Siendo por razones genéticas republicano (de los que se reconocen personal, familiar, emocional e intelectualmente ligados a la II República) se entenderá la profunda inquietud, por no decir miedo que hoy mismo siento ante el previsible buen o excelente resultado electoral que va a alcanzar VOX el próximo domingo. Sencillamente sucede que, aunque bien me gustaría que fuese posible el volver al pasado y recuperar algo de mi perdida juventud, la forma de hacerlo que proponen estos admiradores declarados del general Franco y sus incontables tropelías me da tanto pavor que sin la menor duda prefiero seguir envejeciendo en este mundo absurdo, mediocre y delirantemente estúpido que la globalización y las nuevas tecnologías nos ha traído antes de volver a vivir otra vez en una reedición del mundo daltónico que fue la España franquista/fascista de la posguerra. Y no soy a lo que parece el único, ultra radicales de izquierdas como lo son los editorialistas de esos órganos de la agitprop "comunista" como son la revista The Economist o el diario The Financial Times, ayer mismo, se apuntan a esa inquietud ante el ascenso de la ultraderecha en España y piden a las claras el voto al PSOE. ¡Cosas veredes!
Pero al margen de esos sentimientos y prevenciones personales, sin la menor importancia fuera del más reducido círculo personal, la cuestión auténticamente relevante e importante es la de qué puede explicar -que no avalar o justificar- el ascenso de VOX, de un partido ultraderechista y radicalmente neoliberal e lo económico, en España. O sea, ¿qué puede explicar el voto a un partido de extrema derecha no sólo política, moral y culturalmente sino también económicamente (pues el "programa" de VOX es tan absurdamente neoliberal que, aunque parece resultar inadmisible incluso a tipos como D. Lacalle o J.R.Rallo, paladines de lo más liberal, obtiene respaldo sin embargo entre muchos miembros de las otrora llamadas clases trabajadoras, incluso entre aquellos que "no tienen donde caerse de muertos", o sea, entre aquellos que tendrían todas las papeletas para acabar en el basurero de una economía real y auténticamente neoliberal? ¿cómo es que parece que van a votar a VOX tantos de los otrora miembros de las clases progresistas, si no revolucionarias, en casi todos los aspectos de la realidad social, política o económica?
Y lo primero que hay que señalar aquí es que, en ese ascenso, importa mucho un factor idiosincrásico, o sea, particular o propio de la situación española, que se ha convertido en causa inmediata de ese ascenso de la ultraderecha y de la radicalización de la derecha más tradicional y comedidades. Nadie, a estas alturas, duda ya de que ese ascenso de la ultraderecha es el "regalito" envenenado que al resto de los españoles nos han hecho esos compatriotas nuestros que se proclaman -con todo el derecho democrático, eso sí- independentistas, tanto catalanes como vascos.
No me voy a cortar aquí un pelo y voy a decir que, tengo para mí, y se que esta opinión no será compartida, que nada les vendría mejor a los independentistas vascos y catalanes -al menos a corto plazo- que un triunfo pleno de la extrema derecha en las próximas elecciones, pues, repito que para mí, está meridianamente claro que en ellos, en su estrategia política, -aunque sólo por educación y formación- de siempre ha estado informada por la muy perversa lógica maquiavélica o mejor dicho, jesuítica, del "cuanto peor, mejor"; como no podía ser por otro lado de otra manera dado el origen y el apoyo eclesiástico o curil que ha tenido y tiene desde sus mismos orígenes los nacionalismos radical periféricos en nuestro desventurado país.(Ya dediqué un post a la actitud de la Iglesia Católica al procés en: https://www.rankia.com/blog/oikonomia/3733572-iglesia-catolica-proces-independentista-catalan)
La cosa le resultará clara a cualquier lector si tiene en cuenta por un momento que la Iglesia Católica no ha variado un ápice la estrategia política que tan buenos resultados le dio ya en tiempos del Imperio Romano y que consiste en "provocar" a sus rivales (por ejemplo, a los gobiernos o a otras religiones) hasta el punto de que estos otros poderes o instituciones reaccionen agresivamente contra los "pobres y pacíficos" cristianos, creando unos cuantos mártires en el camino. Lo sorprendente para un economista es que, contrariamente a lo esperado, esta estrategia de sufrir o padecer costes pronto, prontísimo, se reveló para los estrategas de la Iglesia Católica como eficiente para favorecer el crecimiento de una institución como la suya, que no vende bienes terrenales sino propiedades inmobiliarias "post-mortem", o sea, parcelas en una urba situada en un lugar parece que muy lejano: el "más allá".
