Me parece estéril entrar en polémicas acerca de lo que está completamente documentado que ocurrió en 1713. De hecho no voy a ser yo quien se líe a cambiar lo sucedido que con lo que tengo ya me basta. Simplemente me refería en el post a que siempre andamos perdiendo la perspectiva histórica de las cosas de continuo y eso no nos ayuda a entendernos con quienes sintiendose españoles no comulgan con la uniformidad que a veces se pretende imponer.
Por otro lado, puestos a reclamar Gibraltar también podríamos ceder Ceuta y Melilla, o las Canarias a quienes fueron sus dueños. También podríamos reclamar territorios en América, Filipinas y Africa. Asimismo, retrocediendo a la misma fecha tendríamos que ajustar el mapa en Holanda, Italia, parte de Alemania y... ¡Me planto! Lo que me parece natural en un tiempo como el actual es dejar de dar la vara con un peñón donde viven 25.000 personas que se SIENTEN británicos y que, incontestablemente, lo son sus generaciones precedentes hasta aquella que vivió el cambio de bandera.
Para ver de qué hablo, situaré el escenario con este breve resúmen de aquel siglo que dibuja en toda su intensidad todos los cambios que se dieron con la Guerra de Sucesión. Desde luego cabe exigir que TODO dé marcha atrás pero ¿por qué solo una parte? A veces tratar un conflicto aislado con la Historia no es tan sencillo: rápidamente entran en escena todos los efectos colaterales y ello implica demasiadas cosas incómodas para todos. Por ello me relajo ante el hecho de que 25.000 personas se sientan lo que son. De ahí a extrapolar otros escenarios no solo es una terrible imputación que rogaría que te abstengas de repetir sino también una solemne estupidez. Las falacias se basan siempre en silogismos pero ello no supone en modo alguno que estemos ante algo cierto y, menos aún, que alguien merezca que se lo cuelguen a sus espaldas. Y, por último, te agradezco el intro y me confirmo en ello: soy una persona que suele callar cuando no sabe acerca del tema; a lo sumo pregunto. Pero tal vez por deformación profesional, y siempre que sepa de qué hablo, suelo advertir cuando algo va de cabeza al acantilado. Saludos.
"El siglo XVIII es quizás el más dramático de la historia moderna de España. Hay otra guerra civil, la guerra de Sucesión. Al morir Carlos II, en el 1700, sin dejar sucesión, las potencias europeas firmaron pactos para repartirse los reinos hispánicos. Finalmente fue nombrado heredero Felipe V de Anjou, nieto de Luis XIV. Esta elección desencadenó una guerra en Europa, la guerra de Sucesión (1700-1713). Alemania, Inglaterra y Holanda firmaron la Gran Alianza de la Haya (1701) contra Francia y España, para apoyar los derechos del Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador de Alemania. Portugal y Saboya se unieron también a la alianza.
En España, la guerra internacional fue tambié guerra civil: los reinos de Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares apoyaban al Archiduque, mientras el resto de España , Castilla y León, reconocía a Felipe de Anjou. La paz de Utrecht (1713) puso fin a la guerra. Así se instauró en España la nueva dinastía de los Borbones. Todas las posesiones europeas de España se perdieron. Inglaterra fue la gran beneficiada. Felipe V introdujo cambios importantes en la estructura de los reinos de España. El triunfo militar de Almansa en 1707 supuso la pérdida definitiva para los aliados europeos de Aragón y Valencia; Felipe V expide el decreto del 29 de junio aboliendo el ordenamiento jurídico de ambos reinos «por la rebelión que cometieron». La medida suponía la pérdida de la condición formal de «reinos», su conversión en «provincias» y la desaparición de las instituciones estamentales antiguas.
El Decreto de Nueva Planta termina con los fueros de Cataluña, que no se restablecerán hasta el Estatuto de 1932.
„En 1715 el rey decidió la «nueva planta» de Mallorca, manteniendo el derecho civil, penal y procesal. Algo semejante hizo para Cataluña en 1716. Los demás cambios eran los contemplados en el decreto abolitorio de 1707, pero se afirmaba la vigencia de los fueros y constituciones civiles, procesales penales y mercantiles. Sólo en Valencia, pues, había quedado derogado el conjunto de su derecho tradicional. [...] El talante continuista de Felipe V se manifestó al mantener el régimen y las especificidades político-jurídicas del reino de Navarra y de las provincias vascas. No hubo allí rebelión y ruptura de la fidelidad, y por tanto tampoco se imponen cambios. Pero la carencia de cambios significaba en realidad retraso en la modernización al no desmontarse el tinglado estamental heredado de siglos anteriores. Son las que se conocen en la época como «Provincias Exentas». La excepcionalidad de su régimen, más notable ahora por el contraste con la progresiva uniformidad en el resto de España, vino a realimentar viejas visiones mitificadoras sobre el pasado y sobre las razones y el sentido de la propia diferencia del régimen arcaico que siguió vigente. Navarra siguió siendo un «reino separado» (no «independiente», como todavía escribe algún historiador) y mantuvo su aparato institucional, aunque cada vez más controlado por la Monarquía.“ [González Antón, Luis: España y las Españas. Madrid: Alianza Editorial, 1997, pp. 360 y 363]