Estos días estamos asistiendo otra vez a ciertos fenómenos en los mercados financieros y en particular, en España estamos a la espera de la enésima reforma financiera que se anuncia para el viernes. Supongo que se nos venderá otra vez la definitiva reforma financiera, para sanear las entidades, despejar las dudas, incrementar la confianza y la credibilidad del sistema financiero y lo que permitirá reactivar el crédito que permita que la economía crezca.
Y otra vez estará condenada al fracaso, sin que vaya a cumplir ninguno de los puntos que he puesto arriba, (ni será nada definitivo, ni saneará nada, ni despejará dudas, ni incrementará la confianza, ni reactivará crédito). Y esto vale salvo que se corrijan graves dogmas erróneos que se están siguiendo en todas las actuaciones sobre el sistema financiero y sobre el sistema económico.
En abril de 2010, coloqué un post en el que criticaba todas las medidas destinadas a cargarse el sistema económico y como cada vez que se habían producido habían producido las mismas consecuencias. En este post hice un resumen:
“El caso es que bajar los sueldos, implica que los trabajadores son más pobres, a su vez resulta que la bajada de precios es necesaria, (ya que si no hay clientes, hay que ajustar), de tal forma que las empresas son más pobres, y los bancos tienen problemas para cobrar de unos y otros. A su vez los estados, se hunden porque cobran en función de los ingresos de la gente. Por supuesto, los especuladores se basan en las diferencias de precios y manipulando pueden conseguir beneficios en el corto plazo, pero estos se van a volatilizar cuando la realidad sea lo suficientemente clara” .
A día de hoy, estamos basculando entre distintas medidas para apoyar al sistema financiero, pero absolutamente nadie parece entender que no hay ninguna posibilidad de salvar el sistema financiero sin salvar el sistema económico, que a su vez está completamente destrozado tanto por todo lo que ha ocasionado la crisis, como por los efectos de la crisis, como por los efectos de los intentos de salvar al sistema financiero mediante los sucesivos rescates.
En 2010, un tal Bernanke, que dicen que es presidente de la reserva federal, nos explica una situación dogmatica en la que aparecen dos posibilidades contrapuestas. Por un lado critica la existencia de economistas que no aprecian la importancia de las entidades financieras, frente a la existencia de economistas que concluyen, (y él se encuentra entre ellos), que la salud de las entidades financieras es requisito sine qua non para la salud económica. El problema, sin embargo, es que el hecho de que un sistema financiero sano sea necesario para el sistema económico, no significa que todo lo demás no importa. En este sentido me gustaría recordar un extracto de esta conferencia, para tratar de explicar esto, (y pido perdón por la calidad de la traducción que digamos que es libre):
“La primera lección - la prosperidad económica depende de la estabilidad financiera - Parece obvia, pero esta conexión no siempre se entendió bien. Después de la caída de la bolsa de 1929, muchos pensaron que una crisis financiera y económica era necesaria - incluso deseable - para exprimir los excesos especulativos que se habían acumulado en los años 1920. Cabe destacar que, a pesar del hecho de que la Reserva Federal había sido fundada para mitigar los pánicos financieros, el banco central no hizo en esencia ningún esfuerzo para evitar que la ola de quiebras bancarias que paralizó al sistema financiero en el inicio de la década de 1930. En efecto, el Secretario del Tesoro en el momento, Andrew Mellon, creyendo en los efectos beneficiosos de eliminar a los bancos débiles, paso a la fama por aconsejar al presidente Herbert Hoover, "liquidar a los trabajadores, liquidar las acciones, liquidar a los agricultores, liquidar los bienes raíces ... Se purgará la podredumbre del sistema. "
Los economistas no siempre han apreciado la importancia de un sistema financiero sano para el crecimiento económico o el papel de las condiciones financieras de corto plazo, la dinámica económica. Incluso después de la Gran Depresión, algunos economistas encuentran que es útil pensar en el sistema financiero como un "velo", que ayuda a asignar los rendimientos de los activos físicos, pero hizo poco para afectar a los llamados resultados económicos reales. Al contrario, el trabajo más reciente sobre el tema, en el que contribuí, puso de manifiesto que la salud del sistema financiero y el desempeño de la economía en general están estrechamente interrelacionados, tanto en el corto plazo y en el largo plazo. De hecho, en un contexto histórico, algunos resultados de mi propia investigación sobre la Gran Depresión pusieron de manifiesto que países como los Estados Unidos que, por razones institucionales o de otra índole, sufrieron graves problemas bancarios, tuvieron depresiones significativamente peores que los países en los que el sistema bancario fue más estable, como Gran Bretaña.
La lección ha sido aprendida. En el episodio actual, en contraste con la década de 1930, las autoridades de todo el mundo han trabajado diligentemente para estabilizar el sistema financiero. Como resultado, a pesar de las consecuencias económicas de la crisis financiera han sido dolorosamente graves, el mundo se libró de un cataclismo peor que podría haber rivalizado o superado la Gran Depresión.
Esa lección me lleva a la segunda - los políticos deben responder con energía, creatividad, y de manera decisiva a severas crisis financieras. A principios de la Depresión, las respuestas de los formuladores de políticas iban desde la pasividad a la timidez. Ellos no estaban lo suficientemente dispuestos a desafiar las ortodoxias de su tiempo, como la doctrina liquidacionista de Mellon y otros, o la rígida adhesión a la variante del patrón oro adoptado después de la Primera Guerra Mundial un punto de inflexión clave, en los Estados Unidos, llegó con el compromiso de Franklin Roosevelt a la experimentación audaz después de su inauguración en 1933. Algunos de sus experimentos fracasaron o fueron contraproducentes, pero su decisión de declarar un feriado bancario al asumir el cargo en marzo de 1933 y romper el vínculo entre el dólar y el oro ayudó a detener el descenso del sistema financiero de EE.UU. y desató una fuerte, aunque incompleta, recuperación.”
En principio, dudo bastante que la lección haya sido aprendida, desde el punto y hora en que directamente se olvidan, (aspecto imperdonable y difícilmente entendible), todos los aspectos relativos a la salida de la situación económica, que se comprueba tanto en criticar lo que Mellon afirmaba, pero tan solo tomar medidas en referencia a lo que hacía con los bancos y sobre todo en basar la recuperación de los años 30 tan sólo en “el feriado bancario”, (en otros sitios conocido como corralito) y la reapertura de estos tan solo cuando se certificase que estaban sanos, (¿test de estrés?), y olvidarse por completo de todo lo relacionado con el “new deal”, los efectos de la guerra mundial y en general todo lo relacionado con el surgimiento del estado del bienestar, por no hablar de las regulaciones bancarias que surgieron de esta situación.
Los olvidos y las consecuencias que podremos extraer para Europa no rematan aquí, y de hecho lo curioso es que Bernanke, (y por extensión todo el mundo), ha olvidado unas cuantas lecciones de otros, pero incluso suyas. Todo ello en una situación en la que como antaño, no parece existir nadie dispuesto a desafiar la ortodoxia del tiempo, a pesar de que esta haga aguas por todos lados.