Quiero abrir el post con una anécdota que me pasó hace no mucho: Mi hermano, debido a los casos familiares de cáncer de próstata, se sometió a un análisis genético para buscar marcadores que propiciaran dicha enfermedad. Resulta que su análisis arrojó que en su genoma se daba la mutación del gen BRCA2, el cuál aumentaba sus probabilidades de sufrir cáncer de próstata, entre otros. Dado este resultado, nos sugirió tanto a mi hermana como a mi que nos hiciéramos el test genético para saber si también portábamos esa mutación.
Debido al historial por parte paterna y materna, se podía intuir que la mutación venía por parte de nuestro padre, de modo que cada uno de nosotros tenía un 50% de probabilidad de tenerla.
Mi hermana se hizo su análisis antes que yo, con la mala suerte de que también le saliera positivo (esa mutación es especialmente puñetera con las mujeres) de modo que sólo faltaba mi resultado para conocer si portaba la mutación.
Luego de hacer los pasos de rigor que la sanidad pública requiere, me hacen mi examen genético y luego de algún retraso me dan mis resultados por teléfono:
- Doctor: “Le comunicamos que no sufre de la mutación BRCA2, de modo que no hay que hacer un seguimiento especial en su caso”
- Yo: “Pues que buena noticia Doctor, teniendo mis dos hermanos la mutación del gen, ya pensaba yo que tenía todas las papeletas para tenerlo también”
- Doctor: “Bueno, ya teniendo sus dos hermanos la mutación del gen, la probabilidad de que también la tuviera era baja”
Es probable que la mayoría de los lectores no vea el error en esa respuesta, aunque estoy seguro de que algunos sí que lo pueden ver.
En mi cerebro vive el “Dr. Listillo”, que en mis años de juventud salía corriendo para tomar el control de mi ser y aleccionar al interlocutor de cualquier error que haya cometido. Como ya tengo una edad, mi cerebro ha contratado a dos securatas que se encargan de contener y ponerle una camisa de fuerza al Dr. Listillo y le dan el mando a la “Sra Tandy”, una amable y sonriente viejecilla que vive en mi cabeza también (desde hace no tanto) y que se encarga de tomar el mando cuando tienen restringido al Dr. Listillo. La enternecedora señora con su voz amable y sonriente le da la razón al interlocutor sin entrar en mayores trámites.
Luego de una pausa de un par de segundos, que es lo que tarda el proceso de contención del Dr. Listillo y la entrega de mandos a la Sra. Tandy respondo:
- Tiene usted razón doctor, muchas gracias por la información y las buenas noticias.
El error que ha cometido el médico se llama la falacia del apostador, y es exactamente el mismo error que comete el que va al casino y apuesta en la ruleta a negro porque ya han salido dos rojos seguidos. La probabilidad de que yo haya tenido el gen defectuoso, al igual de que en la ruleta salga rojo o negro es del 50%(*) independientemente de los resultados anteriores.
El detalle a destacar es que el error lo ha cometido un médico, y de los listos porque ha obtenido su plaza en un hospital público. Si este error lo ha cometido una persona con este perfil, qué queda para el resto de los mortales.
Los problemas que tenemos los seres humanos para analizar correctamente los eventos probabilísticos están ampliamente documentados y es uno de los orígenes del desarrollo de las “Finanzas Conductuales” o Behavioral Finances que tratan de explicar los diferentes modos en los que el cerebro se comporta de forma ajena a lo que la teoría clásica llama como “racional”.
Si estos errores los cometen los seres humanos con probabilidades conocidas, imagínense si le añadimos el componente de la incertidumbre, es decir, tratar de asignarle una probabilidad a eventos que no tenemos herramientas matemáticas para asignarlas, en otras palabras, lo que vamos a hacer es asignar probabilidades con nuestra “intuición”.
Y esto señores, es precisamente lo que hacemos a diario los que gestionamos un fondo de inversión, o cualquiera que se construya su propia cartera de valores.
En nuestro caso, un fondo de gestión alternativa que invierte bajo la premisa del análisis fundamental, tenemos que hacer nuestra valoración de las empresas en las que invertimos. Esa valoración es el resultado de asignar probabilidades (con nuestra intuición) a unos posibles futuros escenarios. Una vez esas valoraciones se han hecho, ya que somos un fondo concentrado, tratamos de aplicar la regla número uno de Buffett “no pierdas dinero”. Por eso no usamos el “potencial de revalorización” como factor para construir la cartera, los pesos en la cartera vienen asignados por lo que pensamos tiene una mayor probabilidad de ocurrir, es decir, apostamos más fuerte en aquellos sitios que pensamos existe una mayor probabilidad de que nuestra tesis de inversión es correcta, independientemente de que esa tesis tenga una revalorización de X o de X+Z.
Como todos se imaginarán, asignar ese sin número de probabilidades es un arte, por supuesto un arte que se afina con la preparación y la experiencia, pero no deja de ser un arte. No existe, y no creo que exista forma de poder predecir la probabilidad de los eventos futuros que encierran una valoración.
Es este uno de los factores que en mi opinión diferencia a los mediocres de los buenos inversores. Los buenos inversores se tienen ellos mismos “bien calibrados”, es decir, son capaces de asignar probabilidades de ocurrencia a los eventos de alta incertidumbre con mayor precisión que la mayoría de los mortales. Esto implica que se conocen ellos mismos mejor que la mayoría, y son más conscientes de en qué áreas tienen un conocimiento superior a la media y en cuáles otras saben menos que la media (el famoso círculo de competencia).
Es por eso que el arte de la inversión es tan complicado, no es suficiente tener conocimientos y experiencia, al fin y al cabo, estos dos factores con el tiempo cualquiera los puede obtener. En mi opinión el real factor diferencial es ese nivel de conocimiento de uno mismo, el tenerse “bien calibrado”, lo que realmente da una ventaja, ya que es eso lo que hará que puedas asignar mejor la infinidad de probabilidades que están involucradas en una construcción de cartera.
Un saludo a todos
(*) Aquí estamos suponiendo que la ruleta es sólo de negras y rojas, en la realidad las ruletas cuentan con el 0 y 00 (en verde), para darle una ventaja al casino.