Y es que, en efecto, a diferencia del resto de las empresas terrenales en las que la ley de la demanda opera de modo que una subida en el precio o coste disminuye la demanda, la Iglesia Católica observó que en su "negocio" no rige esa ley económica general de la demanda decreciente, de modo que para ella , "la sangre de los mártires siempre es semilla de nuevos cristianos", o sea, que la demanda crece al subir el coste o precio (Paul Ormerod, en su libro, Positive Thinking. How networks are revolutiosining your world, ha analizado estas situaciones en las que la existencia de externalidades de red lleva a violaciones de la tradicional ley de la demanda).
No es entonces nada extraño, por eso, que los independentistas catalanes y vascos, educados como por lo general lo han sido en colegios de curas nacionalistas catalanes y vascos, y que como sus "reverendos" maestros espirituales también se dedican a vender maravillosas "parcelas" situadas en unas inexistentes urbas llamadas "república catalana" o "vasca", también situadas en un lejano "más allá" -aunque quizás no tan lejano como el Paraíso celestial que venden los comerciales de la Iglesia Católica y otras del mismo sector-, pero que en cualquier caso, dicen en su publicidad que están muy cerca y céntricas: a sólo "unos meses del referendum de independencia" , hayan sin embargo asimilado esa misma lógica eclesiástica que considera que los muertos hoy son la inversión más productiva a largo plazo para sus fines, o sea, para que crezca su clientela, por lo que nada hay como unos cuantos para que la "promoción inmobiliaria República Catatalana" tenga un éxito arrollador de publico.
Y si, ya se que esto puede parecer una salvajada pero estoy seguro que hoy nada mejor le vendría a los señores Puigdemont, Junqueras, Romeva y demás pacifistas que en cualquier algarada callejera, la Guardia Civil o la Policía Nacional, siguiendo las instrucciones de un gobierno ultraderechista de Madrid, se "viesen obligados" a "tirar de pistola" y como consecuencia se "produjesen" algunos muertos de pacíficos manifestantes independentistas catalanes. ¡Dios! ¡Qué golpe de suerte sería eso para los independentistas! ¡Lo que daría un rufián cualquiera porque pasara algo así!. Que eso es, por otro lado, perfectamente posible lo sabe muy bien toda la gente de mi edad que recordamos perfectamente cómo era frecuente que, en los tiempos que el Ministerio del Interior se llamaba de Gobernación, no era infrecuente que los "tiros al aire" que la policía disparaba para dispersar a los que se manifestaban acababan cargándose a estudiantes y trabajadores que quizás se dejaban llevar por arrebatos poéticos se ponían a volar por encima de las manis para tener mejores vistas. Así que tal cosa es perfectamente factible si en el Ministerio del Interior aparece alguien acostumbrado a tirar de escopeta para cazar a todo bicho quie se mueva, aunque sólo sea por el gusto de darle al gatillo. O sea, alguien de VOX o del PP ultramontano de estos tiempos.
Ni qué decir tienen que unas muertes de este tipo, por pocas que fueran, serían el empujón necesario para que los independentistas consiguiesen lo que necesitan tanto a nivel "regional" como internacional, por lo que a un gobierno de la extrema derecha esa política de mano dura con los independentistas catalanes podría salirles el tiro por la culata. Sí, ya sé que Junqueras y demás rezan diariamente y juran y perjuran que son más pacifistas que Santa Catalina de Siena, pero como economista no puedo sino darme cuenta de que su interés objetivo se vería más que apuntalado hoy por hoy con la muerte de unos cuantos catalanes a manos de las "fuerzas de ocupación" españolas en Cataluña. Es simple Teoría de Juegos aplicada a un jugador para quien que la muerte de otros más que un coste a "fondo perdido e irrecuperable" es una inversión muy rentable.
