economía. Puede que las plantas de la Nissan estén bien, pero y ¿todos estos pequeños barcos que están en medio de las carreteras?; ¿los pescadores?, ¿las fabricas que se ven destruidas?, ¿en que se basaba la economía de la zona?, ¿Cuántas personas vivían de esto?, ¿Qué va a pasar con la gente?. En todo olvidamos el proceso económico de millones de personas; hasta el punto de que el pequeño detalle de que aún no existan cifras de víctimas ni tan siquiera aproximadas, ya existen planes.
¿Quién se está preocupando del aspecto económico más allá de la necesidad de intentar estabilizar los mercados financieros?. Pensemos que es normal que desde el primer día muchos cerebros y recursos se han destinado a buscar oportunidades, (o salidas a posiciones) para conseguir unas plusvalías, y nadie se ha parado a pensar en las consecuencias de esto. (al igual que en la crisis financiera), volviendo a que olvidamos que el concepto sistema incluye que el sistema financiero es una parte del sistema.
Hay una diferencia fundamental entre aprovechar el sistema financiero para solucionar el problema económico, (o avanzar económicamente), o que el sistema financiero aproveche la situación para generar beneficios; hay diferencias fundamentales entre arreglar el sistema financiero o arreglar la economía, porque a veces estamos hablando de sacrificar.
Aquí unos cuantos se han puesto cortos en muchos sectores, otros se han puesto largos en otros sectores, divisas, commodities y deudas de los distintos países, y absolutamente nadie se ha planteado absolutamente los perjuicios adicionales que estas actividades están planteando. Y me refiero a los perjuicios sobre la economía, no a la típica batallita contra los bajistas, que realmente es un juego dentro del campo financiero.
Y esta es la gran oportunidad en esta situación; Si los peores prestigios se confirman esto puede ser un acontecimiento de un nivel económico y de drama tan importante que nos haga replantear todo el esquema económico. Esta situación es un drama y una tragedia, y la mayor oportunidad que ofrece es que funcione de catalizador al estilo de la segunda guerra mundial que sirvió para un cambio total de unos planteamientos que ya no se podían soportar.
La gran oportunidad de esta tragedia es que obligue a cambiar todas las actitudes y medidas que nos están llevando al desastre.