FERNANDO ESTEVE MORA
"La cabra tira al monte" ergo doña Isabel Díaz Ayuso no puede tomar decisiones racionales. Es incapaz. Le está vedado. Si lo hiciera sería uno de esos fenómenos paranormales que pondrían en riesgo la entera estructura del universo. Por eso, en una entrada previa (https://www.rankia.com/blog/oikonomia/4678930-mascarilla-escapulario), señalé la anomalía que suponía el que doña Isabel Diaz Ayuso, llamada por algunos la "cu-cú" y la "mononeuronal", hubiese decidido no seguir la estela de otros incompetentes presidentes autonómicos (según reza el Principio de Peter inverso, o Principio de RETEP) como don Quim Torra y otros a la hora de obligar al uso de mascarillas en todo lugar público (seguro que, pronto, también la impondrán en los hogares como consecuencia "lógica" para ellos -estúpida para cualquiera- del hecho de que los nuevos contagios suceden en porcentaje relevante en el ámbito doméstico).
Y es que esa política "racional" de Ayuso era una anomalía, pues jamás de los jamases podría esperarse de semejante "cerebro" nada siquiera levemente razonable, de modo que su sensata decisión era más bien ser consecuencia de su "inteligencia emocional" (entiéndase este adjetivo cómo quiera entenderse, como lo hace por cierto Daniel Goleman el "inventor" del concepto) o sea, de su negativa porque sencillamente la "caen" mal, a hacer seguidísmo de lo que tipos como Torra o Vara o Page (todos ellos demostrados incompetentes) habían decidido hacer donde mandan. El caso es que Madrid junto con Canarias era una isla de racionalidad en mitad del "pensamiento mágico" característico de la política de mascarillas de nuestros presidentes autonómicos.
Pero nada. Hasta aquí ha llegado. Y hoy ha decidido que también en Madrid con 40 grados centigrados de día y de noche hay que ir con mascarilla en todo momento (incluso en una terraza entre sorbo y sorbo de cerveza) y en todo lugar público. Ha entrado en ese redil de incompetentes, y por supuesto, lo ha hecho a lo grande, pues aspira a ser "la más grande", o sea, con un plus añadido.
Un "plus" -además- peligroso. Pues es el caso que doña Isabel pretende implementar una suerte de "cartilla covid" . A lo que parece, pues todavía es un programa piloto, esta "cartilla" será un documento identificativo por el que sus titulares podrán acreditar que ya han pasado la Covid-19, y son, por tanto, gente segura, no contagiante ni contagiable. Será una señal para que ellos -afortunados- puedan ir por la vida como si nada, como si no hubiera epidemia.Textualmente, la señora Díaz ha dicho:
“La cartilla covid es un proyecto piloto. Es insensato que las medidas posibles de confinamiento afecten por igual a personas que tienen anticuerpos con personas que están en riesgo. Por eso queremos señalarlo de alguna manera, para que puedan seguir como siempre”.
Mi pregunta es muy simple. Y es la de si entre toda esa multitud de economistas neoliberales asesores que seguro tendrá no habrá ninguno que en sus estudios de Economía haya pasado del primer capítulo del libro de texto (aquel que se habla de la "ley de la oferta y la demanda"), y haya llegado al capitulo de toma de decisiones en situaciones de riesgo e incertidumbre y haya entendido la importancia de los incentivos.
Porque es obvio que una "cartilla covid" que permita "seguir como siempre" es un incentivo para buscar el contagio y pasar la enfermedad para todo aquel que tenga menos de 55 años. Es lo racional dado el riesgo de hospitalización y mortalidad hoy. Hoy por hoy, la COVID-19 no es la misma enfermedad que era hace dos meses. Los tratamientos son mucho más eficaces, y pasan, por ejemplo, por no enchufar/intubar a los enfermos hospitalizados a aquellos ansiados por entonces respiradores que causaron muertos por hacer explotar los pulmones de los enfermos cuando aun no se sabía de qué iba la enfermedad y sus efectos sobre los alveólos pulmonares. No. No es la "misma" enfermedad. Mírese, si no, la cifra de fallecidos de las últimas semanas.
Siendo hoy por hoy la COVID-19 una enfermedad banal para la mayor parte de la población, ofrecerles una cartilla/salvoconducto a quienes la han pasado es incentivar a quien no la ha pasado a "pasarla", o sea a buscar los medios para contagiarse. Es lo racional desde el punto de vista privado o individual. Pero es también lo irracional desde el punto de vista colectivo. Un auténtico desatino desde el punto de vista agregado pues la buscada expansión de la enfermedad por parte de los individuos deseosos de tener "catilla-covid" exigirá gastar más en prevención y asistencia, y aumentará inevitablemente los contagios de la población de riesgo, aquella que sí lo pasa mal y puede llegar a morir. (Incluso cabe pensar que este incentivo a contagiarse entre los menos susceptibles a sufrir la COVID-19 puede ser también irracional desde la perspectiva individual o privada pues aún no se conocen los efectos a largo plazo de la misma, por lo que una decisión guiada sólo por las consecuencias a corto plazo puede ser irracional).
Por supuesto, y como siempre, me imagino que la izquierda parroquial española (o sea, el PSOE y Podemos), y el adjetivo parroquial lo utilizo con precisión, tampoco entenderá este asunto de los "incentivos" aunque se opondrá a esta "cartilla-covid" en términos de la desigualdad/discriminación que supondría para los "desafortunados" que no hubieran todavía pasado la COVID-19.
En fin, confiemos en que la "cartilla-covid" de "la más grande" de la política española quede en nada, en otra propuesta piloto más para consumo de periodistas.