Existe cierto consenso a la hora de comparar los efectos de la falta de solvencia o de liquidez en los dos tipos de problemas a los que se pueden enfrentar una empresa, (entre ellas, las entidades financieras).
La solvencia se suele ir comparando con un cáncer, debido a que va afectando a la empresa de forma gradual y a veces difícilmente detectable, mientras que la falta de la liquidez sigue un proceso mucho más similar al proceso de un infarto, ya que tumba la empresa de forma fulminante.
Si queremos mirar otra similitud es que es muy difícil ocultar un infarto, pero por otra parte el cáncer no proporciona síntomas claros hasta que normalmente es muy tarde. Y este hecho nos puede llevar a una primera conclusión; Cada una de las personas puede asegurar que no ha sufrido ni está sufriendo un infarto; por supuesto también tenemos que tener claro que si preguntamos a alguien si tiene cáncer, es posible que en caso de una respuesta negativa esta no sea concluyente; o lo que es lo mismo, Es posible que el cáncer este diagnosticado, de tal forma que en este caso el margen para el error es mínimo, pero el hecho de que no se haya detectado nada, no significa en absoluto que la persona esté sana.
Por esta razón son tan importantes los análisis periódicos para detectar esta enfermedad. En todo caso aquí surge la primera diferencia entre el cáncer y la solvencia. Cuando nos sometemos a un análisis clínico para comprobar si tenemos cáncer, a todos nos interesa que sea lo más riguroso posible para detectarlo (y solucionar el eventual problema) a la mayor brevedad posible. En cambio con la solvencia de las empresas, la situación es bien distinta; bien porque los directivos no tienen por qué coincidir con los propietarios de las empresas, bien porque se trate de convencer a acreedores o a otros inversores, la realidad es que en muchos casos, no tratamos de hacer los análisis para detectar las enfermedades, sino que hacemos el análisis para tratar de demostrar nuestra salud.
Sí nosotros vamos al médico a que demuestre que no tenemos cáncer, en lugar de a que nos diga si tenemos cáncer o no, estamos cometiendo una gran barbaridad. En el mejor de los casos, (que estemos sanos), lo único que hemos hecho es perder el tiempo y esfuerzos. Peor es el caso de que en realidad tengamos un problema y no queramos que se encuentre. En este caso, en primer lugar estamos perdiendo un tiempo que además podría ser clave para evitar un desenlace mucho peor.
Pero el peor escenario es aquel donde muchas personas fuésemos conscientes de que tenemos un problema que no es evidente, (por ejemplo, porque tengamos ciertos síntomas en común, que puedan ser indicativos de algo peor); que a su vez decidamos entre todos que vamos a tratar de demostrar que estamos bien; y que los médicos adapten sus protocolos a los deseos, (que no necesariamente son las necesidades) de los pacientes. En este caso, se buscarán aquellas pruebas que hagan pasar el malestar como una gripe, no se encontrará el cáncer que seguirá avanzando y desde luego nadie creerá ni a los pacientes ni al médico cuando griten a los cuatro vientos que no existe cáncer.
Esto es exactamente lo que ocurre con un sistema financiero en el que todo el mundo está empeñado en demostrar que está bien, en el que las pruebas se diseñan en función de lo que interese mostrar a todo el mundo y en el que se llegan a alterar los datos de los análisis, (las tasaciones de los inmuebles, las tasaciones de las empresas y por supuesto las de deuda pública catalogadas a vencimiento no reflejan ni de lejos la realidad). Al final resulta que nadie cree ya a los bancos, ni tampoco a los reguladores.
Pues en esta situación nos encontramos con la peor de las situaciones posibles; un conjunto de empresas enfermas, no diagnósticas, con múltiples incertidumbres, con medicación para dolencias menores distintas a la real y con unos médicos en los que no se puede confiar; ¡y el tiempo pasando y generando efectos sobre el paciente!.
Y en esto llegamos al gran error entre la comparación del cáncer con la solvencia y el infarto con la liquidez. Y es fácil verlo; el cáncer y los infartos son independientes, de tal forma que (salvo que alguien me corrija, porque evidentemente en este campo no soy ni tan siquiera enterado), un cáncer no provoca infartos y los infartos no provocan canceres.
