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                                       FERNANDO ESTEVE MORA

Lo confieso: detesto las colas. No las soporto. Así que...¡lo tengo desgraciadamente clarito!. Pues es el caso que cada vez hay más colas. Vivimos crecientemente en un mundo de colas ya sean reales o físicas, las "de toda la vida", ya "virtuales",  esas en las que participamos cada vez que se nos exige una "cita previa" o cuando hemos de entrar en una plataforma para acceder a "algo". Las medidas que se tomaron cuando la pandemia por aquello de la necesaria "distancia" interpersonal, la "moderna" educación así como  la expansión de los hábitos culturales orientales parece que han llevado a las gentes a aceptar la imposición de las colas por parte de todo comercio e institución como "medio" suplementario al de pagar con dinero en los procesos  de asignación de cosas y recursos entre los demandantes.

No tengo para ello pruebas incontestables que avalen mi tesis, pero, de la mera observación empírica, he concluido que la tolerancia ante el uso o, mejor,  abuso de las colas es algo cultural y generacional. Cultural porque tengo para mí que las gentes de los hiperpoblados países asiáticos estaban ya por obligación hechos a las colas, de modo que la asunción de sus patrones culturales por la globalización ha supuesto  la expansión de este hábito cultural de aceptación de las colas como algo normal. Por otro lado, ha ido constatando estos últimos años que mis alumnos, si bien cada vez peor formados en matemáticas y capacidad de comprensión lingüística, cada vez vienen sin embargo mejor enseñados o conformados desde las guarderías (¡Dios! ¡Qué nombre tan revelador!) para hacer y  respetar colas para todo. O sea, que me da la impresión de que eso de la tolerancia a las colas es también generacional, lo que quizás explique, por cierto, la habitual tendencia de la gente mayor, tendencia más acusada conforme más mayor, a ir de listillos y saltase las colas. Siempre, siempre, si alguien se salta o trata de saltarse una cola por los más variados procedimientos tiene con seguridad más de 50 años.

Antes, las colas se formaban sólo cuando el "sujeto" (vendedor, taquillero, funcionario,...) ante el que se formaban tenía un cierto poder o capacidad especial.  Nadie dudaba de que el Estado era capaz de obligar a formar colas ante sus "ventanillas". También se formaban si el vendedor tenía un cierto poder monopolístico en un mercado.  Las colas que se formaban en las taquillas de cines que "ponían" películas de éxito o en los teatros donde actuaban compañías u orquestas prestigiosas, son ejemplos de estas colas generadas por monopolios locales. También lo son  las que se formaban en las consultas de algunos médicos famosos así como las que se dan en en algunas fruterías, carnicerías y pescaderías donde los clientes al llegar han de "pedir la vez", colas que se explican por la existencia de alguna ventaja diferencial del proveedor o vendedor del bien o servicio que le hace convertirse en una suerte  monopolio local, espacial o temporal.

Pero nadie antes en su sano juicio podía imaginar  lo que pasa hoy en día y cualquiera puede comprobar: que no sólo esos establecimientos donde se oferta algo especial sino también otros como los bares y tabernas, las farmacias, las ferreterías, los bancos y ¡hasta las librerías! usen o abusen de las colas. Ahora, para obtener o acceder a cualquier "cosa" no sólo hay que pagar por ella sino que también hay que o hacer cola física o virtual, incluso -repito- en alguna librería.

Si, sí, hasta en las librerías. Hace dos días fui a "la " FNAC de Callao, aquí en Madrid, hacía tiempo  que no iba  y me encontré con que a la hora de pagar se me hacía hacer y pasar por una cola pues para llegar a las  las cajas, la dirección del establecimiento había establecido uno de esos escenarios/mecanismos para la humillación del personal  que, desde los aeropuertos (https://www.rankia.com/blog/oikonomia/4345755-seguridad-aeroportuaria-como-sistema-humillacion ) se están extendiendo por todas partes.  Ya se sabe: esos diseños en plan laberinto tonto (copiados -creo- de los recorridos que se les hacían hacer a las reses en los mataderos de Chicago antes de llegar a su ineluctable destino) en los que la gente tenemos que recorrer toda la superficie de un cuadrado haciendo repetidos zigzag ante de llegar por fin al control de equipajes o a  la ventanilla donde pagar.

