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                                                    FERNANDO ESTEVE MORA

Como de otras cosas, servibles e inservibles, guardo el recuerdo de saberes y creencias que aprendí en la primera infancia muchas veces como cantinelas. El "padrenuestro" y el "avemaría", así como  las tablas de multiplicar  forman parte de ese cantarín patrimonio intelectual inolvidable hasta que la muerte o el Dr. Alzheimer me visiten. Una de esas cosas que uno sabe sin saber cómo desde siempre es la definición que los escolares de entonces aprendimos  de lo que es y era un metro: la diezmillonésima parte del cuadrante terrestre que se conserva en una barra de platino iridiada en la Oficina de Pesas y Medidas de París. Creo saber que hoy se usa otra definición, algo de  nosequé vibraciones de cristales de cuarzo, que se me antoja muchísimo más incomprensible que lo del platino iridiado que, por cierto,  sigo sin saber qué demonios es. Pero el caso es que aquella definición de lo que era un metro le servía bien a los maestros de entonces para que  nos hicieran entender el importante asunto de que para medir algo es necesario tener un patrón de medida, una unidad de cuenta,  de magnitud o valor invariable,  fijo o constante. Que indicar la distancia entre -pongamos Madrid y Barcelona-  para tener algún sentido requiere que sea expresada en una unidad de cuenta, como lo es el metro, cuya extensión  no varíe.

Pues bien, a lo que parece los economistas no han aprendido todavía esa sencilla lección de escuela primaria, de modo que cuando se ponen a medir variaciones en las magnitudes pasan por alto  esa sencilla lección, dándola por dada usando de complicados procedimientos estadísticos. Sí, por supuesto que sí medimos las cosas económicas en nuestra particular unidad de cuenta: el dinero, ya sea  en euros, en dólares, en rublos o en yuanes. Pero el problema es que esas unidades de cuenta monetarias no tienen un valor fijo, no son  como la parisina barra de platino iridiada que no variaba ni dilatándose ni contrayéndose. Y esto lleva a que nuestras "mediciones" de las "distancias" económicas, por ejemplo, cuán lejos se ha llegado en la "carrera" del crecimiento económico o quién (qué país) corre más rápido pues no son nada precisas.

Donde este problema más se ve ahora mismo con toda su relevancia es en el asunto de la inflación que tantas páginas está ocupando. Hay acuerdo generalizado de que estamos en mitad de un proceso inflacionista debido a posibles varias razones tanto de oferta como de demanda (los problemas en los suministros y las cadenas de valor por la pandemia, la guerra de Ucrania, los fuertes gastos sociales que los estados se han visto obligados a hacer) y se discrepa acerca de  si en unos meses esa inflación en los precios se acelerará o se desacelerará. Pero lo que nadie duda es que hay ahora mismo la hay, es decir que  en el último año  los  precios se han puesto a crecer y crecer.

Pero, ¿es eso cierto? Para saberlo tendríamos que ser capaces de medir bien la distancia que media entre los precios de hoy y los del pasado. Porque...¿y si lo que ha ocurrido es que el euro (o el dólar, o el rublo, etc-), a diferencia de la barra de platino iridiada que mide sin variación la distancia de 1 metro, se hubiera contraído?.  En tal caso no habría habido realmente  inflación, sino que la "distancia" recorrida por los precios sería meramente "nominal" fruto de estar usando una diferente unidad de medida (una más pequeña)hoy que hace un año. ¿Acaso habría crecido la distancia que separa Madrid de Barcelona por el hecho de "medirla"  en metros más cortos esa distancia? No. Es obvio. Los físicos (los cosmólogos) pueden hablar con precisión de un universo inflacionario para referirse al crecimiento de las distancias interestelares porque pueden medirlas en metros, en barras de platino iridiadas.

El problema es que no tenemos nada semejante a esa parisina barra de platino iridiada en economía. Pero podemos intentarlo. Lo más parecido sería usar (por analogía) de otros metales, como es el caso del oro, que cuenta con una larga historia como unidad de cuenta en la medida que ha sido usado como equivalente universal en las transacciones económicas. Medir la distancia que corren los precios en sus ascensos (o a veces en sus descensos) usando del oro es  una idea con la que juega Anwar Shaikh en su asombrosa obra Capitalism. Competition, conflict, crisis (2016).