Pero, al margen de este factor idiosincrásico, que está sin duda debajo del ascenso de la extrema derecha en España, es obvio que tiene que haber otro u otros factores de tipo estructural tras el éxito inesperado de VOX, pues el fenómeno de VOX es uno más de una larga lista que ha afectado a EE.UU., Gran Bretaña, Italia, Hungría, Austria, Holanda, Francia, Polonia, Austria, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Brasil Chile, etc., etc. En todos estos países, a lo que dicen los economistas y sociólogos de "izquierda" , los "trabajadores" están votando en contra de los partidos que objetivamente defienden sus intereses objetivos. O sea. Votan a la derecha.Votan favor de partidos que propugnan el desmantelamiento más o menos radical de los estados de bienestar, Votan a favor de la privatización de lo público y de la desregulación de los mercados de trabajo. Votan en contra de la legislación sindical. Votan en contra de las políticas a favor de la redistribución de la renta. Y se oponen también a políticas ecologistas, feministas, inclusivas, pacifistas e internacionalistas. O sea, los trabajadores cada vez votan más en contra de sus propios intereses y de quienes les defienden.
Una posible explicación de tan "curioso" e irracional desde el punto de vista económico, que presupone que los individuos persiguen racionalmente sus propios intereses, es admitir sin reparos ni miedos que la mayoría de los miembros de las clases trabajadores son más imbéciles e incultos de lo que siempre se ha "pensado" que lo eran. De siempre se ha sabido que la formación de las clases trabajadoras nunca fue muy allá, y ahora, en estos tiempos, a lo que parece sería todavía aún más inferior a la que tenían sus padres y abuelos, sólo que, a diferencia de ellos, ya ni siquiera saben que no saben y no son capaces de respetar y seguir los consejos de aquellos de sus miembros o guías que tienen más educación o capacidad intelectual. Por decirlo en términos machadianos, los miembros de las clases trabajadoras ya son enteramente como los campesinos castellanos que "desprecian cuanto ignoran". O sea, que son irracionales en términos económicos.
Si bien no puedo evitar sentir que en muchos, demasiados, casos esta percepción es enteramente correcta, y coincido con aquellos que señalan que las nuevas tecnologías no sólo nos han hecho más estúpidos por lo general, sino que esa estupidización creciente y generalizada es asimétrica y afecta en mayor medida a quienes tienen un nivel de formación e interés por la cultura y el mundo más bajo, de modo que los trabajadores hoy por hoy son mucho más estúpidos de lo que lo eran en tiempos de Marx o de Kropotkin, creo sin embargo que merece la pena explicar el "extraño" comportamiento de las clases trabajadoras desde una perspectiva racionalista, o sea, suponiendo caritativamente que sus decisiones electorales son racionales, de modo que sí persiguen en sus elecciones sus auténticos, propios y profundos intereses. Sólo que no es fácil saber o descubrir cuáles son esos intereses tan genuinos en estos tiempos.
Tres libros son aquí básicos para entender este fenómeno. (Hay un cuarto, pero no haré referencia a él en esta entrada) . Uno es un ya clásico de la sociología y economía políticas a la altura como tal de los de Tocqueville, Marx o Pareto, por citar unos cuantos. Se trata de la obra de Karl Polanyi, La Gran Transformación, que apareció hace ya muchos años, allá por 1944, pero que no solo sigue importante sino que es hoy todavía aún más absolutamente imprescindible de cuando apareció si se quiere entender algo de lo que está pasando. Polanyi estudió los efectos de una "suerte" de globalización "local" (valga la contradicción), cual fue la construcción desde el estado británico de un integrado y completo mercado nacional en Gran Bretaña a través de la creación de mercados nacionales en los que se intercambiaban sin control o regulación importante tres "nuevas" mercancías a las que Polanyi denominó o consideró ficticias: los recursos naturales o "tierra", el dinero y los seres humanos o "trabajo". Para Polanyi, desde una perspectiva histórica, el mundo moderno se define ciertamente por la liberalización completa y radical de tres mercados: el mercado de trabajo, el mercado de la tierra y el mercado de dinero. Y donde primero y más profundamente se produjo esta triple liberalización que ha generado el mundo moderno,donde primero se dio plenamente este primer movimiento -como lo llamó Polanyi-, fue en Inglaterra.
