Tras la última ruptura de las negociaciones parece que está cada vez más cerca la posibilidad de que Grecia abandone definitivamente el euro y que el país heleno quiebre. Aunque aún quedan dos días para que Grecia tenga a pagar a sus acreedores, la posibilidad de un “milagro” suceda y consigan un acuerdo está más lejos que nunca con el órdago griego de someter las propuestas de sus acreedores a referéndum, en lo que es para mí un claro ejemplo de cobardía (un dirigente está para tomar decisiones difíciles y no para delegarlas a la ciudadanía, sino, que se hagan referéndums para todo) y es un claro ejemplo de perversión de lo que significa democracia, para los cuáles, ésta se reduce únicamente a votar.
Hay gente que defiende lo que está haciendo Grecia alegando que vivimos en una dictadura de los mercados y demás argumentos más de manifestación que una base sólida real y económica detrás. Pongamos un ejemplo para clarificarlo con una situación muy cotidiana:
Pongamos que tenemos un negocio que ha funcionado más o menos durante una década, y que con la llegada de la crisis, las ventas se nos hunden y no tomamos medidas de corrección del gasto (es más, lo aumentamos) y decidimos endeudarnos más para poder hacer frente a los gastos corrientes. Llega un momento en el que ya no podemos más y los bancos con los que estamos endeudados nos dicen que para seguir dándonos dinero y no quebrar, tenemos que hacer una serie de ajustes (los cuales sólo haremos a medias) y aceptamos. Pasan los años y la situación mejora algo pero no a la velocidad que se esperaba por haber hecho las cosas bien, y empezamos a culpar a esos mismos bancos que nos salvaron de la quiebra, y cada vez, esta opinión es más popular entre los trabajadores y accionistas (pongamos que la empresa es una cooperativa para darle más realismo legal). En esta situación aparece un “iluminado” que propone que la solución es, sencillamente, no pagar las deudas, y esta persona acaba accediendo a dirigir la empresa. Los acreedores reciben esta nueva situación con recelo, como es natural, ya que el nuevo líder piensa que los que más tienen que perder si deciden no pagar, son los bancos. Con esta actitud va a negociar con los bancos, los cuáles para tener una quita deciden flexibilizar las condiciones (sobre la deuda que queda por pagar, que ya fue condonada en un 75%), y aun así, el nuevo dirigente se niega y propone cambios mucho menores, y no sólo eso, si hacer una votación entre sus trabajadores para ver si lo aceptan cuando la fecha de vencimiento ya ha pasado (una burla en toda regla), y claro, esta situación los acreedores deciden que se acabó la pantomima, que prefieren perder el dinero a seguir perdiendo el tiempo. Este nuevo dirigente, en busca de proteger a sus trabajadores, lo que va a conseguir es que todos se vayan a la calle, pero eso sí, ha sido todo muy “democrático”.
Y ¿cuáles serán las consecuencias de una salida para ambos? Para el FMI y Europa, está claro, dejar de cobrar miles de millones de deuda (Alemania dejaría de cobrar unos 60.000 millones, España unos 30.000m, etc…) y para Grecia, volver a un neo-dracma con un valor monetario incierto, con una fuga de capitales de los bancos aún mayores de las ya vistas (corralito y control de capitales a la vista), unas importaciones griegas que se encararían notablemente, y unas exportaciones que serían más competitivas (pero, sinceramente, ¿qué exporta Grecia?)
Fuente: Observatory of economic complexity
Como vemos casi un 40% son productos minerales, seguido de metales que supone un 12%, productos alimenticios (7.5%) y productos químicos (7.31%). Por lo tanto, ¿una situación con neo-dracma realmente les serviría para ser más competitivos? Dada las características de estas, lo dudo, y sin embargo, sus importaciones se encarecerían notablemente (en particular el petróleo, del que es importador neto) aumentando exponencialmente el riesgo de hiperinflación. Eso sí, un sector que se vería notablemente favorecido sería el turismo, que supone el 20% del PIB, pero este tiene un problema, y es su focalización, es decir, la gran mayoría de los turistas que van a Grecia van a ver la Acrópolis y Santorini y Mikonos, por lo que el impacto en el resto del país sería limitado. A todo esto hay que sumar que sólo este fin de semana los griegos han retirado más de 400m de euros de los cajeros (y curiosamente las estadísticas dicen que la mayoría aprueban a Syriza y sus políticas) y mañana tanto los bancos como la Bolsa estarán cerrados.
Ciertamente, yo pensé que esta situación tan tensa no se llegaría dar por el hecho de que el euro y la Unión Europea, más que un proyecto económico, es un proyecto político con carácter irrevocable, pero si Grecia sale, ese paradigma se verá alterado, aunque también, que Grecia salga sea posiblemente mejor para la Unión Europa y dejando claro que la solidaridad entre naciones europeas es muy bonita pero no es ilimitada y que esta debe regirse acatando las normas.