Todos cometemos errores cada día y los que invertimos por supuesto seguro que unos cuantos, la clave es que no nos cuesten demasiado para mantener un saldo positivo en nuestra cuenta.
Como inversores todos nos damos palmaditas en la espalda, diciéndonos lo inteligentes que somos cuando una acción consigue ese anhelado precio objetivo que en nuestros sesudos análisis creíamos descubrir. Al mismo tiempo, podemos encontrar decenas de razones, excluyendo nuestro sesgado propio juicio, cuando nos sucede justo lo contrario.
La razón en términos de inversión conductual se llama sesgo de auto-atribución. El sesgo de auto-atribución es nuestra costumbre de atribuir buenos resultados a nuestra habilidad como inversores, mientras culpamos los malos resultados en algo o alguien más. Sabemos que los errores son inevitables en la inversión por lo que la pregunta es, ¿cómo podemos protegernos contra cometerlos sistemáticamente? Mi caso personal es cometer más errores por omisión que errores en sí mismos, es decir, no invertir en compañías que posteriormente lo hicieron francamente bien. Pero como saben los que nos siguen prefiero perder oportunidades que perder dinero. He hablado con varios gestores acerca de ello y ello no lo consideran errores aunque yo creo que un poco de ello, ya sé que no se puede estar en todos los charcos pero una vez analizada la compañía quizás a mi juicio estaba un pelín cara, no dudo de su calidad pero considero que no tiene demasiado recorrido, algunos ejemplos de los últimos meses han sido Lingotes especiales y Ferrari, pero que le vamos a hacer. Iremos aprendiendo.
Una respuesta para poder indagar un poco más sobre este tema la puedes encontrar en un sencillo libro de James Montier: “The little book of behavioral investing” en el que el autor demuestra un método sencillo utilizado por inversores como George Soros para tratar de salir airoso contra los errores. El libro en español lo tenemos con el título de “Psicología financiera”.
En el propio libro pone el ejemplo de los eventos deportivos como un gran ejemplo de este tipo de pensamiento. Por ejemplo, los psicólogos examinaron las explicaciones ofrecidas en las páginas de deportes para estudiar la presencia de sesgos de atribución entre los atletas. Al evaluar la opinión de un atleta o entrenador acerca de su rendimiento, se preguntan si el se debe a un factor interno (es decir, algo relativo a las habilidades del equipo) o a un factor externo (como un mal arbitraje).
Como era de esperar, la auto-atribución estaba presente. Setenta y cinco por ciento del tiempo después de una victoria, se hizo una atribución interna (el resultado de habilidad), mientras que sólo el 55 por ciento del tiempo después de una pérdida fue una atribución interna hecha.
El sesgo fue aún más evidente cuando las explicaciones fueron categorizadas como provenientes de un jugador/entrenador o un deportista. Los jugadores y entrenadores atribuyeron su éxito a un factor interno más del 80 por ciento del tiempo. Sin embargo, los factores internos fueron culpados sólo 53 por ciento del tiempo después de las pérdidas. Como ex futbolista créanme que apoyo totalmente esta tesis, muy pocos tienen la honestidad suficiente para reconocer que han ganado un partido por un golpe de suerte en algunos casos o lo han perdido porque realmente han tenido un rendimiento muy pobre.
Lo mismo ocurre cuando se trata de invertir. Es demasiado fácil para los inversores desestimar malos resultados como ejemplos de mala suerte. En algunas ocasiones esto puede ser el caso, pero en otros un mal análisis puede ser la causa raíz. Por eso me gusta tanto esto de los mercados, no importa todo lo inteligente que creas ser, Mister market te pone en tu sitio con el tiempo, ya puedes hacerte todas las trampas al solitario que el algodón no engaña.
En un reciente discurso, David Einhorn, de Greenlight Capital, señaló: "Cuando algo sale mal, me gusta pensar en las malas decisiones y aprender de ellas, de modo que espero no repetir el mismo error. Un ejemplo de un error que cometió en 2005 cuando recomendó comprar participaciones de MDC, una empresa constructora, a 67 dólares por acción. En los siguientes cuatro años, MDC cayó alrededor del 40 por ciento. Como dijo Einhorn: "La pérdida no fue mala suerte; fue un mal análisis. En pocas palabras, no comprendió la importancia del panorama general, en este caso la burbuja de la vivienda y de crédito ligada a ella.
Tristemente, pocos de nosotros somos tan introspectivos como Einhorn. Así que para combatir el problema omnipresente de la auto-atribución realmente necesitamos mantener un registro escrito de las decisiones que tomamos y las razones detrás de esas decisiones, una especie de diario de inversiones, si se quiere. Mantener un diario de inversiones puede sonar tonto, pero George Soros hizo exactamente eso. En su libro “Alquimia de las Finanzas”, lo cita textualmente: "Mantuve un diario en el que registraba los pensamientos que entraban en mis decisiones de inversión en tiempo real. El experimento fue un éxito rotundo en términos financieros, mi fondo nunca mejoró. También produjo un resultado sorprendente: salí del experimento con expectativas muy diferentes sobre el futuro”. Lo dice un tío que fue capaz de tumbar el Bank of England en el 92, así que podemos aprender de uno de los grandes.
Habiendo guardado tal diario, necesitamos mapear los resultados de las decisiones y las razones detrás de esas decisiones en un diagrama de cuadrante, como el que se muestra a continuación:
Es decir, ¿estaba bien por la razón correcta? (Puedo atribuir a alguna habilidad, todavía podría ser suerte, pero al menos puedo atribuir habilidad), o estaba bien por alguna razón falsa? (En cuyo caso voy a mantener el resultado porque hace que la cartera se vea bien, pero no debo engañarme a pensar que realmente sabía lo que estaba haciendo.) ¿Estaba equivocado por la razón equivocada? (He cometido un error y necesito aprender de él), o me equivoqué por la razón correcta?. Después de todo, la mala suerte se produce y la volatilidad de los precios empequeñece la volatilidad fundamental en nuestro mundo.
Sólo con la referencia cruzada de nuestras decisiones y las razones de esas decisiones con los resultados podemos esperar a entender cuando tenemos suerte y cuando hemos utilizado la habilidad genuina, y lo que es más importante, donde estamos cometiendo persistentemente errores recurrentes.
Javier Flórez
@FlorezJav