Polanyi las llamó mercancias "ficticias" por una buena y analítica razón: que se trata de "cosas" que no se hacen o producen para ser vendidas o intercambiadas en mercados, al contrario que el resto de bienes y servicios que se producen y se hacen con el solo objetivo de vebderse al mayor precio posible en algún mercado. La "tierra" nos viene dada por la Naturaleza, que no "hace" las cosas del mundo para que se vendan. De igual manera, los seres humanos los "hacen" las mujeres no para venderlos, y el dinero se crea como medio de pagar deudas no para que se compre y se venda. Lo raro, señala Polanyi, y lo que históricamente se produce desde el siglo XVI en adelante, primero en un escala nacional o local ( en Gran Bretaña) y luego sucesivamente en otroa países ( a eso a lo que llamamos primera globalización), es que esas mercancías ficticias pasan a mercantilizarse, a convertirse en mercancías como cualesquiera otras.
Es decir, que los recursos naturales, la vida humana y el dinero progresivamente empiezan a tener un valor de mercado y se usan y/o se producen con arreglo a él, atendiendo a la ley de la oferta y la demanda.Y ello, más pronto que tarde, en opinión de Polanyi, acaba poniendo en riesgo a las propias sociedades en que tales fenómenos de mercantilización descontrolada se producen pues que esas mercancías ficticias sigan siéndolo es condición necesaria para que una sociedad pueda tener la estabilidad necesaria para perpetuarse....Y, por ello, antes de que las crisis asociadas a la mercantilización de la vida humana, la naturaleza o el dinero pongan en riesgo la pervivencia de las sociedades, Polanyi estima que es previsible que se defiendan y traten de protegerse (el doble movimiento, del que habla Polanyi) generando instituciones que impidan la labor destructuradora de la mercantilización abusiva de todo lo que no puede ser plenamene mercantilizado pues es una mercancía ficticia. Fenómenos como el auge del fascismo, el comunismo, los estados del bienestar, o los controles de Bretton Woods son ejemplos de esos "movimientos inversos" contra la excesiva mercantilización de lo no mercantilizable. Por supuesto que no es lo mismo el fascismo que un estado del bienestar socialdemocráta, pero ha de entenderse que ambos son formas de defensa ante el mismo problema.
Desde la óptica de Polanyi, las nuevas tecnologías han supuesto un paso adicional en esa posibilidad de mercantilización de lo no-mercantilizable. Y lo que está sucediendo es que ante la nueva globalización, las viejas defensas elaboradas frente a la anterior y que al final vencieron con incontables costes a las defensas alternativas ante el mismo problema (el fascismo y el comunismo sovietico), o sea, los estados del bienestar nacionales o las viejas regulaciones de los mercados financieros o la protección ecológica local, se están revelando ineficaces frente a los nuevos problemas que las mercantilización abusiva de las sociedades está produciendo (lo que se llama "neoliberalismo"). Los mercados de trabajo locales han estallado y ningún trabajador puede hoy día tener un proyecto de futuro cuando el que mantenga su puesto de trabajo en un mundo regido por la deslocalización no dependende de que sea un buen "currito" y cumpla sus obligaciones y curre como un cabrón, sino que su vida depende "de los mercados". De igual manera, la naturaleza mercantilizada ha entrado en una crisis global vía el cambio climático de consecuencias catastróficas, y finalmente, el dinero, ya no nadie sabe lo que es ni qué valor una vez que los mercados financieros internacionales operan descontroladamente, y lo que uno ha ahorrado, su dinero, puede evaporarse si unos desconocidos "másteres de la galaxia financiera" deciden meterse una rayita más de cocaína cualquier día. Vivimos de nuevo en el mundo de Polanyi en el que las nuevas tecnologías han vuelto a convertir nuestra vida, nuestro dinero u nuestro entorno natural nuevamente en mercancías desreguladas, transadas en mercados sujetos a crisis, y frente a las cuales nuestras sociedades aún no saben cómo hacerles frente, aún no saben cómo construir unas nuevas defensas para defenderse de las consecuencias destructivas de la globalización.
