Miguel Benito, periodista, nos tiene acostumbrados a quienes moramos el sector asegurador a sus brillantes artículos en los que la noticia no se presenta desnuda, como ocurre en la mayoría de medios y plumas, sino que se la dota de vestimenta adecuada para que sea precisamente interpretada en su contexto vital.
En su blog DEVENIR ALEATORIO que publica en la web de INESE (tenéis el link en mi blogroll) Miguel Benito insertó hoy un artículo titulado "Escaso márgen para las alegrías". Daría mucho que comentar, pero he decidido quedarme con un corte, su último párrafo, donde nos recuerda lo siguiente:
"Alrededor de 100.000 mediadores de seguros operan en el mercado, de los que unos 5.200 son corredores y corredurías de seguros. Además, hay unos 40.000 auxiliares externos y miles de empleados que trabajan en nómina para las empresas y los profesionales de la Mediación. El número de mediadores es excesivo, sin duda, pero si los hay es porque el mercado los soporta. El problema es saber por cuánto tiempo. "
Con este fragmento voy a encaminar un comentario hacia la grave situación de la distribución del seguro en España y que considero realmente preocupante. Preocupante por partida doble: impide el normal desarrollo de una actividad profesional con cierto márgen de expectativas de crecimiento y supone una oferta de muy escasa calidad media para el consumidor en un producto que ofrece graves riesgos en caso de ser mal contratado.
Miguel Benito indica que en España tenemos:
- 100.000 mediadores de seguros
- 40.000 auxiliares externos
Y según el Banco de España la nada desdeñable cifra de 45.662 sucursales bancarias donde es de sobra conocido que se comercializa o impone la contratación de seguros. En total, y a grosso modo, cabe considerar que sumando esos tres canales tenemos 185.662 puntos de comercialización que por aquello de no querer ser catastrofista consideraré que solo disponen de una persona dedicada a la comercialización de seguros.
Si en España tenemos 18 millones de personas asalariadas y 6.5 millones de perceptores de pensión vamos a considerar que esos 24,5 millones de personas son candidatos a la suscripción de seguros (todos ellos y con capacidad de pago).
La cifra resultante de calcular la absurda media cliente de seguros por punto de comercialización nos dará que cada uno de esos "profesionales del seguro" tiene que vivir con una media de 132 clientes. Y ello sin tener en cuenta los seguros que se compran sin intervención de mediador bien sea on-line, telefónicamente o en las oficinas de la compañía puesto que pese a la machacona publicidad aún su cuota de mercado es insignificante. Para que se hagan una idea, un seguro de coche medio actualmente genera un corretaje de menos de 30 € anuales brutos (algunas primas de seguro actuales ¡tienen precios de 1980!) lo cual significa que ese "profesional del seguro" medio que hemos calculado fácilmente puede estar ganando menos de 3.000 € anuales, menos de 250 € mensuales...
Ud, amable lector dirá "¡Y a mí qué me importa si mi agente no llega a fin de mes!". Pues debería importarle, porque alguien que cobre 3.000 € al año no dispondrá medios para pagar sus autónomos (supongo que estará preguntándose ahora si estos andan metidos entre los 3.629.000 de parados que cobran subsidio), no dispondrá de medios para prestarle servicio, ni invertirá en formación (menos aún de calidad, en Universidades o Consultorías especializadas), ni será capaz de gastarse parte de sus exiguos ingresos el día que Ud le necesite en prestarle servicio. Y de ahí a que el concepto calidad brille por su ausencia es una mera consecuencia.
Por ello hay quien se exclama cuando un mediador se muestra preocupado por la forma en que se gestiona nuestro mercado asegurador desde la Administración. Si no fuera por los constantes mensajes que lanza nuestro Regulador tendentes a la dimensión y la concentración en el negocio de la mediación todos los indicios conducirían a la inevitable conclusión de que se es excesivamente tolerante con las aseguradoras que mantienen censos insostenibles de códigos agenciales improductivos y atomizados así como muy condescendientes con los intereses colonizadores de la banca a quien (pese a una regulación propia que exige el objeto social exclusivo) se le ha concedido el don de inundar el mercado con una estructura de mediación, de más de 45.000 sucursales, realmente mixta aunque ilegal (no pueden comercializar desde las oficinas como operador de bancaseguros y correduría simultaneamente, pero en muchas se hace inpunemente) con un traje a medida de sus intereses y sin la necesaria salvaguarda tanto para la protección del consumidor bancario (quien es con frecuencia obligado a contratar seguros como condición de acceso al producto de crédito) y la de la leal competencia que ha visto como sus carteras fruto de años de asesoramiento son brutalmente pirateadas (también como medida de presión al candidato de crédito).
En este momento no sirve de nada leer el famoso "Quien se ha llevado mi queso". No estamos ante tiempos de cambio sino ante tiempos en los que no se están produciendo los cambios que el sentido común demanda mientras se tolera la iniquidad que destruye lo que cabía conservar y promover. Tenemos en mi sector una serie de caballos de Troya que nos han colado delante de nuestras narices y que amenazan con destrozar hasta los cimientos la profesión. Eso tarde o temprano puede acabar pagándolo el consumidor de seguros totalmente perdido en un desierto del conocimiento, sin profesionales a quienes acudir.
La industria aseguradora calla; las entidades parecen haber olvidado la calidad y estar solamente preocupadas por el tamaño. Sigmund Freud tendría mucho que decir acerca de este tema pero lo más probable es que diera media vuelta y dejara plantada a esta gente que no se quiere curar.
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"Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables." Jesús de Nazaret
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