Pues bien, ¿cómo podemos usar del oro  como metro de medida? Pues muy sencillo: comparando el valor en euros de cada cosa (su precio) con  el valor del oro también en euros (o sea) el precio del oro en euros. Podríamos entonces decir que estamos en un proceso inflacionista medido en oro si los precios en euros (P) de los bienes y servicios (medidos mediante un índice de precios, ya sea el deflactor del PIB o el IPC)  crecen más que el precio del oro en euro (Pg). Es decir si el cociente:

                                                     P / Pg

crece en el tiempo. Si tal cosa ocurre podemos concluir inequívocamente que la "distancia" que separa los precios de hoy con los de ayer ha realmente crecido medida en "metros-oro". Sólo fijándonos en la evolución de P pues no, pues no sabemos si el euro se ha alargado o se ha empequeñecido. No tengo ganas de hacerlo de una manera sistemática para varios años, pero tan sólo fijándonos en los últimos tres meses,  se puede comprobar que el precio del oro ha subido un 4%, lo que es un ascenso  muchísimo mayor que lo que han subido  el deflactor del PIB o el Índice de Precios al Consumo. Y lo mismo puede decirse si alargamos el periodo de comparación al año. El precio del oro ha subido en torno a un 13% muchísimo más que la inflación registrada oficialmente en el período.

Lo que eso quiere decir es que si medimos la evolución o distancia que han recorrido  los precios usando como unidad de cuenta o medida, como "metro", el oro, pues entonces la conclusión está clara: NO HAY INFLACIÓN SINO DEFLACIÓN.  Sí, no hay duda: los precios están creciendo, pero lo hacen en términos nominales no "reales", no en términos del oro como unidad de cuenta. Dicho con más precisión estaríamos en un situación en donde habría inflación nominal y deflación real . Lo que ha sucedido es algo semejante a si usáramos un metro "devaluado" o desvalorizado para medir la realmente inmutable distancia entre Madrid y Barcelona, que ésta pareciera haber crecido, pero resulta obvio que esto sería una ilusión, un  espejismo.

Finalmente, una última consideración. Debido a que el oro, a diferencia (creo)  del platino iridiado se usa para otras cosas adicionales a la de ser unidad de cuenta o de medida, la medida de la inflación (o deflación ) en términos de esa unidad de cuenta, enseña algo adicional.

En efecto, el oro, al margen de sus usos industriales y estéticos, sirve como "depósito de valor", como valor de refugio de gran liquidez  cuando hay dudas acerca de la estabilidad o seguridad de colocar la riqueza en otros activos (ya sean acciones, bonos, valores inmobiliarios, etc.). Dado que la producción de oro es poco flexible a las variaciones de la demanda (o sea, dado que la oferta de oro en los mercados es inelástica en el corto plazo), los aumentos  en la demanda de oro por motivos de inseguridad ante el futuro se traducen en subidas de su precio. Pues bien, si como está ahora ocurriendo, tenemos inflación nominal (ascensos en P) más bajos que la subida en el pecio del oro (Pg), ello señala a las claras que los agentes en los mercados  esperan tiempos malos, muy malos.

Aunque, claro está, la cosa sería peor, mucho peor, si en vez de haber inflación nominal estuviésemos en una situación de deflación nominal. Tal sería la situación en caso de que nos encontráramos en una profunda recesión económica con caídas en la demanda tan fuertes que se tradujese en bajadas generalizadas  en los precios en euros de los bienes (es decir, caídas en P) asociada a unas expectativas tan malas que llevaran a los agentes a colocar su riqeza en un activo refugio como el oro (con ascensos por tanto en Pg).

Por contra, inflación nominal (subidas en P) junto con caídas en Pg, señalan la entrada en la zona de los mejores mundos económicos posibles. Confianza en el futuro, que hace caer la demanda de oro y su precio, con expansión económica (aumentos en P). En caso de que como resultado ocurriese a la vez que ascendiese  el cociente (P/Pg), sería el óptimo.

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  1. Top 100
    #3
    22/05/22 19:58
    Bueno, siempre es gratificante leer a alguien que entiende, de verdad, lo que es el Oro.

    Saludos.
  2. en respuesta a Noorllac
    -
    #2
    22/05/22 16:16
    Me parece una estrategia conservadora pero sensata en estos tiempos convulsos
  3. #1
    21/05/22 12:37
    Me recomendaria seguir invirtiendo en oro?