Lo que está claro, y es lo que muestra el auge de los populismos y, sobre todo de la extrema derecha, como VOX, es que tales nuevas instituciones defensivas nada parecen tener que ver con las que las sociedades generaron en el pasado para defenderse de la anterior "crisis polanyiana", la del primer tercio del siglo XX, que incluso son consideradas por los votantes más necesitados de protección como indeseables. El viejo sistema liberal centrado en partidos e instituciones socialesliberales ya de derechas como de izquierdas compitiendo en un mercado político neutral o democrático ha hecho aguas. El Brexit, Marine LePen, Orbán, Donald Trump, Putin, son figuras que hace 40 años serán o bien payasiles o bien mal vistas en el mundo de la política seria y democrática. Hoy, no. Incluso en España, las encuestas del CIS reflejan una vez y otra que los partidos y los sindicatos ya no son parte de la solución, sino el segundo de los problemas para los ciudadanos españoles. ¿Es que nadie se había enterado de esto ahora que tanto se sorprenden los politólogos del ascenso de VOX?¿Ha de sorprender que VOX crezca cuando, recuérdese, se presenta como un partido contra la partitocracia?
Pero la pregunta es entonces la de que por qué las viejas instituciones protectoras, democráticas y eficientes que tan bien hicieron su papel en la segunda mitad del siglo XX están siendo vistas por buena parte de la población ya no como inútiles para sus fines, sino incluso como problemáticas para resolver sus problemas? Pues, para mí, y esa es la tesis de otro de los libros fundamentales para explicar este nuestro mundo moderno, El Crepúculo de las Élites ,de Chris Hayes, la causa de esta desconfianza en los sistemas elaborados tras la II Guerrra Mundial no se debe a las propias instituciones en sí, o sea, al aparato de los estados, los partidos, los sindicatos y los aparatos gerenciales de las grandes empresas sino a sus miembros . Está, por decirlo en una palabra, en la organización meritocrática que caracteriza a todas estas instituciones, y su comportamiento traidor. Las élites sensillamente se han rebelado, una vez más. Son tantos los ejemplos de cómo las élites traicionan inmisericorde y continuadamente que, ¿cómo extrañarse de que aquellos que no hace un siglo eran los más respetados por su dedicación casi sacrificial a lo público, por ejemplo, los políticos a los que se les dedicaban homenajas y estatuas en parques y jardines sean hoy, todos, tenidos en cuenta como aprovechados y corruptos? Ponerme a dar ejemplos sería alargar todavía aún más este ya larguísimo post. Así que como ya dediqué uno a este asunto, lo dejo aquí. Y si algún lector le interesa el asunto le remito a : : https://www.rankia.com/blog/oikonomia/1513732-traicion-meritocracia
Y, recuérdese, por volver al tema que nos ocupa, es que si algo caracteriza a Santiago Abascal, su único mérito por decirlo así es que no tiene ningún merito. Que es, como dije en el post anterior, un auténtico escasito que nada sabe de pensiones,política fiscal, política monetaria, política exterior,etc., etc...Que no es de la élite. Y que además tiene a gala el no saber nada. Que le da lo mismo...como al creciente número de sus votantes.
Y, finalmente, un apunte más.. al que como también hice referencia en el post anterior, poco añadiré aquí. El libro en el que se basa es The Road To Somewhere, de David Goodhart, y su distinción entre los "anywheres" y los "somewheres" viene como anillo al dedo intelectual para tdar una puntada más en la explicación del porqué VOX está obteniendo tantos votantes. Y es que los votantes de VOX son, obviamente, "somewheres", gentes ligadas a un lugar que valoran esos lugares (concretamente, España) como elemento básico de su bienestar. Frente a ellos, los "anywheres", aquellos a los que les daría igual vivir o estar en cualquier sitio, pues se sienten cosmopolitas o internacionalistas, siempre que les paguen mejor, son lo más opuesto a su actitud vital. Liga aquí, obviamente, el ascenso de VOX con el sentido de insulto que para sus votantes representan los independentistas catalanes y vascos. Tesitura a la que no veo arreglo, pues si uno se fija las razones que amparan el auge de VOX y otros partidos de extrema derecha en europa y América a las que he hecho referencia, son las mismas que , mutatis mutandi, anidan en los cerebros de los independentistas catalanes y vascos. Las rupturas de la globalización, la rebelión de las élites, la necesidad de un lugar son tan causas últimas de los movimientos independentistas como de VOX. Pero como ya escribí sobre esto en el post: https://www.rankia.com/blog/oikonomia/4233319-psoe-anti-inteligencia-politica, dedicado a la "inteligencia política" del PSOE, lo dejo aquí pues ya este post está siendo demasiado largo incluso para los abusivos estándares de este blog.
FERNANDO ESTEVE MORA