Cuando hablamos de solvencia y liquidez, la situación es completamente distinta porque ambas casuísticas se acabarán presentando en el mismo paciente. ¡siempre!. Puede ser que una entidad o empresa tenga un problema de solvencia, (menores ingresos que gastos), de tal forma que se pueda ir maquillando (de forma intencionada o bien por negligencias en los mecanismos para detectar estos problemas). Es posible que esta situación se mantenga un tiempo, que será aquel mientras exista financiación suficiente como para que los problemas afecten a la tesorería. ¿Por cuánto tiempo puede operar una empresa con problemas en los fondos propios o con problemas en la cuenta de resultados?. Todo el necesario mientras tenga fondos, si bien cada día que pasa la solución es peor desde el punto de vista de la liquidez. Es decir, los problemas de solvencia llevan de forma inequívoca a problemas de liquidez, aunque simplemente no los veamos.
Este sería el caso que ha pasado con las empresas del expresidente de la CEOE, (Gerardo Díaz Ferrán), que tenían problemas evidentes de solvencia desde hacía mucho tiempo, (por la situación de la economía), que fueron negados y que el desenlace se produjo cuando ¡años después de los primeros problemas!, no tuvo acceso a la financiación. Otro caso es el de Martinsa del que se dijo en su momento que entro en concurso porque el ICO no le concedió 150 millones de euros. Estos dos son casos típicos y consumados de empresas con claros problemas de solvencia, que se han minimizado hasta extremos insospechados y que oficialmente se nos ha vendido como que caían por problemas financieros. Pero si nos damos cuenta la lista es muy larga e incluye entidades como Lehman, (con la triple A hasta que cayó por ¡crisis de líquidez!), hasta CCM e incluso países como Irlanda que tenía asegurada su financiación y era un ejemplo de las medidas a tomar en verano de 2010, hasta el punto que tuve que hacer un post tratando de exponer la situación real de Irlanda en verano ante los análisis que se leían en el momento. Es cierto que en todos los casos se negó el “cáncer” y se murió por “infarto”, aunque a medida que íbamos haciendo las autopsias las cosas cambiaban.
Si le damos la vuelta al razonamiento, ¿Cuándo escuchamos que determinada entidad o empresa tiene problemas financieros o de liquidez podemos descartar la existencia de problemas de solvencia previos?. La respuesta es sencilla. Si analizamos estos dos casos mencionados, comprobamos que se han tomado caminos distintos y mientras uno intentó conseguir financiación hasta el imposible, (incluso mintiendo y alterando los balances porque esto afectaba a la liquidez a la hora de cerrar el crédito), el otro reconoció el concurso, los problemas de solvencia y actuó en consecuencia. La quimioterapia en el cáncer no es sencilla y los resultados no están garantizados pero el no hacer nada sí. Esto sí aplica en el mundo empresarial.
Por otra parte, también puede resultar que una entidad tenga realmente problemas de liquidez, aunque sea solvente. O dicho de otra forma, que en realidad la entidad sufra un infarto. Pues aunque en términos médicos los infartos no provoquen cáncer, en el caso empresarial la realidad es distinta, debido a que la falta de liquidez genera al final problemas de solvencia debido a la necesidad de malvender unido a la necesidad de afrontar unos costes mayores por los recursos.
Por lo tanto, si resumimos, puede que una empresa tenga problemas de solvencia, (o no), que deriven en problemas de liquidez, (serían causados por estos problemas de solvencia o por razones ajenas); lo cual a su vez degenerará en nuevos problemas de liquidez; pero también puede ser que tenga problemas en los dos ámbitos, (el caso de que un enfermo de cáncer sufra además un infarto). Y por esto cuando oímos la frase “problemas de liquidez”, “falta de acceso al crédito” o similares, tenemos que tener en cuenta que lo que nos están diciendo se puede corresponder a una gama amplísima de patologías, de las cuales muchas están ocultas, (bien intencionada o bien inintencionadamente) y que no nos podemos quedar ahí.
Por eso yo no suelo proponer esta analogía, sino que me gusta más comparar los problemas de la solvencia como una alteración de la salud y el problema financiero como el corazón. Está claro que si nos disparan a bocajarro, (sería algo parecido a un problema de solvencia), nuestro corazón parará, (problema financiero), y esto no es bueno. Pero en este caso sería muy difícil defender que la muerte se ha producido porque el corazón se ha detenido, (a pesar de ser cierto). Lo suyo son autopsias exhaustivas para los fallecidos y análisis exhaustivos para las personas, con el ánimo de investigar y no de tapar. Todo lo demás; ¡contraproducente!.