Las colas, como los economistas saben, es un mecanismo muy ineficiente a la hora de asignar recursos escasos, como las entradas para los conciertos o los inicialmente escasos nuevos iphones o lo que sea . Se basan en el sistema de FIFO de gestión de stocks, el "first in, first out", o sea, que se despacha o se sirve antes al que llega antes. Eso se traduce en, que si hay escasez del recurso al que se quiere acceder, la cola implica un incentivo en llegar antes. Antes, obviamente, que los demás, que los otros. Pero cuando TODOS hacemos lo mismo, cuando todos tratamos de llegar antes, el resultado, como es obvio, es que la cola se forma antes, alarga y se eterniza

Cuando hay una cola tenemos pues un incentivo en personarnos cuanto antes pues así nos "garantizamos" que podremos llevarnos aquello por lo que hacemos la cola. Pero dado que las colas suponen siempre una pérdida de tiempo, los que aparecen primero para hacer cola no son solamente los que más valoran el objeto escaso que se pretende conseguir haciéndola sino también quienes menos valoran su tiempo. Aquellos que no dudan en ponerse en la cola porque no tienen "otra cosa que hacer", aquellos para los que el coste de oportunidad de su tiempo es más bajo. En suma que en las colas no obtienen el bien o recurso buscado aquellos que más lo valoran en términos absolutos sino aquellos que están dispuestos a dedicar más tiempo a la cola aunque no valoren en demasía el recurso por el que se hace o guarda la cola.

Sabiendo esto, todo el mundo se ve inserto en una interacción diabólica (en un "juego del dilema  del prisionero") o una "carrera de armamentos", en la que respondiendo al incentivo por ser de "los primeros" tratamos de estar antes lo que lleva a que las colas se formen y prolonguen absurdamente como se ve en el límite más enloquecido, por ejemplo,  en esas colas en las que los fans adolescentes de los cantantes de modo se tiran días esperando.

Pero también las colas son ineficientes cuando el bien o recursos buscado no es escaso en términos absolutos, como los las copas en una taberna o los asientos en un restaurante o las ventanillas para pagar una compra...como la del libro que me compré en la FNAC el otro día. En la medida que hay que esperar guardando la cola a que nos llegue nuestro turno, pagamos no sólo con dinero sino también con nuestro tiempo. En el límite si sumamos el precio esplícito a pagar por nuestra compra más el valor del tiempo perdido haciendo la cola podemos llegar a  pagar  tanto tanto que, de saberlo,   no nos hubiera merecido la pena  la pena haber participado en ese "mercado" (no habríamos sacada nada en limpio, no habríamos obtenido nungún "excedente del consumidor" por usar de la jerga económica) . Y es que la cola, toda cola, aumenta el precio que pagamos por lo que compramos. Lo encarece, aunque esa subida en el precio no aparezca en la factura, en el ticket,.

Vayamos a un ejemplo: el mío en la FNAC el otro día. Había mucha gente, la cola era larga y tuve que estar esperando para acceder al recurso escaso (en mi caso: la caja número 3) para  pagar un libro cuyo precio explícito era de 9,95€ unos diez minutos. Dado el valor de mercado de mi tiempo, calculo que el libro me salió, sumando al precio explícito o monetario el precio implícito de mi tiempo por unos 15€, o sea mucho más caro. Si lo hubiera sabido previamente, no me hubiera comprado ese libro en la FNAC, pero dado que el "mecanismo" concreto del sistema de colas establecido por la FNAC no te permite volverte atrás y devolver el libro e irte sin comprar, no me quedó más remedio.

Desde mi punto de vista, esos 5€ que la FNAC me ha hecho pagar de más por un libro que dice vender por 9,95€ es un dinero que, de alguna manera, la FNAC me debe, porque ella dice venderlo sólo a 9,95€. Y como ya he demostrado, eso no es cierto. El que ese dinero extra, ese gasto o coste extra que yo he tenido que asumir involuntariamente por adquirir uno de sus libros  no lo pueda facturar la FNAC como Ingreso por Ventas es su problema, no el mío. Así que  tengo la intención de pasarme un día por allí y "agenciarme" un libro de 5€ "por la cara", o sea saltándome la cola sin pasar por "ventanilla",  pues ya lo he pagado. No será por tanto un robo, pues los de la FNAC me deben los 5€ que pagué de más pues no me anunciaron previamente que me iba a tener que tirar 10 minutos de mi preciado y -a mis años- cada vez más escaso tiempo cumpliendo con el obligatorio sistema de colas que han pergeñado para  pagarles. Cuando me cobre en especie esa deuda, no será por tanto un hurto o un robo sino que será un simple y auténtico  "shop-lifting" -como se dice en inglés- que cuadrará nuestros particulares saldos contables. Al menos así lo veo yo.

Como esto de las colas va para largo, o sea, que cada vez a lo que parece se van a extender aún más, los investigadores han estudiado si se puede hacer algo con ellas para que no supongan una tan gran pérdida de tiempo, o sea, para minimizar los costes asociados al tiempo perdido guardándolas.

Pues bien, los economistas de una universidad danesa (véase  https://qz.com/496525/danish-researchers-have-an-enraging-proposal-to-speed-up-queues-serve-the-last-person-first) han concluido que el mejor sistema para que una inevitable cola no sea tan ineficiente, o sea, para que minimice el tiempo perdido en ella es que cambie el sistema de asignación de un procedimiento FIFO a uno LIFO (last in, first out)  en que a diferencia con el anterior es el último que llega a la cola quien quien primero es servido o despechado. Como es natural, si la cola opera con un sistema LIFO, nadie tiene incentivos en ser el primero que llega a la cola con lo que desaparece la "carrera de armamentos" que implica el sistema FIFO. Lógicamente, pues, la duración y magnitud de las colas se reduciría entonces notablemente.

Adicionalmente, como ventaja suplementaria, se tiene que quienes primero accediesen al servicio serían aquellos que más tarde llegaran, o sea, aquellos que sí tenían otras cosas que hacer antes de perder el tiempo en una cola, por lo tanto aquellos cuyo coste de oportunidad o valor de su tiempo fuese más elevado. Es decir, el recurso se distribuiría más eficientemente.

Ni qué decir tiene que esta propuesta no va a contar con muchos apoyos no sólo por parte de quienes "difrutan" haciendo cola sino tampoco por quienes considerarían injusto que se despachase antes a quienes llegan más tarde.

Quizás por eso, los investigadores han propuesto y estudiado un sistema intermedio, en el que el orden en que se sirve o despacha en una cola es aleatorio. Es decir, que el ser el primero no  garantiza el ser el primero en ser despachado, pero tampoco  garantiza que se va a ser el último, sino que depende de la suerte, de modo que el primero y el último de la fila o cola tienen las mismas probabilidades de ser servidos en primer (o en segundo o en tercer o...) lugar   De nuevo, y frente a las colas FIFO tradicionales, estas colas "aleatorias" son más eficientes, es decir que duran menos, si bien no tanto como las colas LIFO. Tengo para mí que sería esta un buena solución y, además, fácil de instrumentalizar en multitud de situaciones. Uno llegaría a una cola y se le daría un número para un sorteo del orden de ser atendido. A ver si alguien se atreve... 


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  1. #2
    27/11/23 11:49
    El artículo me recuerda al libro de Michael J. Sandel "Lo que el dinero no puede comprar" donde se dedica un gran espacio al tema de las colas. Sobre todo a la consideración de que colarse es visto intuitivamente como un acto moralmente reprochable y como el poder adquisitivo ha ido haciendo trampas para eludir tal responsabilidad. Desde la colas en el aeropuerto que los viajeros de clase business pueden eludir, a casos tan bochornosos como que la gente contrata a desocupados para sufrir las colas que permiten adquirir entradas para espectáculos supuestamente gratuitos que el Ayuntamiento de la ciudad ofrece en el Central Park, por ejemplo ver a Al Pacino interpretando al Shylock de "El mercader de Venecia" o aun peor el mismo procedimiento utilizado por los lobbies de Wahington para acceder a las sesiones a las conferencias del Congreso, copando todos los puestos e impidiendo que el público en general, para el que estaba previsto, pueda asistir.
  2. Top 25
    #1
    26/11/23 20:58
    Lo que mejor funciona para gestionar las colas es que quien las crea salga perdiendo. El robo del libro de 5€ podría ser un ejemplo de esto, siempre que les dejes una nota: "me he llevado el libro sin pagarlo por el tiempo mío que os llevásteis en la cola sin pagármelo", para que hagan un correcto cálculo de costes... pero yo personalmente prefiero comprar el libro en Amazon, si la alternativa es tener que hacer cola. Las ventanillas del Estado pueden no tener alternativa (o sí, ya hay muchos trámites disponibles online) pero los negocios privados casi siempre tienen alternativas sin colas.